La Academia de Cine española se encuentra en una encrucijada sobre la que conviene reflexionar. Con las dimisiones de más de media docena de académicos, la presencia de Luis María Ferrández en la comisión de guion ha abierto un intenso debate sobre la cultura organizacional, la ética en el sector audiovisual y, lo más importante, la forma en la que la academia maneja situaciones de acoso y violencia machista. La noticia, revelada por elDiario.es, no solo ha afectado la reputación de la Academia, sino que también ha generado repercusiones profundas en la industria del cine en España.

¿De qué estamos hablando?

Primero, pongamos las cartas sobre la mesa. La prensa ha destapado una serie de acusaciones contra Luis María Ferrández, director y productor, que han hecho que su presencia en la Academia sea insostenible para algunos. Celebridades y profesionales del cine han comenzado a abandonar sus cargos, dejando claro que no están dispuestos a ser cómplices de una institución que no toma acción en estos temas.

Es un poco como tener un coche deportivo en el garaje que estéticamente se ve impresionante, pero que no arranca. Todos pueden admirarlo, pero si no está en condiciones de funcionar, ¿realmente sirve de algo? ¿Y si te resulta incómodo compartir el garaje con él? Ahí es donde la relación se torna inquietante.

Dimisiones: el efecto dominó

Según el comunicado del sindicato de guionistas ALMA, las dimisiones de al menos seis guionistas han estado relacionadas directamente con la presencia de Ferrández en la academia. Muchas de estas dimisiones han sido personas clave, incluidos miembros de la Junta Directiva. Esto es un reflejo de la creciente insatisfacción con la forma en que la Academia ha manejado la situación. A menudo, cuando un par de personas se van, se siente como un injusto efecto dominó, donde otros se ven obligados a tomar una decisión similar.

Desde mi propia experiencia, puedo contar que en ambientes laborales donde hay descontento, los rumores a menudo se esparcen como la pólvora. Recuerdo una vez en la que un colega fue señalado por un comportamiento inapropiado, y en cuestión de semanas, casi la mitad del equipo había renunciado o solicitado transferencias. ¿Realmente quería trabajar con alguien así? La respuesta era un contundente “no”. Así que, comprendo la decisión de estos académicos, e imagino lo difícil que debe haber sido para ellos.

La posición de la Academia de Cine

La Academia ha respondido asegurando que, aunque es desgastante, no está habilitada para expulsar a ningún académico de una comisión de especialidad sin seguir su propio procedimiento interno. De acuerdo con su comunicado, han realizado consultas jurídicas para afrontar la delicada situación. Esto podría sonar razonable en papel, pero es como invocar a Sherlock Holmes para resolver un caso de “quién se comió mi almuerzo». A veces se necesita acción, no solo investigación.

Aun así, hay algo que no termina de convencerme. La respuesta de la Academia se ha sentido más bien como un intento de «apagar fuegos» en lugar de afrontar la raíz del problema. Se habla de un “proceso de revisión” de sus estatutos, lo cual, aunque es un paso en la dirección correcta, llega tarde para los afectados y no se siente suficientemente claro para el resto de la comunidad.

El Plan de Igualdad de Cultura: ¿una solución real?

Hablando de pasos en la dirección correcta, el Ministerio de Cultura ha presentado un Plan de Igualdad que pone énfasis en la lucha contra las violencias machistas. Esta es una iniciativa positiva y necesaria, pero uno se pregunta: ¿será suficiente? La retórica es dulce, pero a veces se siente como lluvia en un día nublado: deseas que llegue, pero no estás realmente seguro de que lo hará.

Es vital que las organizaciones no se limiten a hablar de igualdad y feminismo, sino que tomen medidas concretas. Especialmente en sectores como el audiovisual, donde el poder y la influencia son palpables. ¿Cuántas voces más deben alzarse para que se tomen decisiones significativas?

