En el carrusel frenético de la política española, cada día nos sorprende un nuevo episodio que roza la comedia, la tragedia o una mezcla de ambas. Bueno, si pensábamos que habíamos visto de todo, la reciente incorporación de dos militares en la reserva a la Generalitat de Valencia nos deja más preguntas que respuestas. ¿Estamos ante un movimiento estratégico para mejorar la gestión pública o es simplemente un intento de “dar una imagen de control” ante los desafíos actuales? Vamos a desglosar este intrigante acontecimiento.
Un consell militarizado: perfiles que sorprenden
La noticia recién salida del horno es que el conseller para la Recuperación Económica y Social será el teniente general Francisco José Gan Pampols, y el general de brigada Venancio Aguado de Diego asumirá el rol de secretario autonómico. ¿Recuerdas esa antigua película de Hollywood donde un grupo de militares se encontraba a cargo de una crisis en una ciudad? Bueno, en este caso, no hay un alienígena mutante, pero tenemos algo que podría compararse con un desafío similar: la DANA o Depresión Aislada en Niveles Altos.
Obviamente, no se trata de un simple cambio estético. Este movimiento se inscribe dentro de un decreto ley de medidas extraordinarias para la gestión pública. Pero aquí está el meollo del asunto: mientras que las retribuciones de los altos cargos están teóricamente limitadas a lo que ganaría el presidente, con un pequeño extra del 15%, los nuevos “ilustres” miembros del consell parecen haber encontrado una laguna legal. Según el decreto, este límite no se aplique a ellos. ¿Revelación o simple cinismo político?
La reacción de los sindicatos y la oposición
La vicepresidenta primera de la Generalitat, Susana Camarero, salió al paso de estas críticas afirmando que los sindicatos no solo estaban al tanto de la situación, sino que aprobaron el cambio. Y ahí es donde entramos en terreno pantanoso, porque ¿quién no ha visto alguna vez cómo se negocia en la política? Es un arte casi tan delicado como hacer malabares con fuego.
Por otro lado, el PSPV-PSOE y Compromís no han tardado en reaccionar. Han calificado la medida como “inmoral” y “miserable”, respectivamente. Así que aquí estamos, en medio de un debate que podría haber sido extraído de una obra de teatro. Entre actitudes de bravura y un legislador en apuros, la historia se desarrolla.
Incorporar talento o reafirmar privilegios
De acuerdo con el presidente autonómico, Carlos Mazón, la medida es esencial para “incorporar talento”. ¿Pero realmente se necesita este tipo de “talento” militar para afrontar situaciones administrativas? Suena casi como una conversación en un bar donde uno dice: “¡Vamos a contratar a un astronauta para resolver problemas de tráfico!”
El argumento es que los sueldos de los altos cargos en Valencia son algunos de los más bajos de España. No puedo evitar imaginarlos en una especie de subasta de alto nivel, con otros presidentes arrojando cifras y susurrando: “¡Mira, puedo ofrecerte un rango general por la mitad de lo que ganan en Catalunya!” Todo un espectáculo, sin duda.
Las justificaciones del Gobierno
La respuesta del gobierno, además de ser defensiva, revela un aspecto interesante de la política moderna: el uso del lenguaje como herramienta de marketing. “Necesitamos incorporar talento, compromiso y capacidad”, dice alguien con la corbata muy bien ajustada desde su despacho. ¿Pero a qué costo? ¿Acaso realmente creemos que la experiencia militar es la solución mágica para la recuperación económica?
Sin embargo, tenemos que considerar que esta afirmación tiene un eco dentro de la lógica de la política. La gestión de crisis en cualquier forma implica ciertas habilidades que los militares pueden tener. Aunque esto no quiere decir que todos los ex-militares estén capacitados para responder a desafíos civiles, y el riesgo de militarizar la política es un camino escabroso.
Reflexiones sobre la ética y la política
Es difícil ignorar la narrativa ética detrás de todo esto. Desde el punto de vista de la ciudadanía, ¿realmente necesitamos un consell militarizado para dirigir la recuperación económica? La historia nos dice que la militarización de la política rara vez termina bien. Podemos recordar ejemplos de gobiernos autoritarios que comenzaron con la idea de “profesionalizar la administración pública”.
Vivo en un pequeño barrio, y cuando veo una nueva tienda abrir, me gusta preguntarme: «¿Qué es lo que realmente están ofreciendo a la comunidad?» Este es exactamente el tipo de preguntas que debemos hacernos en situaciones como esta. ¿Qué tipo de “talento” traerán estos nuevos consejeros al consell? ¿Serán capaces de trascender las limitaciones burocráticas y aportar un cambio positivo, o simplemente se convertirán en un nuevo conjunto de figuras en un tablero de ajedrez político?
La defensa de la medida
Por otro lado, hay quienes defienden que se trata de una medida excepcional para una situación excepcional. Justo como cuando tu amigo decide mezclar todos los licores en su vaso porque está seguro de que tendrá un sabor “exótico”. El gobierno menciona que es fundamental contar con perfiles técnicos para abordar sus problemas actuales, y eso suena admirable en teoría. Pero, ¿qué pasa con la experiencia civil? ¿No hay ingenieros, economistas, o simplemente gente de a pie que ha gestionado crisis en sus comunidades y que podría aportar más?
Un vistazo al futuro
Mirando hacia adelante, será interesante ver cómo se desarrolla esta situación. Mientras tanto, las reacciones de los partidos de oposición harán que el ambiente político siga candente, con un tira y afloja que seguramente entretendrá (si eres aficionado a la política) o alterará (si prefieres la calma en tus días) a los valencianos.
Hay un viejo refrán que dice: “Lo que se hace en la oscuridad, sale a la luz”. La política es un juego de luz y sombras, y esta reciente jugada en la Generalitat ha arrojado un nuevo rayo de sol sobre las dinámicas de poder que dominan el escenario español.
Conclusiones finales
Entonces, ¿estamos ante la sanación de una gestión pública herida o la instalación de un nuevo orden que podría desvirtuar la política valenciana? Lo cierto es que la resolución no se encontrará en las manos de unos pocos, sino en el involucramiento de todos nosotros como ciudadanos informados y activos en el proceso.
En conclusión, es nuestra única responsabilidad mirar más allá de los titulares y preguntar cuánto de lo que se decide en las esferas de poder realmente nos afecta. ¿Seremos testigos de un cambio positivo, o simplemente más de lo mismo?
Como siempre, el tiempo lo dirá. Por ahora, estaremos vigilantes y con una cerveza fría en la mano, listos para disfrutar del espectáculo. ¡Salud!