La energía, un tema que suele provocar debates más encendidos que una cena de familia en Navidad, está de nuevo en el centro de la conversación en España. En especial, cuando el consejero delegado de Endesa, José Bogas, ha cubierto el tema con un manto de preocupación que a muchos nos suena familiar. ¿Quién no ha sentido esa mezcla de anticipación y ansiedad cuando se habla de los impuestos y regulaciones que afectan nuestras vidas cotidianas?
Un ‘impuestazo’ en la niebla: ¿realmente necesario?
Bogas ha declarado que la prórroga del impuesto extraordinario a las energéticas es, en sus propias palabras, «imposible» si “nada cambia”. Y, honestamente, ¿quién podría culparlo por no querer enfrentarse al misterio que rodea la legislación española? Después de todo, es como intentar montar un mueble de IKEA sin instrucciones.
En un entorno donde las decisiones económicas parecen cambiar más rápido que las tendencias de moda en Instagram, la incertidumbre reina. Si el Gobierno decide no gravar a las empresas energéticas, podría haber un rayo de esperanza. Pero, ¿realmente es el momento de hablar de más impuestos? Muchos de nosotros, que pasamos por una situación económica incierta, preferiríamos enfocarnos en la inversión y el desarrollo, especialmente cuando se trata de un desafío tan importante como la transición energética.
El dilema de la inversión
En esta encrucijada, la pregunta del millón de euros es: ¿cómo pueden las empresas hacer frente a este desafío? Según el portavoz de Endesa, su compañía tiene planes ambiciosos. La empresa se propone invertir nada menos que 9.600 millones de euros en su siguiente plan estratégico para el período 2025-2027. Esto representa un aumento significativo respecto a la hoja de ruta anterior y busca abordar las oportunidades que se presentan en un contexto de cambio climático. Pero aquí viene otro dilema: ¿cómo se concilian estas inversiones con un escenario normativo incierto?
Una apuesta por la electrificación
Los 4.000 millones de euros que Endesa planea destinar a la electrificación son un paso en la dirección correcta. Me imagino a Bogas, en su sala de reuniones, discutiendo con entusiasmo sobre estas inversiones, mientras todos los presentes asienten, pero con esa cara de «esperemos que el Gobierno no nos dé un golpe bajo». Es un momento emocionante para la empresa, pero también un reto en medio de un paisaje regulatorio confuso.
Las energías renovables son el futuro, pero también son el presente. Y, mientras vemos cómo otros sectores están tardando en adaptarse, me pregunto si realmente estamos listos para la transición energética. ¿Quién de nosotros, en un momento de «auto-cuidado», no ha decidido gastar un dinero en productos eco-amigables pensando que estamos haciendo nuestra parte por el medio ambiente? Pero, ¿realmente estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos energéticos?
Desenredando la confusión: el papel del Gobierno
Uno de los puntos más interesantes que Bogas menciona es el reciente decreto del Gobierno en el que se asegura de mantener acuerdos con Junts. Esto, a su vez, avanza la posibilidad de que las empresas energéticas mantengan sus compromisos con la decarbonización. ¿Se imaginan a los políticos en una sala de juntas discutiendo esto mientras comparten cafés y discutían sobre qué sistema de energía renovable es el menos complicado de implementar?
La confusión es palpable y no soy el único que siente que a veces es como seguir una serie de televisión con múltiples tramas. Esa tasación energética, que actualmente se encuentra en 5,58%, está programada para ser revisada y, según Bogas, si se eleva a** 7,5%**, Endesa tendría mayores márgenes para invertir. Ciertamente, esa sería una excelente noticia para todos. La mejor parte es que, al final de todo, lo que está en juego no es sólo sobre beneficios corporativos, sino sobre nuestras cuentas de la luz y, por qué no, el futuro del planeta.
Una mirada a lo que está en juego
En medio de todo esto, es crucial considerar la visión global. Las decisiones económicas tomadas en España pueden tener repercusiones mucho más allá de nuestras fronteras. ¿Acaso tenemos la responsabilidad de ser pioneros en cuestiones de sostenibilidad y regulación? La respuesta es sí. Las empresas como Endesa tienen un papel fundamental que jugar, y no sólo a nivel nacional.
Podemos pensar en la empresa como el rey en un tablero de ajedrez. Sus movimientos no solo afectan el estado del juego, sino que también pueden influir en las estrategias de los demás jugadores. La manera en que Endesa elige navegar este océano de incertidumbre también impactará a otras empresas y países en términos de inversiones en energía renovable.
La vital importancia de las energías renovables
La necesidad de pasar a un modelo energético más sostenible nunca ha sido tan crítica. El cambio climático no es un espectáculo que se puede ignorar, ni esas estadísticas impresionantes que leímos en un informe. Y aunque la conferencia de la ONU sobre el cambio climático a veces se siente más como una reunión de antiguos compañeros de clase tratando de recordar quién era el más popular, el tema es serio.
Cada uno de nosotros puede y debe contribuir para darle la vuelta al rumbo de esta historia. Al final del día, estamos todos interconectados. Del mismo modo que las redes eléctricas unen a los consumidores con los proveedores, nuestro futuro energético está vinculado a las decisiones que tomamos hoy.
Reflexión final
La situación actual de Endesa y la regulación que afecta a toda la industria es un espejo de lo que muchos de nosotros enfrentamos: decisiones difíciles, incertidumbre y la necesidad de adaptarnos a nuevas realidades. Pregúntense: ¿estamos listos para ser parte de esta transición o preferimos quedarnos en nuestra zona de confort?
Este es el momento de ser proactivos, de apoyar a las empresas que están haciendo un esfuerzo genuino por avanzar hacia un futuro más sostenible. Si Endesa, con toda su complejidad, puede hacerlo, ¿por qué nosotros no?
Mientras tanto, solo espero que al menos en las próximas cenas familiares no tengamos que hablar del “impuestazo” y que podamos centrarnos en el verdadero elefante en la habitación: la subida de precios de la electricidad. Sin embargo, hay algo en el aire que sugiere que estamos en un camino hacia la mejora. Solo el tiempo lo dirá.