La historia del vino en España es, sin lugar a dudas, una de las tradiciones culturales más ricas y emocionantes que podemos encontrar. Recuerdos de noches de verano llenas de risas y copas tintadas con el dulce néctar de las uvas nos acompañan a todos. Pero, ¿qué ocurre cuando la pasión se enfrenta a la dura realidad? Hoy vamos a sumergirnos en la crisis que atraviesan los viticultores de la Denominación de Origen Calificada (DOC) Rioja. Si te parece fascinante el mundo del vino, prepárate para descubrir cómo 14,000 viticultores, incluyendo a la voz de este relato, Alex Las Heras, están luchando por mantener viva una tradición mientras enfrentan desafíos monumentales.

Viñedos llenos de historia y dilemas inesperados

Alex Las Heras, un viticultor de Medrano, acaricia las viñas centenarias de su propiedad mientras reflexiona: “Las viñas son parte de mi familia”. Imagina el aroma de la niebla matutina envolviendo esas antiguas vides. Estoy seguro de que, si te pasearas por esos viñedos, sentirías una conexión casi mística. Pero esta conexión se ve amenazada. A lo largo de La Rioja, Álava y Navarra, muchos productores han comenzado a cuestionar si deben “arrancar” parcelas enteras debido a una crisis que ha puesto en jaque el futuro del vino en la región.

¿Te has encontrado alguna vez en una situación donde tu pasión se convierte en un peso? Es justo lo que enfrentan estos viticultores. La incertidumbre económica provocada por la pandemia de COVID-19 se ha sentido en cada rincón de la industria. Las bodegas están llenas de botellas sin vender, mientras que la producción supera la demanda. El «arranque voluntario» de 7,000 hectáreas es un remedio que muchos piden como una medida de emergencia.

¿Por qué están arrancando viñas?

La respuesta es simple, pero dolorosa: los números no cierran. Desde 2016, las ventas de vino en Rioja han caído de 283 millones de litros a 240 millones. ¡Eso sí que es un golpe! Para poner las cosas en perspectiva, piensa en un restaurante que tiene un plato estrella, pero repentinamente su popularidad se desvanece. Así se siente el sector vinícola en este momento. La oscuridad de la DANA en Comunidad Valenciana y el eco de las movilizaciones en Murcia han añadido presión. Entre el Brexit y la guerra en Ucrania, la situación es compleja, y los viticultores están sintiendo que el futuro se les escapa.

En conversación con Alex, noté su sinceridad al hablar sobre la calidad frente al volumen. “El modelo de éxito del Rioja se basaba en la rentabilidad”, me decía, mientras recordaba tiempos no tan lejanos en los que su arduo trabajo era recompensado. Pero hoy, la rentabilidad se ha desvanecido. Y como él mismo refiere, “la ansiedad de no ver una solución a corto plazo se extiende en el aire como el aroma de un buen vino”.

¿Es el fin de una era dorada?

Presión y desafíos: el día a día de un viticultor

Doy un paso atrás y considero la situación. A veces se nos olvida que detrás de cada botella de vino hay una historia humana. Alex y sus colegas viticultores están lidiando con un escenario desolador. La Ley de la Cadena Alimentaria no se está cumpliendo. Algunas bodegas han empezado a ofrecer precios que están muy por debajo del coste de producción. Pedro, un amigo frutalero que tiene un sitio de temas de mercado, siempre me decía: «la naturaleza no puede competir con la avaricia». Y hoy, esas palabras parecen más válidas que nunca.

Un estudio reciente puso de relieve que el coste de producción del kilo de uva está muy por encima de lo que algunas bodegas están dispuestas a pagar. En un año en el que la uva tinta costó a los viticultores 79 céntimos, ¡ahora algunas bodegas proponen pagar solo 65 céntimos! Esto afecta la moral, como una mala cosecha. No se necesita ser un experto en economía para entender que esto es insostenible.

