En los tiempos que corren, es más que evidente que la política en España, y específicamente en la Comunidad Valenciana, se encuentra en una encrucijada. Recientemente, el ex presidente de la Generalitat, Ximo Puig, actual embajador de España en la OCDE, no ha ocultado su frustración ante el panorama actual. Sus palabras, pronunciadas en una entrevista en À Punt, resuenan como un eco de la necesidad urgente de reformas profundas y disruptivas en la administración actual dirigida por Carlos Mazón. Pero, ¿qué significa realmente esta necesidad de cambio? ¿Es posible salir de este ciclo de inacción?

Un llamado a la acción: ¿hasta cuándo?

Ximo Puig no se ha andado por las ramas. En su discurso, expone que «no puede continuar nada como si no pasara nada». A menudo me encuentro reflexionando sobre la naturaleza de la acción política; muchas veces, los líderes esperan a que la presión popular se convierta en un huracán antes de tomar medidas. Nos preguntamos, ¿no sería más inteligente actuar antes de que la tormenta estalle? La prevención, ¡qué concepto tan subestimado!

Al observar lo que ha pasado recientemente en la Comunidad Valenciana, no puedo evitar recordar un episodio de mi propia vida. Cuando era niño, nuestra casa se inundó una vez porque mis padres decidieron ignorar una pequeña goteo en el techo. En la cabeza de un niño, una simple gotera puede no parecer un gran problema. Pero, aquí estamos, con techos caídos y una casa que necesita reparaciones de emergencia. ¿Por qué, entonces, los gobernantes son tan reacios a actuar antes de que los daños sean irreparables?

La reconstrucción de la credibilidad institucional

Puig también aclara la necesidad de recuperar la credibilidad institucional, algo que a menudo se pierde en el vaivén de los escándalos y la corrupción. A medida que navego por las aguas turbulentas de la política, es fácil olvidar que las instituciones son, en última instancia, reflexión de las personas que las componen. Hay un sentimiento de desconexión entre el gobierno y la ciudadanía que se siente como una correa rota entre un perro y su dueño. Sin confianza, ¿cómo podemos esperar que la gente apoye las decisiones difíciles que deben tomarse?

El ex president señala la importancia de un programa claro que aborde temas cruciales como el cambio climático, urbanismo y obras hidráulicas. ¡Vaya reto! Sin embargo, es vital que quienes están en el poder apunten a estos temas y no se dejen llevar por asuntos triviales. De verdad, están jugando con el futuro de todos.

Comparaciones necesarias: el pasado puede enseñar

Ximo Puig también se ha tomado un tiempo para comparar la gestión actual con la del Botànic durante la DANA de 2019, un episodio crítico que afectó enormemente a la Vega Baja. Recordar esta crisis es esencial porque nos permite aprender de los errores pasados. La gestión proactiva de las emergencias puede ser la línea entre la vida y la muerte. En este caso, el ex president había mencionado que, a pesar de la falta de sistemas de alerta, lograron coordinar un esfuerzo efectivo, salvando vidas a pesar de la devastación económica.

Aquí es donde se introduce la cuestión del liderazgo: ¿cómo es que algunas personas pueden actuar con visión y eficacia durante una crisis mientras que otros permanecen paralizados por el miedo y la indecisión? Es esencial que los líderes de hoy hagan autoanálisis, incluso si implica mirar en el espejo y criticar su propia imagen. ¿Podrían las figuras políticas aprender de la resiliencia mostrada en momentos de crisis?

Antecedentes críticos: la filosofía de la anticipación

Puig enfatiza la importancia de anticiparse a la emergencia y no simplemente reaccionar ante ella. Recuerdo haber escuchado una vez a un profesor decir que «el mejor drama no ocurre en la horquilla, sino en el acto de preparación». Esto me ha quedado grabado, y pienso que tiene relevancia en la política actual.

