El pasado 31 de diciembre, Felipe VI dio su tradicional discurso de fin de año, y como era de esperar, ¡no fue un tema libre de controversias! En un momento en que la política española está más dividida que nunca, las palabras del Rey resonaron de diversas maneras. Para algunos fueron un faro de esperanza y unidad, mientras que para otros, el monarca estaba hablando un idioma completamente diferente. ¿Cómo puede un discurso provocar tanto revuelo? Vamos a sumergirnos en este fenómeno.

Un discurso para la historia

El discurso de Felipe VI no solo marca el final del año; es un ritual que muchos de nosotros, incluso si no somos monárquicos, hemos condicionado nuestras noches de Nochevieja a escuchar. Desde el salón de casa, con las uvas listas para ser degustadas, me encontraba preguntándome cómo lo haría este año. La familia en torno a la tele, el Rey en la pantalla, y pensaba: «¿Qué palabras elegirá esta vez para tratar de unir a un país que parece todo menos unido?»

Lleno de referencias a la solidaridad del pueblo español, el bien común, y la necesidad de un consenso en la vida política, el discurso de Felipe VI fue recibido con aplausos y críticas casi instantáneamente. Pero, como diría cualquier buen español: «¿Qué te esperabas? ¡Es política!»

Reacciones desde el Congreso

Los partidos mayoritarios, especialmente el PSOE y el PP, no tardaron en mostrar su apoyo al monarca. Alberto Núñez-Feijóo, líder del PP, celebró las palabras del Rey como una defensa de la Constitución y la monarquía parlamentaria. Oye, no es que uno tenga que comer con el Rey para coincidir en sus discursos, pero parece que el buen gusto está en la moda del momento. Según Feijóo, el mensaje era motivo de orgullo, lo cual, después de unas copas, probablemente estaba en la mente de muchos en el Congreso. ¡Brindemos!

Por su parte, el PSOE también se incluyó en la ola de positividad. Aunque Pedro Sánchez decidió mantener un perfil bajo y no involucrarse directamente, otros miembros del partido se lanzaron a redes sociales para celebrar el mensaje del Rey. Todo esto suena muy bien, ¿verdad? Pero la realidad es que en nuestro país es más fácil unir a los españoles en una fiesta que en un acuerdo político.

La crítica de los partidos opositores

Sin embargo, no todos compartieron el mismo entusiasmo. Sumar y Podemos realizaron críticas bastante contundentes. La vicepresidenta Yolanda Díaz tachó el discurso de «decepcionante y derechizado», sugiriendo que los problemas de migración no se abordaron adecuadamente. Aquí se abre un paréntesis para recordar que la política y el clima pueden hacer que cada discusión se sienta tan pesada como si tuviéramos una estatua de bronce en la espalda.

Además, la responsabilidad del monarca sobre los temas de vivienda fue cuestionada como una «ignorancia a las mujeres de este país». ¡Vaya! Cada uno tiene su manera de ver las cosas, y aquí entra otra pregunta: ¿Cuántas veces hemos sentido que quienes nos gobiernan están más alejados de nuestras realidades que un astronauta en la Luna?

La visión de nacionalistas e independentistas

Los nacionalistas, como el PNV y Junts, también tuvieron sus propias observaciones. Aitor Esteban del PNV se quejó de la «visión idílica» que Felipe VI tiene de la Constitución, y para ser honesto, después de un año lleno de crisis, es difícil no estar de acuerdo con un poco de realismo. Los comunistas de Junts lo calificaron de «irrelevante», y hay que recordar que la percepción de la relevancia es mejor tenerla escrita en papel higiénico que en un discurso de fin de año, porque probablemente se le dará más uso.

Y como cereza del pastel, el chistoso Gabriel Rufián de ERC decidió proporcionar una dosis de sarcasmo a la velada, con un enfoque menos elocuente que en ocasiones pasadas. Algunos en las redes sociales esperaban un espectáculo, pero Rufián fue más sutil. Ahora, no sé ustedes, pero después de unos meses, un chiste malo parece más un anticipo que una sorpresa.

Expectativas de una manifestación política

La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá este discurso de Felipe VI influir en la dinámica política de 2024? Tal vez, los deseos de unidad y solidaridad no sean más que palabras vacías, o tal vez puedan llevarnos a un espacio de diálogo que el sistema político ha necesitado durante bastante tiempo. La mayoría de nosotros deseamos paz y cooperación — a menos que estemos en un bar discutiendo sobre fútbol, claro.

Reflexionemos un poco

¿Acaso relevantes no son las personas, sus inquietudes y su bienestar? Los discursos pueden ser grandiosos y cargados de intenciones, pero en la vida real, lo que realmente cuenta son las acciones.

Además, ¿cómo se siente un monarca en tiempos de tanta desconfianza hacia las instituciones? Ahí es donde se necesita un enfoque más activo en la sociedad. La monarquía y su presencia deben fortalecer la democracia, no se pueden diluir entre las disputas partidarias.

Cierre y anécdotas personales

Para cerrar este ciclo de reflexiones, quiero compartir una anécdota que posiblemente resuene con muchos. En mis primeras celebraciones de fin de año, tenía la tradición de sentarme con mis amigos y criticar el discurso del Rey. A veces era una manera sencilla de romper el hielo y hablar de política, y a veces nos llevábamos una botella de vino para que el debate no se hiciera tan intenso. Finalmente, me di cuenta de que estas tradiciones son parte de un tejido social que no debería dejar de lado la risa, la camaradería y el respeto, incluso cuando no coincidimos.

Así que, ¿qué nos depara 2024? Eso es otra historia, pero por ahora, dejemos que el Rey hable y que los políticos discutan. Al final, la vida sigue y con ella nuestras expectativas por un nuevo año lleno de promesas (y algunas decepciones, seguro).

¿Y tú? ¿Cómo ves el papel de la monarquía en estos tiempos? ¿Crees que el discurso de Felipe VI tendrá algún impacto positivo? ¡Deja tu opinión y hagamos de esto una conversación!


Recuerda que el arte de la política es como bailar: a veces se hace en pareja, a veces en grupo, y en ocasiones, te encuentras solo en la pista, tratando de recordar los pasos. ¡Bienvenidos a la pista, España!