La magia de la Navidad siempre despierta sentimientos de nostalgia y alegría. Cada año, nuestras ciudades se iluminan con luces brillantes, mientras los escaparates se visten con decoraciones que nos invitan a recordar momentos pasados. En Madrid, un escaparate en la calle Génova ha capturado la atención de los transeúntes con una pequeña joya que, si no la has visto, te hace sentir como si te faltara un pedacito de la temporada. ¿Adivinas de qué se trata? Correcto: ¡una casa de muñecas! Pero no cualquier casa; esta es una obra creada por el renombrado diseñador de moda Lorenzo Caprile.
Un dulce legado en un escaparate mágico
Imagina pasear por una calle adornada con luces navideñas y un aire fresco que grita «invierno». Tus pies te llevan a un escaparate, y lo que ves te hace detenerte en seco. Allí, entre nubes de algodón de azúcar y otros deleites visuales, está la casa de muñecas, una miniatura del emblemático establecimiento de Viena Capellanes, una pastelería que ha endulzado la vida de los madrileños desde 1873. ¡Eso son más de 150 años de pura delicia!
La preocupación por los detalles es evidente. Cada pastelito, cada bollo y cada rincón de esta casita han sido diseñados por el equipo de la tienda de miniaturas Esmalper, expertos en captar la esencia de lo que representan. Antonio Lence, el director general de Viena Capellanes, no puede evitar sonreír al hablar de esta obra maestra. “Es un viaje al pasado, una ventana a nuestros orígenes”, dice con emoción. ¿Quién no querría hacer un viaje en el tiempo, sobre todo si se presenta bajo la forma de una casita llena de dulces?
El primer bocado: un poco de historia
La pastelería Viena Capellanes fue fundada por Matías Lacasa en la calle Capellanes (actualmente Maestro Victoria). Desde sus inicios, ha sido sinónimo de calidad y tradición en el arte de la repostería. Cada receta que han ido perfeccionando a lo largo de los años es un legado familiar. ¿Y quién no ha disfrutado de un delicioso roscón de Reyes en esta emblemática pastelería? Si eres como yo, seguro que tienes una anécdota divertida relacionada con la búsqueda del roscón perfecto, ya sea peleándote con tus hermanos por la última porción o sintiendo la angustia de no encontrar la figurita escondida.
La casita de muñecas diseñada por Caprile no solo representa un establecimiento de repostería; es un homenaje tangible a una época donde el trato al cliente era tan importante como la calidad del producto. Cuando miras la miniatura, no solo observas pasteles; sientes la historia, la dedicación y el esfuerzo de una empresa familiar que ha resistido la prueba del tiempo.
Caprile y su amor por las miniaturas
Lorenzo Caprile no es solo un modista legendario, sino también un apasionado del mundo de las casas de muñecas. ¿Recuerdas tu primera muñeca o el juguete que más disfrutaste de pequeño? Para muchos, una casa de muñecas representa un mundo entero de posibilidades, un espacio donde la imaginación vuela libre.
La idea de crear esta obra comenzó como una simple conversación entre amigos. Caprile, al ser un cliente habitual y amigo cercano de Lence, tuvo la brillante idea de hacer algo especial para la Navidad. ¿Y qué mejor manera de capturar el espíritu navideño que a través de una miniatura que narra la historia de una de las pastelerías más queridas de Madrid? Aunque inicialmente la idea era crear una casa de muñecas convencional, la visión se fue adaptando hasta convertirse en esta representación nostálgica de Viena Capellanes.
Los detalles que cautivan
Es fascinante cómo los detalles hacen la diferencia. Este escaparate no es solo un diseño para atraer a los clientes; es una representación de un momento y un lugar. La casa presenta diminutos pastelitos, bollería y roscones en miniatura, y hasta personajes que representan a los trabajadores y clientes de la época. Luis, un amigo de la infancia, solía decir que la belleza está en lo que no se ve a simple vista; tal vez eso es lo que hace que esta miniatura sea aún más especial.
Cada persona que pasa frente a la casa puede ver más que una simple construcción. Al observar la pequeña escena, es como si se pudieran escuchar las risas, las conversaciones y el murmullo de clientes que entran y salen, llenando el lugar con un aroma a pan recién horneado. El diseño de Caprile es como una máquina del tiempo que nos invita a sumergirnos en un pasado que muchos nunca hemos conocido, pero del que todos hemos oído hablar… o hemos probado sus delicias.
La Navidad: un momento para la nostalgia
Hablemos un poco de la Navidad. Es esa época del año en la que todos nos volvemos un poco más sentimentales. Los escaparates que muestran arriesgadas búsquedas de regalos son los más comunes, pero no todos tienen la suerte de contar con una miniatura que celebra la historia y el legado. En un mundo donde los grandes espectáculos suelen acaparar la atención, este escaparate es un guiño a la calidez y la intimidad de las celebraciones familiares.
El director general de Viena Capellanes, Antonio Lence, lo explica de manera poética: “Es un homenaje a los primeros locales de la empresa, recordamos nuestra historia con el talento e ideas de Lorenzo”. En este sentido, es un recordatorio de que, a menudo, lo más sencillo puede ser lo más memorable.
¿Quién no ha compartido historias alrededor de una mesa llena de manjares, disfrutando de un café o un chocolate caliente? Esa mezcla de sabores y emociones es precisamente lo que Caprile y Lence han logrado encapsular en este escaparate.
La importancia de recordar nuestras raíces
La vida moderna puede ser agitada y abrumadora. Hoy en día nos encontramos bombardeados por anuncios de productos deslumbrantes, campañas publicitarias grandiosas y un ritmo que a menudo nos deja sin respiro. En medio de todo ese ruido, es esencial no olvidar nuestras raíces, esas tradiciones que nos definen como personas y como comunidad.
Recordar la historia de Viena Capellanes es, de alguna manera, redescubrir nuestra identidad cultural. Y en estos tiempos de cambio, es alentador ver que la nostalgia puede ser un refugio muy necesario. La colaboración entre Caprile y Esmalper nos muestra que, aunque el mundo avance a pasos agigantados, hay joyas del pasado que merecen ser preservadas y celebradas.
Un llamado a la acción: ve a verlo tú mismo
Ahora que hemos explorado esta deliciosa narrativa, aquí va mi propuesta: pasea por la calle Génova y visita este escaparate. No solo lo verás; lo sentirás. Con cada detalle, te transportarás a un tiempo donde la calidad y el cariño eran las bases de cualquier gran repostería. Tal vez incluso sientas la tentación de detenerte en la pastelería y probar uno de esos icónicos roscones para llevarte un sabor del pasado a casa.
Además, no hay nada como celebrar las festividades con una buena historia que contar, y ¿qué mejor que la historia de una pastelería que ha estado endulzando la vida de los madrileños durante más de un siglo?
Reflexiones finales
En conclusión, la casita de muñecas de Lorenzo Caprile no es solo un nombre elegante en un escaparate; es un símbolo de la riqueza cultural que todos llevamos dentro. Cada vez que admires una cosa que tenga un significado más profundo, recuerda que esas historias son las que hacen que la vida sea bella. La próxima vez que te detengas en la puerta de una pastelería, piensa en todo lo que ha pasado por allí en los últimos 150 años.
Así que, ¡feliz Navidad! Que este año nuevos recuerdos y dulces sabores hagan parte de nuestras historias. Y al final de cuentas, ¡qué mejor manera de celebrar que con una deliciosa rebanada de historia!