Este enfoque proactivo significa que los gobiernos deberían tener un plan de emergencia detallado y realista que les ayude a gestionar cualquier eventualidad, ya sea una inundación, una crisis sanitaria o una recesión económica. Tras todo esto, uno se pregunta: ¿realmente estamos preparados para lo que venga?

Él mismo protagonizó su propio capítulo de crisis

Ximo Puig ha demostrado su liderazgo en momentos de crisis y ha mencionado cómo lograron coordinarse con organismos estatales para mitigar el impacto de la DANA. Se ha mostrado crítico con el actual gobierno, pero también ha sido remarcable en su autocrítica, al enfatizar que la ciudadanía no solo necesita escucha, sino también acciones concretas.

Su atención se ha centrado en un juicio crítico sobre la falta de respuesta ante crisis, destacando que «la Emergencia hay que tomársela muy en serio». Un mensaje claro que resuena no solo en la política valenciana sino en toda España.

¿Qué planteamientos tiene el actual gobierno de Mazón para enfrentar la urgencia de actitudes más proactivas? Implicitamente, Puig sugiere que la respuesta radica en la decisión de no dejar nada en manos de «la extrema derecha», refiriéndose a la coalición con Vox. Aquí, de nuevo, la pregunta de confianza regresa al escenario: si los ciudadanos no sienten que sus líderes están en sintonía con sus necesidades, ¿qué esperanza hay para el futuro?

La Unidad Valenciana de Emergencias como un modelo a seguir

Una de las propuestas que el ex presidente defiende es la creación de una Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), un proyecto que busca modernizar y profesionalizar la gestión de crisis. A menudo veo que la innovación es más que solo utilizar la última tecnología; también se trata de dar un enfoque nuevo a viejos problemas.

Es fácil hablar de implementación y modernización, pero, ¿quién se anima a dar el primer paso? Claro, el riesgo de que el tema sea considerado como una «frivolidad» por parte de algunos puede ser intimidante. Sin embargo, no se trata de ideologías, se trata de soluciones practicables que resuelvan problemas tangibles.

El humor: un ingrediente esencial en la política

Y hablando de «frivolidades», permíteme una dosis de humor, porque si no, este análisis podría volverse más pesado que un informes sobre presupuestos. La política es como hacer malabares con hachas, y a veces, uno termina cortándose. Pero no hay que darse por vencido; al contrario, somos resilientes, ¡una vez más!

A lo largo del tiempo, se ha percibido que los asuntos más serios se abordan con una pizca de ironía y humor sutil. Un político que no se toma a sí mismo en serio es, a menudo, más atractivo. ¿Acaso somos nosotros los que necesitamos aprender a reírnos de vez en cuando? Tal vez un poco de humor sería la inyección necesaria para cambiar la inercia de la situación precaria.

La importancia de dialogar sobre el futuro

En el fondo, la situación en la comunidad valenciana es un espejo que refleja problemas más amplios de gobernanza en toda España. No es suficiente con criticar la falta de acción; es imperativo proponer soluciones y estar dispuesto a trabajar juntos, más allá de las diferencias ideológicas.

Puig invita a los socialistas valencianos, ahora liderados por Diana Morant, a apoyar los nuevos presupuestos que se presenten en las Cortes. Sin embargo, la expectativa de cambios en el desarrollo de esos presupuestos resalta la necesidad de un diálogo constructivo. Después de todo, es el diálogo lo que puede transformar a simples interacciones en verdaderas alianzas.

En conclusión, no hay duda de que Ximo Puig ha dejado claro que la crisis de gobernanza en la Comunidad Valenciana no debe tomarse a la ligera. Nos enfrentamos a decisiones difíciles y debemos ser honestos sobre nuestras capacidades y limitaciones. La próxima vez que un líder político haga promesas de cambio, espero que lo haga con el mismo fervor y compromiso que uno mostraría al reparar una gotera antes de que se inunde el salón. Después de todo, la historia nos enseña que es mucho más fácil prevenir daños que repararlos.