El balonmano es un deporte que, a menudo, se siente como el segundo hermano menos querido de los grandes deportes de equipo. Sin embargo, para muchos, es un apasionante espectáculo lleno de estrategias, emociones a flor de piel y, por supuesto, jugadores que pueden volar en la pista. Este corazón del balonmano se detuvo brevemente durante el reciente partido entre España y Portugal en la Unity Arena de Oslo. Con la eliminación de España en el Mundial, muchos nos preguntamos: ¿estamos siendo testigos del final de una era?

De la gloria al desencanto: Un adiós inesperado

A veces, la vida te presenta sorpresas que dejan un sabor amargo. Imagínense la escena: mi amiga, amante del deporte, decidió organizar una velada para ver el partido. Preparó todo un banquete de bocadillos, cervezas, y aunque no soy un gran aficionado a la cerveza, cómo olvidar ese sabor amargo cuando el marcador empezó a moverse en dirección equivocada.

Cuando España se enfrentaba a Portugal, todos teníamos la esperanza de que el equipo, conocido por su valía en el pasado, pudiera sortear el desafío. Sin embargo, la realidad fue muy distinta. El equipo español, tras una primera mitad más que correcta, se diluyó como azúcar en agua caliente ante el ímpetu juvenil de Francisco Costa y sus compañeros. En una tarde cualquiera, él era solo un chico de 19 años. En el partido, se convirtió en un torbellino.

La irrupción del joven talento

Aprovechemos el momento para hablar de Francisco Costa, aunque parezca un personaje de telenovela por su nombre, es un talento genuino que demuestra que el balonmano portugués ha evolucionado a pasos agigantados. ¿Cuántas veces hemos visto a jugadores jóvenes brillar y dejar a sus rivales en el camino? Él, junto a su hermano Martim, guió a su equipo con una actuación sobresaliente, dejando a España en una situación de más incertidumbre que la de un gato en un festival de perros.

En mi propia experiencia con deportes, siempre he sentido que la juventud trae una chispa adicional a la mesa. Recuerdo una vez, durante un partido de fútbol amateur, cuando un chaval de 15 años, más rápido que una liebre en fuga, anotó un gol y lo celebró como si hubiera ganado la Champions. A veces, la juventud tiene ese poder y ayer fue el turno de Francisco Costa.

¿Qué le sucedió a la defensa?

La defensa de España, una de las bases más sólidas del equipo en los últimos años, pareció ser más un colador que una muralla. Cada intento de detener la ofensiva rival se convirtió en una oportunidad de oro para los portugueses. Antes del partido, quizás alguien debió recordarle al equipo que no se juega al balonmano con el corazón en la mano. Fue un despliegue de dureza y fragilidad, con más errores que aciertos.

Jordi Ribera, el seleccionador, lo resumió de manera acertada: “Estamos fuera por méritos, no nos ha dado”. Es cierto… me costó un poco encontrar la compasión que suelen tener los que siguen un equipo desde pequeñas goleadas hasta sufrir derrotas infernales. Pero él también mencionó que estos momentos duros son solo lecciones que deben permitir a España “rearmarse” para un futuro mejor.

Un giro de los acontecimientos

La tarde se tornó gris y el optimismo se escurrió tan rápido como un niño escapa de su clase de matemáticas. España consiguió tomar ventaja de 12-8, pero de repente, todo se desmoronó. La afición se quedó con el corazón en un puño. ¿Cómo es que un equipo que había demostrado tanto se volvió inconsistente en un instante? Es un misterio que muchas selecciones deportivas deben resolver: la presión puede ser una bestia feroz y, a menudo, implacable.

Portugal, por su parte, se mostró más seguro y, como un artista experimentado, pintó la pista con goles, convirtiendo lo que había sido un sueño en una pesadilla para los españoles. La sensación de “sólo hay que hincar el diente” se tornó en “¿dónde está nuestro mordisco?”

Recordando los grandes momentos

No podremos olvidar las memorias de la selección española en el balonmano. El oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, las victorias en los Mundiales y el eco de sus victorias resonando en cada rincón del país. Aquella imagen de jugadores levantando trofeos es lo que hace que los aficionados deseemos vivir una y otra vez ese fuego de la victoria. Pero ahora, con la reciente eliminación, debemos ver hacia el futuro, volver a levantar la vista con la esperanza de que la próxima juega será diferente.

A nadie le gusta recordar malas rachas en su deporte favorito, pero es parte del juego. Después de un partido desastroso, siempre es bueno recordar cuándo la gloria brilló intensamente. Eso siempre aporta un rayo de luz ante la adversidad.

La final anticipada que se convirtió en un duelo

La tensión crecía a medida que los minutos pasaban. Un partido que debería haber sido una final anticipada acabó con una despedida por el camino. España, un campeón histórico, se encontró a merced de un equipo portugués imparable. La historia fue reescrita en la pista, y en lugar de gritar “¡Vamos España!” la afición se sintió más identificada con la triste melodía de un adiós.

Con la derrota, podemos recordar que en esta vida deportiva, aprender del fracaso es tan importante como celebrar las victorias. A menudo, la resiliencia construye a los grandes equipos, y estoy seguro de que nuestros Hispanos volverán a alzar la mirada y tratarán de conquistar el mundo una vez más.

Reflexiones sobre el futuro del balonmano en España

Con la eliminación de la selección, podemos preguntarnos: ¿dónde queda el balonmano en la vida de los jóvenes españoles? ¿Se están cultivando nuevos talentos? Durante años, hemos visto que el balonmano español ha estado en la cúspide del rendimiento, pero para seguir en el top, se necesita más que solo talento. ¡Hasta yo querría saber si hay algún tipo de club donde se pueda aprender a detener un balón con el mismo ímpetu que Francisco Costa!

Es importante que tanto clubes como asociaciones trabajen en programas que fomenten la participación activa de los jóvenes en el deporte, para que podamos seguir disfrutando de grandes talentos en la pista. Como dice un viejo amigo: “Un pequeño rayo de esperanza siempre superará a la sombra más oscura”. Así que, por favor, ¿quién no querría ver a otra generación de jóvenes asumiendo el desafío y llevándonos a la gloria nuevamente?

Conclusión: un nuevo comienzo

Aunque la noticia de la eliminación de España del Mundial de balonmano ha dejado un vacío en los corazones de sus aficionados, este es solo un capítulo más en un libro que sigue escribiéndose. La juventud de Portugal ha mostrado al mundo que el balonmano, como cualquier otra forma de arte, evoluciona. La historia nos recuerda que para reinar en los deportes, uno debe adaptarse y reinventarse, y los Hispano no son la excepción.

Es tiempo de mirar hacia adelante, hacia un nuevo amanecer en el deporte. Después de todo, la vida sigue golpeando el tambor de la esperanza. ¿Acaso no recordarás cuando todo parecía perdido y, al final, surgió un nuevo héroe? ¡Así que quédate con un ojo en el siguiente capítulo, porque la próxima vez, ¡puede que veamos a España bailar una vez más en la pista de victoria!

¡Hasta la próxima!