La Biblioteca Nacional de España (BNE) es un bastión del conocimiento, un faro de cultura y un refugio para los amantes de la lectura. Pero, ¿qué pasa cuando un faro se convierte en una piscina? Este miércoles, las intensas lluvias hicieron que esta emblemática institución se viera inundada, poniendo en jaque no solo sus instalaciones, sino también la seguridad de trabajadores y usuarios. Como un bicho en una película de terror que siempre regresa, las inundaciones parecen ser ya una maldición habitual. Y ahí es donde surge la pregunta del millón: ¿por qué no se ha solucionado este problema de una vez por todas?

Un día cualquiera en la BNE… o no tanto

Imaginemos que eres un estudiante ansioso, buscando refugio en la BNE para prepararte para tu examen de historia. Te imaginas entre libros polvorientos, el aroma a papel antiguo en el aire y el murmullo de páginas pasando. De repente, un estruendo—¡sorpresa!—es el agua. En un giro del destino digno de una comedia, las goteras que solían ser un mero problema se han transformado en torrentes que inundan las salas de lectura. Y no, no es un nuevo concepto de terapia de electro-shock literaria.

Los sindicatos CSIF y CCOO han declarado que no es la primera vez que esto ocurre. En palabras de Emilio Murcia, responsable de Prevención y Salud Laboral en CCOO, la situación en algunas áreas parece tan peligrosa como intentar ver una película de terror en una noche oscura. ¿Alguna vez has sentido que el agua te sigue, incluso en una biblioteca? Quiero decir, es solo una semana de lluvia, ¿quién necesita el drama?

El ciclo interminable de las lluvias y las inundaciones

Pero, para ser honestos, esto no es solo una cuestión de mal tiempo y un poco de mala suerte. Este es un problema estructural que lleva décadas arrastrando. Murciélago en mano, los sindicatos hablan de inundaciones recurrentes cada vez que la lluvia decide hacer una visita. Sí, te estoy hablando de episodios de goteras que forzan el cierre de salas. Recientemente, una gotera fue responsable de cubrir con plásticos todo, desde ordenadores hasta enchufes. ¿Es realmente la interpretación moderna de la «literatura empapada»?

Las obras de emergencia aprobadas a finales de 2023 con un presupuesto de 1,9 millones de euros son un intento de poner fin a esta repetitiva historia. Sin embargo, la burocracia de manejar un edificio histórico parece ser un obstáculo mayor que cualquier tormenta. ¿Por qué es más fácil moverse por Twitter que por las normativas de conservación de edificios históricos?

La caída de un gigante

Esta vez, la inundación ha arrastrado consigo la famosa bodega literaria. La biblioteca alberga alrededor de 35.550.000 ejemplares: libros, revistas, fotografías, y hasta manuscritos históricos. Una cifra impresionante, ¿verdad? Pero con grandes números vienen grandes responsabilidades y, en este caso, un gran desastre.

La Dana que experimentó la Comunidad de Madrid es solo un ejemplo de los cambios climáticos más extremos que estamos presenciando globalmente. Desde la famosa temperatura de los 40 grados en verano hasta lluvias torrenciales en invierno, parece que nuestro clima está en un constante ciclo de drama.

Ahora, en medio de todo esto, los trabajadores y usuarios se encuentran en una encrucijada. Según UGT, algunas salas parecen una «piscina». Se podrían argumentar varias cosas, como que podrían establecer tarifas de entrada para nadar en el recinto. Aunque, claro, todo esto tendría un costo altísimo en la cultura.

Una mirada hacia el futuro

La dirección de Óscar Arroyo, al parecer, no ha sido capaz de proporcionar una solución eficaz a este problema recurrente, lo que ha llevado a un llamado urgente para un plan de actuación en la BNE. Mientras tanto, nosotros, los meros mortales, nos preguntamos: ¿Dónde estarán esos libros históricos que siempre prometimos leer?

Este problema no solo afecta a quienes trabajan allí, sino también a todos aquellos que amamos la literatura y la cultura. Además de ser un centro de conocimiento, la BNE es un lugar simbólico que representa nuestra historia colectiva. Y así, ¡bajo el agua! Nos hace replantearnos nuestra relación con el entorno, la cultura y la historia.

Humor en tiempos de crisis

Si lo miramos desde un punto de vista humorístico, podríamos considerar que, tal vez, se podría hacer un nuevo género literario: «historia sumergida». Bella metáfora, aunque quizás más adecuada para un libro de cuentos fantásticos que para una biblioteca nacional. O tal vez una serie de comedia sobre el «gran rescate literario» en el que un grupo de bibliotecarios se embarca en un viaje épico para salvar sus textos más preciados de la inundación.

En fin, el dilema se repite: ¿seremos capaces de prevenir futuras inundaciones? O, ¿estaremos aquí narrando la historia de la BNE como un escenario de películas de acción, donde los libros no son los únicos que corren peligro?

¿Aprenderemos de nuestros errores?

Es innegable que este problema es multidimensional, donde la gestión de lo que es nuestro legado cultural se encuentra con la cruda realidad del cambio climático y la infrainversión permanente. ¿Cómo podemos esperar que la cultura florezca si sus cimientos están liquidados en el agua?

En un mundo donde el cambio es la única constante, la necesidad de acción inmediata nunca ha sido tan urgente. ¿Qué medidas deben implementarse para asegurar que la BNE no solo sobreviva, sino que también prospere? Y más importante aún, ¿qué legado dejaremos para las futuras generaciones de lectores?

Conclusión: Reflexiones bajo la lluvia

La inundación en la Biblioteca Nacional de España es más que un simple evento desafortunado. Nos lleva a una reflexión más amplia sobre cómo tendemos nuestra cultura, cómo cuidamos nuestras instituciones y qué papel desempeñan estos espacios en nuestra identidad colectiva. La combinación de humor, desastre y esperanza es un recordatorio de que el conocimiento y la cultura siempre deben ser priorizados.

Así que, la próxima vez que pienses en visitar la BNE, quizás vayas con un par de aletas y un salvavidas—por si acaso. Después de todo, el futuro de la biblioteca podría depender de ello. ¿Quién sabe? Quizás pronto también haremos un club de lectura bajo el agua. ¿Te apuntas a la aventura?


Este artículo es un llamado a la acción, una invitación a reflexionar sobre lo que valoramos y un recordatorio de que, a veces, la historia se escribe no solo con tinta, sino también con agua. ¿Estamos listos para nadar en aguas desconocidas o simplemente nos quedaremos en la orilla, esperando que pase la tormenta?