¡Ah, la Constitución española! Esa gran obra que muchos envidian, y que otros critican. ¿No te parece irónico? Este 6 de diciembre, celebramos sus 46 años de vigencia en un ambiente que, más que de celebración, parece sacado de un guion de película de suspenso. Pero antes de profundizar en el caos que rodea a este aniversario, ¡déjame contarte una historia!

Recuerdos de un cumpleaños complicado

Recuerdo el cumpleaños de una amiga, que al igual que la Constitución, también tiene cierta trayectoria. Era un día soleado, repleto de globos y una tarta de chocolate que parecía interminable. Pero justo antes de que comenzáramos a cantar, se supo que David, su prometido, había olvidado la fecha y estaba varado en el tráfico. La sorpresa inicial se convirtió en risa nerviosa, y al final, todo terminó en bromas sobre cómo David había tenido un “tráfico” emocional por no recordar el cumpleaños de su futura esposa.

¿Te suena familiar? En las celebraciones, a veces también hay drama. Este año, el aniversario de nuestra Carta Magna viene acompañado de un buen puñado de polémicas que, aunque no son tan dulces como el postre de la fiesta, definitivamente le dan un sabor particular.

Un acto simbólico con un telón de fondo complicado

Dicho esto, el Congreso de los Diputados será el escenario del tradicional acto solemne en conmemoración de este acontecimiento. Aquí se reunirán las principales autoridades del Estado, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los presidentes autonómicos, incluyendo al catalán, Salvador Illa, quien por primera vez en varios años, estará presente. ¿Te imaginas cómo se siente eso? ¡Es como invitar a ese amigo que siempre se excusa para no ir a la fiesta!

Sin embargo, la tensión es palpable. Solo en este último mes, el Gobierno se ha encontrado entre la espada y la pared, cercado por investigaciones judiciales que han empezado a salpicar a varias figuras clave. Por un lado, está el caso Koldo, donde un tipo llamado Víctor de Aldama ha lanzado acusaciones de corrupción hacia varios miembros del Consejo de Ministros. ¿Cómo es que un constructor se convierte en el nuevo Sherlock Holmes? Suena casi cómico, ¿verdad?

Por otro lado, la situación con el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, está a la vista de todos. Un caso sobre el que hablar tiene a muchos preguntándose: ¿Es todo esto simplemente un intento de sapo en vez de un dragón en la política?

La ausencia de algunos sindicatos: ¿boicot o razones de agenda?

Como es habitual, algunos partidos han decidido no asistir a esta ceremonia con el fin de expresar su desacuerdo con la Constitución. No es nada nuevo; de hecho, parece un ritual nacional. El PNV, EH Bildu, ERC, Junts y el BNG han decidido hacerse los “desaparecidos” del evento. Por otro lado, Podemos y Sumar tendrán representación —aunque la vicepresidenta Yolanda Díaz se pierde la fiesta por un viaje a México. Me parece un caso de prioridades, ¿no crees?

El hecho de que algunas ausencias se atribuyan a “motivos de agenda” y no a razones políticas me recuerda a aquellos momentos en los que, en lugar de admitir que no se quiere salir, se dice que “no se puede” porque hay que limpiar los platos. Claro, cuánta responsabilidad social.

Un tsunami de acusaciones contra el PSOE

La atención mediática estará centrada en la coalición del PSOE y las graves acusaciones que están cayendo sobre el partido. El supuesto conseguidor, Víctor de Aldama, ha hecho algunas afirmaciones muy serias, insinuando que hubo un acuerdo oscuro por un “piso de 1,9 millones de euros” entre él y José Luis Ábalos, el ex número dos del PSOE.

Esto es un escándalo que podría hacer que cualquier político que mire por encima del hombro se sienta incómodo. ¿Quién no se sentiría un poco nervioso al ser acusado de tratar con un “conseguidor”?

Pero, a pesar de los escándalos, el PSOE ha decidido cerrar filas. En su congreso de Sevilla, donde Pedro Sánchez fue reelegido, el ambiente era de lucha y resistencia. Santos Cerdán, uno de los señalados, hizo una defensa férrea de Sánchez, describiendo la situación como una “cacería” en su contra. Al parecer, el clima del partido se siente como un episodio de un reality show en el que todos están luchando por su propia reputación.

El delicado asunto de la ley de extranjería

Mientras tanto, el Gobierno ha retado al PP a llegar a un entendimiento sobre la ley de extranjería, en un momento donde las relaciones entre ambos partidos son más tensas que una cuerda de guitarra. Se espera que se discuta cómo abordar la crisis migratoria que afecta a Canarias. La propuesta del Ministerio de Política Territorial es obligar a las comunidades a reubicar a los menores migrantes que llegan a las zonas más saturadas.

Sin embargo, las cosas se complican cuando aún hay presiones de Vox, que han decidido dejar suspendidas las negociaciones con el PP. La lucha por la inmigración se ha convertido en un argumento estrella para unos y otros, llevando a un callejón sin salida.

Es un verdadero juego de ajedrez en el que cada movimiento cuenta, y una metida de pata podría costarles el rey (y el reino).

Reflexiones finales: entre celebraciones y polémicas

Así que, ¿qué aprendemos de todo esto en el día de la Constitución? Primero, que la política, como la vida, a menudo trae más sorpresas de las que esperamos. Ya sea en el Congreso o en la fiesta de cumpleaños de un amigo, puede que algunos aspectos no acaben como esperabas. Lo que debería ser un momento de celebración se convierte, en muchos casos, en un desfile de inconvenientes.

La Constitución es un símbolo de unidad –o debería serlo– en España. Pero en este 46 aniversario, parece más un recordatorio de las diferencias y las luchas. A medida que los líderes del país se reúnen para celebrar, debemos preguntarnos: ¿es este el camino hacia un futuro sólido, o estamos atrapados en un ecualizador político que promete más que resuelve?

Este 6 de diciembre podría ser solo un motivo más para abrir espacios a la reflexión. Quizás, como la tarta de cumpleaños interminable, también podríamos brindar por nuevos comienzos, reforzar la unidad y, por qué no, reírnos un poco de los tropiezos en el camino. La política, al final del día, también debería poder permitirse un poco de humor. ¿O no?