El tema del independentismo catalán siempre ha sido como una montaña rusa: lleno de giros inesperados y momentos climáticos que nos hacen gritar o reír nerviosamente. Carles Puigdemont, expresident de la Generalitat, ha vuelto a la escena política resaltando la necesidad de una autocrítica estatal. Después de tantas emociones y sorpresas, ¿realmente hay algo nuevo que aprender de todo esto? Veremos.

Las reflexiones de Puigdemont: más allá de la Ley de Amnistía

Durante un acto conmovedor organizado por el Consell de la República, Puigdemont no se anduvo con rodeos. Reiteró que la Ley de Amnistía es una respuesta insuficiente a la represión del Estado español tras el referéndum del 1 de octubre de 2017. ¡Vaya manera de decir que aún hay cuentas pendientes!

Lo que realmente me hizo reflexionar fue su declaración sobre que «no hay suficientes gomas de borrar para eliminarlo de nuestra historia.» Este tipo de afirmaciones siempre me recuerdan a esos exámenes en la escuela, donde te das cuenta de que, por mucho que borres, a veces lo que quedará serán las marcas de la lucha. ¿Puede el Estado también aprender de sus «errores borrosos»?

Imagina si cada error político pudiera ser borrado de la memoria colectiva. Al final, aprenderíamos menos. En cambio, parece que Puigdemont prefiere mantener viva la memoria de esas decisiones, destacando que mientras algunos ciudadanos deben «luchar con las manos atadas a la espalda,» no puede haber normalidad en Catalunya.

La lucha alma en mano: ¿es posible la independencia?

Puigdemont sigue firme en su lucha por la independencia. En sus propias palabras: «No tiramos la toalla ni lo haremos nunca…» Aquí hay algo que todos podemos entender, independientemente de nuestra postura política: la pasión por una causa. Pero, ¿es la independencia catalana un objetivo tan claro como parece?

Una de las cosas más irritantes de la política actual es que en lugar de unir, parece que todo se trata de dividir. ERC, el partido político que ha estado en el centro de toda esta discusión, ha instado a Junts a alinear sus intereses. Marta Vilalta, secretaria general adjunta de ERC, no tuvo reparos en decir que eran parte de un lado de la mesa, el lado de Catalunya. ¿Y Junts? ¿Estarán allí también, o se unirán a la corriente de la derecha españolista con el PP y Vox?

Imagínate una mesa de café donde todos discuten sobre lo que quieren pedir, pero algunos quieren compartir mientras otros prefieren un «todo a la carta.» No es fácil a la hora de tomar decisiones, y la escena política en Catalunya es un claro ejemplo de ello.

Un debate interno sobre la estrategia del independentismo

Uno de los puntos más intrigantes es cómo las diferencias entre ERC y Junts están comenzando a asomar como un elefante en la habitación. En un momento donde la unidad es clave, una discrepancia en el voto sobre la financiación singular puede romper el delicado equilibrio. Y me hace sentir que, en este baile político, alguien podría pisar un pie.

A veces, en mi propia vida, he sentido que mis amigos y yo teníamos ideas diferentes sobre cómo organizar una fiesta. Pasamos más tiempo tratándonos de convencer unos a otros sobre la decoración adecuada que disfrutando de la celebración. Así parece que está funcionando entre ERC y Junts. Es frustrante.

Pero, ¿es posible que esta falta de unidad también sea un reflejo de la diversidad de opiniones dentro del mundo independentista? Claro que sí. La diversidad puede ser una fortaleza; sin embargo, cuando se trata de procesos políticos, a menudo se siente más como un obstáculo. Al final, si no están en la misma sintonía, los solos esfuerzos de unos pocos pueden no ser suficientes para cambiar la melodía.

La realidad de vivir una lucha diaria

Es fácil hablar desde la comodidad de un sofá, mientras se observan las noticias por la televisión, pero el verdadero reto lo viven aquellos que caminan entre manifiestos, reuniones y negociaciones todos los días. Ahora entiendo a Puigdemont cuando dice que algunas personas deben «luchar con las manos atadas.»

La lucha por la independencia no solo implica la política; afecta la vida cotidiana de muchos. Por ejemplo, la forma en que la gente vive su identidad, sus relaciones, y su día a día se ven marcados por cuestiones de política. En mi caso, al mudarme a una nueva ciudad, me sentí desorientado por momentos. ¿Qué tal si hiciera una analogía y dijera que el independentismo catalán es como mudarse a una nueva ciudad?

En la mudanza, estás en un lugar nuevo donde todo puede parecer extraño y aterrador. Pero también hay oportunidades. Algunos encuentran su identidad y comunidad en la nueva cultura, mientras que otros se aferran a lo familiar. ¿Alguien más se siente igual cuando observa un referéndum en Catalunya?

Mirando hacia el futuro: ¿hacia dónde vamos?

Lo interesante es que, a pesar de todas las tensiones, Puigdemont se ve cada vez más decidido. Si lo piensas, es necesario ser valiente en momentos de incertidumbre. Llamando a la autoevaluación y a la reflexión sobre las acciones del Estado español, parece que está mirando más allá de la situación actual.

Para él, la falta de unidad ha tenido «consecuencias nefastas para la nación.» Y en eso, creo que todos podemos estar de acuerdo. Sin un propósito claro, la lucha se vuelve más difícil. Imagina un equipo de fútbol donde cada jugador juega por su cuenta, lejos de los objetivos del equipo. ¿No sería un verdadero caos?

Aprendiendo de esta experiencia

Una cosa es clara: la lucha por la independencia es un viaje largo y lleno de desafíos. Hay reflexiones que deben hacerse, preguntas que deben (y no deben) responderse, y decisiones cruciales que están por venir. Y tal vez, solo tal vez, ese sentido de unidad es lo que realmente se necesita ahora más que nunca.

Regresando a la lógica de un niño, es posible que a veces nos sintamos como él cuando trata de determinar a quién pasarle la pelota, mientras contiende en esa lucha interna por la gloria de ser visto como un héroe entre sus compañeros.

En conclusión, la política puede parecer complicada, a menudo es frustrante y, a veces, banal. Pero lo que realmente importa es cómo cada uno de nosotros decide actuar dentro de este entramado. Así que, ¿qué opinas? ¿Deberíamos unirnos al coro por una Catalunya unida, o, por el contrario, seguir empujando a los lados opuestos de la mesa? Al final, el futuro de Catalunya puede depender de la respuesta a esa pregunta. Eso sí, no olvidemos llevar nuestras gomas de borrar, no por si acaso cometemos errores, sino para recordar que el aprendizaje también forma parte del camino.