El mundo del fútbol está cargado de emociones, y a veces de enredos dignos de una novela de misterio. En este caso, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se encuentra sumida en una turbulenta crisis institucional. A tan solo un par de semanas de las elecciones a la presidencia, la incertidumbre es la única constante. ¿Quién se atreverá a postularse ante un panorama tan inestable? Vamos a desentrañarlo.
¿Qué ocurrió para que la RFEF esté así?
La historia comienza con la inhabilitación de Pedro Rocha, algo que sona más a una serie de Netflix que a la dura realidad del fútbol español. ¿Recuerdas esos días en los que todo parecía ir bien? Era antes de que la Audiencia Nacional ratificara la decisión del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) de inhabilitar a Rocha durante dos años debido a su implicación en un caso de corrupción. ¡No es fácil ser presidente de una federación deportiva! Ahora, imagine usted siendo Rocha, mirando hacia atrás en su carrera, y en lugar de una placa conmemorativa, se encuentra con un par de grilletes invisibles: la corrupción nunca duerme.
Pero eso no es todo. En medio de esta agitación, apareció un nuevo contender al trono: Rafael Louzán, el presidente de la Federación Gallega de Fútbol. Sin embargo, este no es un héroe con un pasado limpio. ¡Vaya planificación la suya! A pesar de que las federaciones territoriales respaldan su candidatura, el Gobierno está listo para denunciarlo por prevaricación. ¿Quién firmó este guion?
Un laberinto lleno de denuncias
En un juego de ajedrez político, cada movimiento cuenta. La RFEF envió una declaración jurada a todos los candidatos, en la que este debía certificar que no estaba inhabilitado por decisiones firmes en vía administrativa. Un movimiento prudente, ¿verdad? Pero, ¿logrará frenar a Louzán? La historia se complica. Si su candidatura avanza sin oposición, el Gobierno tiene preparado un plan para tomar acción legal. Justo lo que necesita una federación deportiva: más complicaciones legales que un thriller político.
Y aquí está el dilema: si Louzán es el único en carrera tras las elecciones, sería proclamado presidente el 6 de diciembre. Pero, con las posibles acciones legales del CSD (Consejo Superior de Deportes), su coronación podría verse SUSPENDIDA. ¡Un verdadero juego del gato y el ratón!
Un presidente con antecedentes
La situación de Louzán se torna aún más turbia si consideramos su historial. En 2021 fue condenado por prevaricación. La ironía no se pierde aquí: mientras intentaba adjudicar obras para un campo de fútbol, las mismas estaban casi completamente ejecutadas antes de que él decidiera «intervenir». Me imagino que esto debe ser lo que los expertos llaman «planificación preventiva», aunque no sea la más ética.
Después de su condena inicial, Louzán se sentó con sus abogados, probablemente en una vieja mesa de madera con un trago de whisky, y decidieron apelar. El resultado fue una reducción de la pena de cárcel, pero no de inhabilitación. ¡Vaya juego de cartas! Y caso cerrado… aún en el aire ya que el Tribunal Supremo aún no ha dado su veredicto final.
¿Quién será el siguiente presidente de la RFEF?
Es curioso pensar que, con todo este drama, podríamos ver a Louzán sentado en la silla de la RFEF tan pronto como el 6 de diciembre. Para aquellos de nosotros que nos preocupamos por la dirección del fútbol español, esta noticia suena como una mala broma. Imagina que te invitan a una fiesta, pero descubres que ahí solo hay discusiones sobre corrupción y demandas. Suena emocionante, ¿verdad?
Entonces, la pregunta que se hace eco en la sala es: ¿qué necesita la RFEF? La respuesta no es sencilla. La federación necesita alguien que estabilice la situación. ¿Es Louzán la persona adecuada? Su pasado no da muchas garantías. El fútbol debería ser un refugio de ensueño, y no un nido de conflictos legales.
La inestabilidad institucional: una oportunidad o un riesgo
La RFEF ha entrado en una nueva fase de su historia, volviéndose un ejemplo de cómo la institucionalidad puede ser tambaleante. Por un lado, esta es una oportunidad: la necesidad de un cambio en la cultura de liderazgo del fútbol español nunca ha sido tan palpable. Por otro lado, es un riesgo. Los problemas internos que han emergido podrían llevar a un ciclo de escándalos que podría poner en riesgo no solo la política de la RFEF, sino también la reputación del propio fútbol español a nivel internacional.
Las elecciones son un evento crucial en esta historia, pero también son similares a un partido de fútbol. Algunas veces, lo que parece una dinámica de juego clara se convierte en algo muy diferente en el campo. Un pequeño error puede cambiar el rumbo del juego. Así de sencillo.
Reflexiones finales: ¿qué nos espera?
Como fanático del fútbol, no puedo evitar sentir un mix de frustración y exasperación. La RFEF necesita recuperar su credibilidad, y más que eso, necesita un liderazgo que haga que todos los ojos se enfoquen en lo que realmente importa: el desarrollo del fútbol. Tal vez, si somos afortunados, esta crisis terrible nos lleve a mejores instituciones y mejores prácticas. Después de todo, el fútbol es una representación de la sociedad; si es un lío, tal vez deberíamos preguntarnos: ¿qué estamos dejando para las futuras generaciones?
Unos días en estos pasillos de la RFEF se parecen mucho a un réquiem. Pero es un momento para reflexionar, para aprender y, tal vez, para reescribir algunas de nuestras reglas. Solo así, quizás, el fútbol volverá a ser un espectáculo de orgullo y no un campo de batalla de acusaciones y desconfianza.
Así que aquí estamos, amigos y amigas. En medio de esta tormenta, lo único que podemos hacer es mantenernos atentos, reirnos un poco de la absurdidad de la situación y, con suerte, ver cómo todo esto se desenreda para el bien del bello deporte que todos amamos. ¿Quién será el próximo presidente? Solo el tiempo lo dirá. Quizá un día esté escribiendo sobre un nuevo líder que inspire y no genere dudas. ¡Hasta entonces, que sigan rodando los balón y las historias!