En el fascinante y complejo mundo de la propiedad y la vivienda en España, pocos temas generan tanto debate y controversia como el de la okupación. Si bien en ocasiones esta situación puede ser vista desde un prisma social, con historias de familias en apuros que buscan desesperadamente un techo, la realidad es que los vecinos que cumplen con sus obligaciones –lease, pagar su alquiler— viven una auténtica pesadilla. Así lo demuestra el reciente caso de la macrookupación en Carabanchel.

¿Te imaginas llegar a casa después de un largo día de trabajo solo para encontrar que tus vecinos son casi 30 familias que han cambiado todas las cerraduras? No suena a un episodio de una serie de televisión de comedia, sino más bien a un thriller social. Lo cierto es que esto les ocurrió a muchos residentes de la calle Excelente número 6 en Carabanchel Alto, un vecindario que se ha visto en el centro de la polémica entre okupas y propietarios.

¿Qué lleva a la okupación?

Según un estudio reciente, el aumento de la okupación se debe principalmente a la crisis de la vivienda, donde los precios se disparan y las oportunidades para acceder a un hogar asequible se vuelven cada vez más escasas. Pero no me malinterpretes; esto no justifica la ocupación de propiedades ajenas. En el caso específico de Carabanchel, la historia comenzó cuando una mafia vendió ilegalmente varias propiedades aún no habitadas, supuestamente a familias de origen peruano a precios que oscilaban entre los 2.000 y 3.000 euros. ¡Doble golpe! No solo pierden su hogar, sino que han sido engañados por un sistema que, en teoría, debería protegerlos.

El día de la ocupación

Era un día cualquiera en diciembre de 2023. Las familias que ya pagaban sus alquileres –con precios que iban de los 800 a los 1.300 euros, nada despreciable— se encontraban en su rutina habitual. Pero todo cambió durante el puente de la Inmaculada, cuando casi una treintena de familias llegaron en furgonetas, cambiaron las cerraduras y rompieron la paz del vecindario. ¿Te imaginas la cara de sorpresa de los residentes? “¡Pero si aquí apenas hay espacio para más que mis plantas!”, habrán pensado entre incredulidad y desesperación.

Algunos de los vecinos que podían ofrecer su testimonio describían la situación como un infierno. “No respetan las normas de convivencia, hacen ruidos de noche y se pelean”, comentaba un portavoz. Aquí es donde surgen los elementos más inquietantes, como la presencia de bandas latinas que no solo alteran la convivencia, sino que también siembran el temor en el entorno. ¿Estamos hablando de un edificio de apartamentos o de una escena de una película de acción?

La intervención de Servi-okupa

Como muchos de nosotros, los residentes de Carabanchel optaron por buscar ayuda externa. Contrataron los servicios de Servi-okupa, una empresa famosa por su eficacia en los desalojos. Al parecer, el proceso de desalojo fue «pacífico y negociado», con el gerente de la empresa hablando directamente con las familias okupas. ¿No es sorprendente que se pueda llegar a acuerdos así en una situación tan tensa? Pero, claro, los okupas estaban desesperados por evitar denuncias que afectaran sus posibilidades de regularizar su situación en España.

Sin embargo, la historia no termina aquí. A pesar de que dos familias abandonaron el inmueble, otras dos nuevas ya se habían instalado durante el fin de semana. Esto me recuerda a una especie de juego de «sillas musicales», donde cuando una familia se va, otra toma su lugar. ¿Pero realmente esto es solución a largo plazo? La respuesta parece ser un rotundo “no”.

La perspectiva de los vecinos

Los 100 vecinos que sí abonaban su alquiler han expresado su descontento, no solo con la okupación, sino también con la falta de soluciones más efectivas. “El problema continúa y va para largo”, señala un residente de la calle Excelente que está cansado de esta lucha sin fin. En este punto, necesitamos hacer una pausa. ¿Por qué esta situación no parece tener fin? La complejidad de la legislación vigente, sumada a la inacción de algunas autoridades, parece permear en el aire.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha sido claro al señalar que es vital dejar de frivolizar el problema. Pero la pregunta es: ¿cómo se traducen sus palabras en acción? La ley como está plantea un verdadero desafío porque, aunque el proceso legal para desalojo es un tema candente, a menudo es tan lento como una tortuga en una convención de caracoles.

La opinión de las autoridades

La visión de las autoridades es clara: existe una necesidad urgente de reformar la legislación para permitir desalojos rápidos. La vicealcaldesa Inma Sanz, en tendencia con Almeida, enfatizó lo urgente de esta situación. Pero, sinceramente, ¿podrán estos cambios realmente llegar a tiempo para ser efectivos? La indignación sentida por muchos de los residentes parece estar en un callejón sin salida.

Reflexiones sobre la okupación

A medida que reflexionamos sobre esta complicada problemática, es esencial recordar que detrás de cada historia de ocupación hay personas con sueños, esperanzas y también desesperación. La desculpa de que todos los okupas son «malos» y todos los que pagan alquiler son «buenos» es un simplismo que no se sostiene. La realidad está tejida de matices, como una intricada pintura al óleo que, aunque a veces resulta caótica, es, de algún modo, hermosa en su complejidad.

Esta situación no es solo un tema social; es un tema humanitario. Cada familia con la que hablamos tiene una historia y una razón por la que se encuentra en la complicada red de la okupación. Esto nos hace preguntarnos, ¿cómo podemos abordar el problema sin demonizar a todos los involucrados?

Al final, tal vez la respuesta que todos buscamos no sea sencilla. Puede que nuestra sociedad necesite reexaminar la manera en que vemos la propiedad, la vivienda y la comunidad. Y quizás, solo quizás, los cambios necesarios para crear un futuro donde todos tengan un hogar comiencen desde el alto en la conversación.

Conclusiones y pasos a seguir

  1. Involucrar a la comunidad: Es necesario crear espacios de diálogo donde todos los actores involucrados en la okupación puedan expresar sus preocupaciones y buscar soluciones conjuntas.
  2. Educación y conciencia: Hay una clara necesidad de educar a la población en temas relacionados con la vivienda, la ley y los derechos. Esto puede ayudar a prevenir futuras situaciones de okupación.

  3. Enfoque en políticas públicas: La urgencia de reformas legislativas que faciliten no solo los desalojo de okupas, sino también la protección de inquilinos y propietarios debe ser una prioridad estatal.

  4. Apoyo a familias vulnerables: Desarrollar programas que ayuden a las familias necesitadas de vivienda a acceder a formas legales y socialmente responsables de conseguir un hogar es imperativo.

Cuando observamos la realidad de la okupación en Madrid, lo que se nos presenta es un desafío mucho más grande de lo que parece a simple vista. El camino hacia soluciones efectivas será largo y lleno de obstáculos, pero solo con un enfoque colectivo y humano podremos conseguir un espacio que sea seguro y habitable para todos. Después de todo, todos tenemos derecho a un hogar. ¿No es ese el sueño español por excelencia?