La situación política en Venezuela siempre ha despertado el interés internacional, especialmente en países que comparten lazos históricos y culturales. En el caso de España, la crisis politica en el país sudamericano ha sido utilizada como una herramienta de desgasto por diversas fuerzas políticas. Recientemente, el expresidente español Felipe González ha lanzado un contundente mensaje sobre este fenómeno, dejando claro que, para él, el problema de Venezuela debería ser tratado con la seriedad y el respeto que merece, y no convertido en un «arma arrojadiza» en la arena política interna.

El contexto actual de Venezuela

Para entender el desencadenante de las palabras de González, es fundamental analizar brevemente el contexto actual en Venezuela. Desde la crisis económica y política que comenzó a agudizarse en 2013, resultando en desabastecimiento, inflación desmedida y una migración masiva de venezolanos hacia otros países, el fenómeno ha adquirido dimensiones trágicas. Las cifras son preocupantes: según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 7 millones de venezolanos han abandonado el país en busca de mejores oportunidades de vida.

Es en este clima de desesperación, donde cada vez se ven más historias desgarradoras en las redes sociales, que las tensiones políticas se intensifican en España. La crisis se ha convertido en un tema habitual de debate en el Congreso, un comodín lanzado por varios partidos en sus estrategias para atacar al Gobierno actual.

Pero, ¿es justo utilizar el sufrimiento de millones como herramienta política? Eso es precisamente lo que González ha puesto sobre la mesa en su reciente declaración.

Un mensaje de Felipe González que resuena

Durante la presentación del libro «Venezuela. Ensayo sobre la descomposición», escrito por el periodista Carlos Alberto Montaner, Felipe González expresó su malestar por cómo se ha politicizado la crisis venezolana. «El problema es que España hace de Venezuela un asunto hispano-español. Todo el que dice que esto es Venezuela lo debería decir allí», comentó con un tono que mezclaba la indignación con la tristeza.

Pero, ¿por qué esto es relevante? La realidad es que hay un doble rasero en la forma en que se presenta la crisis. Para muchos, es un tema que debería tratarse desde un enfoque humanitario o de derechos humanos, pero en el ámbito político se convierte en un dispositivo para desgastar al rival.

La instrumentalización de la tragedia

Cuando escuchamos que un partido político critica al Gobierno citando la situación en Venezuela, ¿qué es lo que realmente están tratando de comunicar? ¿Es la preocupación genuina por el sufrimiento ajeno, o es simplemente una maniobra para desviar la atención de problemas locales? Me gustaría pensar que hay un compromiso real con la causa, pero, a veces, parece que los políticos solo quieren demostrar que son más «humanos» que sus rivales.

Recordando mis propias interacciones en el mundo político, me surge una anécdota sobre un evento donde un político local utilizó el caso de un grupo de migrantes para subir al estrado y conectar con la gente, cuando en realidad, sus acciones no reflejaban un compromiso auténtico por mejorar sus vidas. Fue un poco como ver un mago que hace desaparecer una paloma, mientras sus ayudantes se llevan las varitas de los niños en el público.

Importancia de abordar la crisis con seriedad

González no solo critica, sino que también enfatiza la necesidad de abordar la crisis venezolana con seriedad y respeto. Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo reaccionamos ante problemas lejanos que, aunque no nos afectan de inmediato, son parte del entramado humano que compartimos. La empatía debería ser la guía de nuestras acciones y pensamientos. Después de todo, ¿quién de nosotros no desearía ser tratado con dignidad en un momento de necesidad?

¿Cómo podemos, entonces, exigir cambios en la situación de otros países si no lo estamos haciendo desde la justicia y la humanidad, sino desde el egoísmo político? Es una pregunta difícil de responder, y la realidad es que puede que nunca lleguemos a tener las respuestas claras.

Un debate no solo político, sino social

González no se limitó a criticar a los partidos, sino que también planteó un debate social esencial. Un debate donde los ciudadanos juegan un papel fundamental. Al final del día, somos nosotros quienes debemos exigir a nuestros representantes que actúen con responsabilidad. La crisis de Venezuela debería ser un motivo de reflexión y concertación, no un golpe bajo entre partidos.

Si somos honestos con nosotros mismos, ¿cuántas veces nos hemos dejado llevar por la retórica fácil, pues es más sencillo criticar que entender? Aquí es donde entra el rol de los medios de comunicación, que han tenido la responsabilidad de ser faros de verdad, y no altavoces de intereses políticos.

La conexión emocional

Una de las cosas que me ha impresionado es cómo la crisis venezolana ha creado lazos emocionales entre personas que ni siquiera se conocen. Recuerdo una vez que estaba en un café conversando con un grupo de amigos sobre la situación en Venezuela, y un compañero, que tenía amigos en el país, se puso visiblemente emotivo mientras hablaba de su preocupación. Este tipo de conexión, esa vulnerabilidad al compartir el sufrimiento ajeno, es lo que la política muchas veces olvida.

Pero, ¿es esa emoción suficiente para cambiar la narrativa? La respuesta, supongo, es que depende de nosotros. La solidaridad no es simplemente un «me gusta» en una publicación, es un compromiso real por entender y actuar.

La responsabilidad de los medios

La cobertura mediática es esencial para visibilizar la crisis venezolana, pero también debería hacerse con un enfoque que vaya más allá del sensacionalismo. Necesitamos historias de resiliencia, no solo de tragedia. Necesitamos relatos que nos inspiren a actuar, no solo a indignarnos.

El periodismo debe ser la voz de aquellos que, en medio de la tormenta, han decidido alzar la vista y luchar por un futuro mejor. Historias de venezolanos que, a pesar de la adversidad, han encontrado formas de mantener viva su cultura, su comida y su fe en un futuro mejor. No todo es desolador; hay esperanzas y sueños que merecen ser contados.

Conclusión: ¿Qué podemos hacer?

La crisis venezolana no debe convertirse en un debate político vacío. Como ciudadanos, debemos formar parte activa del cambio. Ya sea a través de la difusión de información veraz, apoyando a organizaciones que trabajan en el terreno o simplemente mostrando solidaridad hacia aquellos que la necesitan.

Felipe González ha planteado un punto crucial: “Es un problema de Venezuela, no solo hispano-español”. Ya es hora de que como sociedad tomemos acciones que vayan más allá de las fronteras políticas y se acomoden en el ámbito humano.

¿Y tú, qué papel estás dispuesto a jugar en todo esto? La historia aún no se ha escrito. ¿Cuál será tu próxima acción?


Este artículo ha sido una exploración de las palabras de un exlíder, de la importancia de la crisis en Venezuela, y de cómo la empatía y la acción deberían ser nuestra guía en tiempos de incertidumbre. La crisis puede ser profunda, pero nosotros estamos aquí para aportar luz.