La historia de la España contemporánea es, en muchos aspectos, una historia de silencios. Silencios que no se pueden olvidar, ni borrar. Y aquí es donde entra en escena Gerardo Iglesias, un hombre que ha dedicado su vida a dar voz a quienes fueron silenciados durante y después del régimen de Franco. ¿Cuántos de nosotros podríamos decir que hemos hecho algo realmente significativo con nuestras vidas? Iglesias, con su incansable trabajo, ha logrado algo que va más allá de su papel como político o sindicalista: se ha convertido en un verdadero guardián de la memoria histórica.
Un comienzo marcado por el dolor
Imagina ser un niño de solo cinco años y presenciar la tortura de tu padre. Eso fue lo que le sucedió a Gerardo, quien vio cómo la violencia del poder se cernía sobre su familia. Esa experiencia traumática se convirtió en el motor que impulsó su búsqueda de la verdad. Esas imágenes, que a muchos podrían haber atormentado toda su vida, se transformaron en un impulso para investigar los crímenes del franquismo. ¿No es increíble cómo el dolor puede transformarse en fuerza?
Iglesias no es solo un referente en la política y la sindicalización; es también un investigador infatigable de las atrocidades cometidas en España. Su trabajo ha sido reconocido por muchos, y su investigación ha culminado en libros que recogen las historias de aquellos que lucharon valientemente contra la represión.
La importancia de la documentación: ¿por qué estorba la memoria?
En 2011, Gerardo publicó su libro titulado «Por qué estorba la memoria», que recoge 22 biografías de guerrilleros asturianos. A través de su pluma, pone en evidencia una realidad que muchos prefieren olvidar. ¿Por qué es tan importante recordar? Porque la memoria es una herramienta para prevenir que los errores del pasado se repitan. En palabras de Iglesias, los que lucharon resistiendo al franquismo merecen ser recordados y honrados.
Su trabajo no solo se limita a los libros. Recientemente, ha entregado documentación al Ayuntamiento de Langreo, una valiosa colección que ahora estará bajo su custodia. Este esfuerzo busca preservar la memoria de los hombres y mujeres que se enfrentaron a la tiranía. ¿No es justo que sus historias sean contadas y que se reconozca su sacrificio?
La lucha contra la impunidad
A medida que avanzaba en su investigación, Gerardo se dio cuenta de que la impunidad del franquismo seguía viva. Así que decidió dar un paso más allá. En 2015, lanzó el libro «La amnesia de los cómplices«, que compila 150 historias que claman contra la impunidad. Es un acto de justicia y reparación; una llamada a la acción para que todos tomemos conciencia de lo que ha sucedido.
Gerardo ha ido más allá de la investigación. En 2018, junto a otros represaliados del franquismo, presentó una querella contra un policía franquista. El resultado fue el rechazo del juzgado. ¿Qué significa esto? Que la lucha por justicia y verdad en España aún continúa y necesita de más hombres y mujeres valientes que se atrevan a alzar la voz.
La respuesta del sistema judicial: un revés judicial
Después de que su querella fue desestimada, Gerardo no se rindió. En lugar de eso, llevó su caso ante el Tribunal Constitucional y posteriormente al Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo. La determinación de Iglesias es digna de admiración. Lo que muchos podrían ver como un fracaso, él lo hace ver como una oportunidad para seguir luchando por la verdad. ¿Quién puede hacerlo mejor que alguien que ha vivido la represión en carne propia?
Desafortunadamente, Estrasburgo también rechazó investigar los crímenes del franquismo. Ante este revés, uno no puede dejar de preguntarse: ¿cuántas veces debe enfrentarse la verdad con la negación antes de que la justicia prevalezca?
El valor de la memoria colectiva
A pesar de los obstáculos, el trabajo de Gerardo no ha caído en el olvido. Las historias que ha recopilado forman parte de una exposición permanente que será inaugurada en la Casa de los Alberti en Ciaño. Esto representa un paso importante hacia la visibilización de la memoria histórica en España, un país donde aún existen cicatrices abiertas de su pasado.
¿Qué nos enseña esto? Que la memoria no es solo un recuerdo; es un compromiso. Es una responsabilidad colectiva. Y en un mundo que tiende a mirar hacia otro lado, ser un defensor de la memoria es un acto de valentía.
Un llamado a la empatía
La labor de Gerardo Iglesias trasciende más que su experiencia personal. Nos invita a reflexionar sobre nuestras propias historias familiares y los secretos que podrían estar escondidos. La historia del franquismo no es solo suya, es también de cada uno de nosotros. ¿Qué legados estamos dejando a las generaciones futuras?
Dentro de sus escritos y documentos, encontramos un llamado a la empatía. No se trata solo de mirar al pasado para aprender de él, sino de ser conscientes de cómo nuestras acciones hoy impactarán el futuro. Quien no recuerda su historia está condenado a repetirla, decía el célebre filósofo.
Un museo de la guerrilla: un sueño por cumplir
Aunque su propuesta de establecer un museo de la guerrilla no obtuvo el eco esperado, la idea en sí misma es ground-breaking. La creación de un sitio que rinda homenaje a aquellos que lucharon contra la opresión tendría implicaciones significativas, no solo a nivel local sino en toda España.
Un museo serviría como un recordatorio constante de que la lucha por la libertad y la justicia nunca debe ser en vano. Deberíamos preguntarnos, ¿por qué no hemos logrado crear estos espacios de memoria?
Reflexiones finales: hacia una mayor justicia
La historia de Gerardo Iglesias es también un recordatorio de que la lucha por la verdad y la justicia es un camino difícil. Pero como él nos muestra, cada paso que se da hacia la memoria es un paso hacia un futuro más justo. Aunque su trabajo ha sido una batalla contra el olvido y la negación, no debemos perder de vista que cada documento, cada historia, cada palabra cuenta.
Y así, mientras seguimos navegando por este complejo camino de la memoria histórica en España, ¿nos atreveremos a escuchar las voces de aquellos que fueron silenciados? La historia nos llama a todos, y no podemos permitir que esas voces se pierdan en el eco del tiempo. La memoria no solo es una tarea de unos pocos, es una responsabilidad compartida.
En conclusión, el legado de Gerardo Iglesias ilumina un aspecto fundamental de nuestra historia: la importancia de recordar y de no olvidar. Es fundamental que tomemos nota de su vida y su obra, y que sigamos luchando, juntos, por un futuro que honré a los que fueron silenciados. ¿Estamos listos para asumir este compromiso?
La respuesta debe ser un rotundo sí.