Al final del día, un viticultor no solo planta uvas sino sueños. Y esos sueños están viniendo a menos. Data, una joven viticultora que se unió a la causa de Alex, me compartía entre risas: “Al menos así mi jardín no tendrá problemas de espacio, ¿verdad?”. Pero esos chistes en tono de humor eran apenas una máscara para la incertidumbre que estas familias enfrentan.

La presión del Gobierno y nuevas soluciones

A medida que la desesperación crece, los viticultores han decidido actuar. ¡Sí! Finalmente, decidieron hacer que sus voces se escucharan. Este esfuerzo conjunto ha resultado en movilizaciones y gestiones para que el Gobierno de Sánchez actúe. En un intento por revivir la industria, están pidiendo 70 millones de euros para facilitar el arranque voluntario de hectáreas. La burocracia siempre ha sido un monstruo complicado, pero los viticultores están dispuestos a enfrentarlo.

La DOC Rioja tiene un vasto territorio que abarca 100,000 parcelas y cerca de 68,000 hectáreas. Sin embargo, la excesiva producción y falta de ventas han llevado a muchos a contemplar el futuro oscuro. Pero, ¿qué significa esto para el entusiasmo detrás de cada cosecha? Se siente como si estuviéramos asistiendo a la despedida de una tradición.

¿Recuerdas aquella vez que prometiste que sería la última vez que comerás pastel de chocolate? Sin embargo, lo haces de nuevo cuando ves ese delicioso trozo en el refrigerador. Los viticultores están en una lucha similar, deseando que su amor y dedicación por el vino les brinde un retorno a la dignidad.

Calidad sobre cantidad: el futuro del vino

A medida que nos introducimos en esta nueva narrativa, Alex enfatiza que “el enfoque debe ser en la calidad, no en la cantidad”. Es como un restaurante que decide dejar de lado los menús gigantescos y especializarse en un buen plato: muchos prefieren disfrutar de una pizza gourmet a un buffet de pizzas mediocres. El caso del Rioja es similar: la calidad puede ser la única salida.

Las Bodegas Familiares de Rioja, así como otros grupos de productores, han comenzado a abogar por un enfoque renovado, donde lo prioritario es ofrecer un producto premium en lugar de sacrificar todo por el volumen. Pero, ¿podrá esta estrategia ser suficiente para devolver a Rioja a su lugar privilegiado en el corazón del mundo vitivinícola?

La tradición sigue viva

Al regresar a Medrano, tras mi conversación con Alex, tenía una sonrisa en el rostro a pesar de la seriedad del tema. La tradición sigue viva en el corazón de muchos de estos agricultores, quienes se niegan a rendirse. Aunque sus bolsillos están golpeados y la presión es casi insoportable, la pasión por la tierra y el vino está enraizada profundamente. Me pregunté, ¿quién no lucharía por algo que amas?

Es un testimonio de la resiliencia del ser humano. Con cada viña que se arranca, también hay historias de esfuerzo, trabajo y dedicación que se arraigarán en el corazón del Rioja. Puede que hoy parezca sombrío, pero hay esperanza en cada rincón. A fin de cuentas, el vino no es solo una bebida; es cultura, historia y un legado por el que vale la pena luchar.

En este fascinante viaje, hemos visto cómo los viticultores de Rioja se encuentran luchando contra todas las adversidades. La calidad se convierte en su estandarte, mientras se organizan para dejar claro que no están dispuestos a ceder lo que tanto aman — su tierra, su vino y su legado. Con el tiempo, espero que esta historia no solo sirva para reflexionar sobre la crisis, sino también para recordar el valor de la pasión, el compromiso y la historia que cada botella de vino puede contar. Y, ¿quién mejor para narrar su historia que aquellos que realmente la viven?

Así que la próxima vez que levantes una copa de Rioja, recuerda la historia y la lucha detrás de ella. Hay más de lo que parece en este delicioso vino. ¡Salud!