La voz de las víctimas

Las declaraciones de las mujeres que han denunciado a Ferrández comparten una historia que resuena: muchas veces, las víctimas son desestimadas o ignoradas por miedo a las repercusiones en su carrera. En un mundo donde el silencio parece ser la norma, es valiente alzar la voz, aunque venga acompañado de una pesada carga emocional.

La historia de una de estas mujeres, quien relató cómo Ferrández se aprovechó de su estado de embriaguez, es devastadora. «Le dije que no quería tener sexo, eso lo recuerdo bien», dijo, lo cual resuena aterradoramente en el contexto actual. Cuando escuché su declaración, me quedé pensando en cuántas veces estos momentos se convierten en una triste anécdota en lugar del precursor de un cambio.

El efecto de una voz en el silencio

Además, no debemos olvidar que cada vez que una mujer se atreve a contar su historia, está creando un espacio para que otras se sientan empoderadas. Es una cadena de solidaridad que, aunque pesada, es necesaria. Cada paso que se da, aunque pequeño, es un paso hacia adelante.

La controversia detrás de la elección de Ferrández

Luis María Ferrández fue elegido para la comisión en 2022 y, aunque su elección generó malestar inmediato, fue un golpe de suerte para él. Es interesante pensar en cómo una persona señalada por varias accusationes pudo terminar en una posición de poder. Este detalle nos hace preguntar: ¿en qué medida se refiere a un conjunto de valores arraigados en la industria, donde la reputación a menudo prevalece sobre la integridad?

Cuando las decisiones se mueven a través de redes complicadas de favoritismo y conexiones, los últimos en la fila a menudo son aquellos que luchan por hacer lo correcto. La elección de Ferrández parece ser un ejemplo clásico de que, a veces, es más fácil ignorar la situación que abordarla, pero a la larga, el costo es siempre más alto.

Revisión de estatutos: ¿una luz al final del túnel?

La promesa de la Academia de revisar sus estatutos podría ser vista como un rayo de esperanza. La intención de fortalecer las herramientas internas para abordar situaciones de acoso es esencial y, de hecho, aplaudible. Pero como todos sabemos, las promesas son solo eso: promesas, hasta que se convierten en acción.

Me he encontrado en situaciones donde se prometen cambios, pero al final se queda en simples palabras. La revisión de estatutos puede ser un paso adelante, pero ¿realmente cambiará algo si no se acompaña de acciones concretas, tanto dentro como fuera?

La comunidad pide cambios reales

La comunidad necesita cambios palpables y no solo palabras vacías. Los guionistas han dejado claro que están dispuestos a tomar medidas a través de la dimisión para señalar que esta situación no es aceptable. ¿Qué más se necesita para fomentar un cambio real en la Academia de Cine? ¿Un almuerzo de trabajo con Ferrández? Me gustaría pensar que el estándar de respuesta para situaciones de acoso es más que un “te lo diré por correo”.

Un final abierto

Como dice el dicho, «el camino hacia el infierno está pavimentado de buenas intenciones». Y parece que la Academia enfrenta un obstáculo monumental en el futuro cercano. Las dimisiones, las promesas de cambios y las voces valientes de las víctimas, aunque son un testimonio poderoso, nos dejan con más preguntas que respuestas.

El viaje hacia una Academia de Cine más inclusiva y responsable está comenzando, pero queda un largo camino por recorrer. Los académicos que han tomado la decisión de dimitir por su conciencia son, en muchos sentidos, los mismos que están ayudando a dar voz a otros. Pero ¿serán suficientes sus esfuerzos para mover la aguja hacia la igualdad y la justicia? Solo el tiempo lo dirá, pero la presión es innegable y, al final del día, Anhelamos ver cómo la luz de la verdad supera las sombras del silencio.

Así que aquí estamos, un puñado de voces que se levantan contra un entorno tóxico, y mientras la Academia lucha para encontrar su rumbo, la industria del cine español observa, esperando que la evolución no solo sea posible, sino inevitable.