La mirada crítica hacia el 12 de octubre, ese día en el que muchos españoles se visten de blanco y rojo para celebrar la Fiesta Nacional, se ha vuelto cada vez más común. ¿Por qué, te preguntarás? Es una pregunta que también me hice una mañana, mientras tomaba un café con amigos (quienes, por cierto, estaban más interesados en la última victoria del equipo que en reexaminar nuestra historia). Pero, ¿tendrá sentido seguir celebrando un día que provoca tanto debate y división? En este artículo, hacer un recorrido por la compleja identidad nacional de España y los altibajos de su día de la hispanidad es necesario.

¿Y si celebramos algo diferente?

Antes de seguir, déjame hacerte una pregunta: ¿alguna vez has tenido una conversación en una cena familiar que se ha tornado incómoda? Esa especie de silencio que se apodera de la habitación cuando alguien menciona un tema controvertido. Así es, muchas veces, el 12 de octubre. En la Universidad, durante un debate sobre la identidad nacional, solíamos escuchar un podcast titulado 12 de octubre: cinco fechas alternativas para la Fiesta Nacional. Recomendable, no simplemente por la información intrigante que contiene, sino porque da inicio a una reflexión profunda sobre nuestra identidad como ciudadanos.

La discusión suele incluir una mezcla pintoresca de estudiantes de distintas nacionalidades, lo que intensifica el argumento. Una vez, un compañero francés soltó una frase que quedó grabada en mi mente: “¿Por qué no celebran el Día de la Constitución? Parece un poco más relevante que el día en que llegaron a América para conquistarla”. Su comentario resonó, y me dio que pensar: ¿por qué ese día, en particular, genera tantas inquietudes?

Un poco de historia para situarnos

Para hablar del 12 de octubre, necesitamos entender de dónde viene. Se dice que este día conmemora el «descubrimiento» de América por Cristóbal Colón en 1492. Pero, déjame ser honesto: en lugar de celebraciones llenas de paradas y discursos, ¿no sería mejor considerar frescos los efectos del descubrimiento para millones de personas que sufrieron los estragos de la colonización?

La historia ha hecho que muchos países, incluidos países de América Latina, miren hacia España con un resentimiento comprensible. Como bien observó el ex Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador al solicitar disculpas por los crímenes de la conquista, hay temas más profundos que requieren atención. Y esa ceremonia militar del 12 de octubre, en lugar de ser una gloriosa celebración, puede ser vista como una burla a las heridas no cerradas de la historia.

Opciones sobre la mesa: ¿qué celebramos realmente?

Al final del día, la pregunta se torna crítica: ¿qué queremos conmemorar? Como mencioné antes, a través de nuestras discusiones, varias fechas emergieron, como el 19 de marzo y el 6 de diciembre, que al parecer están más conectadas con la esencia de lo que significa ser español en esta época.

La Constitución de 1978 es, sin duda, un hito de importancia incuestionable. ¿Puede un país que ha superado un régimen dictatorial no celebrar su paso hacia una democracia? ¡Eso sería un verdadero signo de madurez nacional! Sin embargo, en un clima donde cada decisión parece estar sujeta a la más mínima crítica, parece difícil llegar a un consenso sobre un nuevo día de celebración.

Esto me lleva a una reflexión personal: ¿cuántas veces hemos visto cómo se desmoronan los consensos y las decisiones por falta de diálogo entre generaciones? Tal vez el 12 de octubre pueda convertirse en un símbolo del pasado, pero también de un futuro que está en nuestras manos construir.

Una identidad nacional en constante evolución

Y aquí es donde surge el dilema de la identidad nacional. Según Benedict Anderson, nuestra identidad no es estática, y esto resulta cierto en el caso de España. De hecho, podríamos adoptar el término “nacionalismo banal” que utiliza Michael Billig; en otras palabras, la forma en que se manifiesta la identidad nacional en la vida cotidiana suele ser tan sutil como una sonrisa en un café o tan ruidosa como una celebración militar. ¿Qué podemos hacer entonces?

Muchos estudiantes piden un replanteamiento de lo que significa ser “español”. La heterogeneidad de opiniones en el aula se convierte en un espejo de la diversidad de la sociedad española. Y ahí, ese diálogo entre lo que hemos sido y lo que queremos ser al final del día podría ser nuestra mayor oportunidad para crecer como nación.

Mirando hacia el futuro: una nueva narrativa

En este sentido, los países que han tenido una historia colonial deben enfrentarse a una elección: ¿desean perpetuar narrativas de grandeza y superioridad, o prefieren construir una verdad compartida y respetuosa? Aquí vale la pena destacar el contraste con Francia, cuya Fiesta Nacional conmemora la toma de la Bastilla y no su legado colonial. ¿Será que será necesario para España hacer un cambio radical en su enfoque?

La elección de un nuevo día para la fiesta nacional podría ser un símbolo fuerte de nuestra voluntad para pasar página con el pasado, abrazando nuestra diversidad y nuestro compromiso hacia un marco democrático. Tal vez, en lugar de un desfile militar, podríamos celebrar un evento que nos permita reflexionar sobre nuestras luchas como sociedad, que es, después de todo, lo que nos hace realmente humanos.

El dilema de las tradiciones

He de admitir que eliminar el 12 de octubre no es fácil. Después de todo, las tradiciones tienen un poder casi hipnótico. Este día en particular ha sido parte de la cultura nacional por décadas. Sin embargo, a medida que muchos de nuestros contemporáneos se cuestionan la relevancia de esas tradiciones, la pelota está en nuestra cancha. Con la fragilidad de nuestro papel como ciudadanos, ¿podemos permitirnos seguir aferrándonos a un símbolo que sólo divide?

Cuando un estudiante levantó la mano en clase y dijo: “La identidad nacional no se debe construir sobre el sufrimiento de otros”, todos concordamos en silencio con lo que se podía leer entre líneas: nuestra historia es un mosaic de experiencias, y aunque una parte de ella puede ser dolorosa, es vital que la afrontemos, que aprendamos de ella, para que no se repita.

Conclusión: ¿Qué significa ser español hoy?

Así que, volviendo a la pregunta inicial, ¿podemos reinventar nuestra identificación como país sin perder de vista lo que nos ha moldeado? ¿Es posible construir un nuevo relato en el que cada uno de nosotros se sienta representado en lugar de excluido? Tal vez, quizás, un nuevo Día de la Constitución pueda convertirse en ese evento unificador.

La sociedad española está en un camino largo y complejo. Como ciudadanos, debemos explorar estos temas con seriedad y con la esperanza de crear un entorno donde la identidad nacional no se perciba como un motivo de discordia, sino como un puente que nos une. Recordemos: el diálogo, la empatía y el respeto son esenciales en este viaje. Y recuerda, cada celebración debe ser una oportunidad para aprender y crecer, y si no, por lo menos que nos dé algo de qué reír en futuras cenas familiares. Después de todo, la historia no tiene que ser un tema incómodo si decidimos abordarlo con humor y sinceridad.