La Nochebuena es una fecha marcada en el calendario de muchos españoles; es la noche donde las familias se reúnen, las tradiciones cobran vida y, por supuesto, no puede faltar el mensaje de Navidad de Felipe VI. Este año, el discurso fue seguido por más de 5,9 millones de espectadores, lo que, aunque parece increíble, es el segundo menos visto de la historia desde que existen registros. Pero, ¿qué se puede aprender de esto? Permíteme desglosar los detalles y reflexionar sobre el significado más profundo detrás de las palabras del rey y su impacto en la audiencia.

Un poco de historia: la tradición del mensaje navideño

Desde 1992, cada 24 de diciembre, los españoles se sientan frente a sus pantallas para escuchar el mensaje del rey. Se ha convertido en una tradición más que en un mero acontecimiento mediático. Sin embargo, ¿es siempre lo mismo? Bueno, sí y no.

Esto me recuerda a esas cenas familiares donde repetimos las mismas historias, pero a veces, un giro inesperado puede iluminarlas por completo. En el contexto del discurso real, puede hacerse hincapié en que cada mensaje, aunque parezca en parte un repetido «copy-paste», es un reflejo de la situación política y social del momento. La pregunta es: ¿por qué este año menos gente parece haberse interesado?

Un descenso en la audiencia: ¿qué está pasando?

Analicemos brevemente los números. El discurso de 2024 alcanzó una cuota de pantalla del 62,4%, mientras que el año anterior fue del 64,1%, lo que representa una pérdida de 136.000 espectadores. Para poner esto en perspectiva, un par de cupidos en Tinder podría decir que esto es algo signifique un mal día en su búsqueda del amor.

Factores que pueden influir en la caída de la audiencia

  1. Cambio en los hábitos de consumo de medios: Cada vez más personas recurren a plataformas de streaming. La televisión tradicional está perdiendo audiencia como si se tratara de un deshielo en el Ártico. Entre las generaciones más jóvenes, especialmente los millennials y Gen Z, los medios digitales tienen una cabida cada vez mayor.

  2. Contenido más fragmentado: La gran cantidad de opciones de entretenimiento que existen hoy en día compite ferozmente por nuestra atención. Es como si cada canal fuera una fiesta y la gente estuviera repartida, atentos a un sabor distinto de música.

  3. Desinterés político: Quizás algunos españoles ya no encuentren relevantes las palabras del rey. Hablar de diálogo y consenso puede sonar a música repetitiva en un mundo donde el desencanto hacia la política crece, como la espuma de un buen vino.

Pero hay algo más detrás de esta disminución. Quizás la sociedad está cambiando y empezando a buscar conexiones más aut auténticas y reales en sus líderes, algo más allá de un discurso protocolario y perfectamente ensayado.

El mensaje de este año: ¿más de lo mismo o un nuevo enfoque?

A pesar de los números, el discurso del rey Felipe VI este año se ha centrado en temas candentes como:

  • La inmigración
  • La vivienda
  • El futuro de los jóvenes

Aunque suena irrelevante, estas son cuestiones que preocupan a muchos en la sociedad actual. En la política española, de la que tanto hablamos en casa (¡a veces parece que tenemos un «mini parlamento» en la cena!), es fundamental discutir estos temas porque reflejan la realidad del pueblo.

Recuerdos de la DANA

Un aspecto memorable de este año fue cómo el rey hizo una pausa para recordar a las víctimas de la DANA, un fenómeno natural que ha dejado cicatrices en muchos hogares. Me viene a la mente cómo, en momentos de crisis, es cuando más necesitamos esas palabras de aliento. En el fondo, todos anhelamos que nuestras luchas sean escuchadas, aunque sea por un rey en un salón con columnas.

La solicitud de ayudas para las víctimas fue un claro llamado a la acción a las administraciones. A veces pienso que tenemos que ser como un grupo de amigos que se pone de acuerdo para ayudar a quien realmente lo necesita. ¡Ésa es la esencia de ser comunidad!

La política española y la necesidad de diálogo

No debemos ignorar el llamado a la discordia y la necesidad del diálogo. A este punto me pregunto, ¿estamos dispuestos a escuchar? Vivimos en tiempos convulsos donde las opiniones saltan a la palestra como el pan caliente en una panadería, y el diálogo se convierte en un bien escaso.

Una de las frases que más resonó fue: «No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo». Esto resuena como la música de una balada romántica que ecoa en el aire durante las celebraciones. Sin embargo, es una balada que parece haberse convertido en un suave susurro entre voces más fuertes.

¿Un esfuerzo en vano?

Parece que, en el mundo de la política, el verdadero objetivo es dejar de lado el ego y abrirse a un compromiso real. ¡Qué difícil puede ser esta lucha interna! Cuando escuchamos a los políticos hablar de «altura» y «generosidad», es como cuando intentamos mantener la compostura en una discusión acalorada con un amigo. Sabemos que tenemos que ceder un poco, pero en realidad, estamos un poco obstinados.

A pesar de la declaración del rey, es más que evidente que el camino hacia un diálogo efectivo está lleno de obstáculos. Pero, ¿acaso no lo han sido todas las grandes historias?

Momento de reflexión: ¿qué significa todo esto para nosotros?

Al final del día, los mensajes del rey son una invitación a la reflexión. Nos invitan a mirar no solo hacia el exterior, sino también hacia nuestro interior. Nos desafían a comprometernos con la sociedad y a participar en un diálogo constructivo. Y aquí es donde deben entrar nuestras propias voces.

¿Estamos haciendo nuestra parte?

En un ambiente de constante cambio y desafíos, la pregunta que deberíamos hacernos es si estamos siendo parte de la solución o simplemente observadores. La apatía no debería ser una opción. Ciertamente, no hay una respuesta fácil, pero podría empezar con pequeños gestos en nuestras propias comunidades.

Desde incentivar la participación en políticas locales hasta simplemente escuchar a quienes nos rodean, cada acción cuenta. Me atrevería a poner mi mano en el fuego por la idea de que, si todos hacemos un pequeño esfuerzo, se puede generar un cambio significativo.

Un cierre reflexivo: la importancia del mensaje

Como en cada discurso de Navidad, Felipe VI nos ofrece un espacio para la reflexión. Su mensaje es un recordatorio de que todos somos parte de este país, con nuestras preocupaciones y esperanzas. Puede que la audiencia haya disminuido, pero el mensaje sigue siendo relevante. A veces es difícil encontrar sentido entre tanto ruido, pero ahí está la esencia.

Así que, aunque el maestro del discurso se repita, lo que realmente se necesita es un cambio de activos en cómo hablamos y escuchamos entre nosotros. Tal vez el verdadero sentido de las palabras del rey es que el diálogo y la empatía no deben ser solo prácticas de la élite política, sino prácticas diarias para todos.

¿Y tú, cómo te involucrarás para aportar a este camino de diálogo y consenso?

Busquemos ser proactivos en nuestra propia realidad, porque, al final del día, no se trata solo de un discurso, se trata de nuestra vida cotidiana y de cómo decidimos vivirla juntos. ¡Learning by doing!