La Comunidad Valenciana ha estado en el punto de mira recientemente debido a su gestión de emergencias durante la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la región el 29 de octubre. Si has estado siguiendo las noticias, sabes de lo que hablo: un torrente de llamadas desesperadas, inundaciones y personas atrapadas en sus coches. Pero más allá de los números y las estadísticas, hay un trasfondo mucho más humano en esta situación que merece ser explorado.

El día de la tormenta: un abrazo de agua y viento

Déjame llevarte un momento a ese día. Imagínate la escena: un cielo plomizo, el viento soplando con fuerza, y de repente, ese estruendo inconfundible de la lluvia golpeando los techos. En mi casa, yo estaba acurrucado con una taza de café – que eventualmente se convirtió en té, porque, entonces, el café simplemente no parecía suficiente. Me preguntaba: «¿Y si los arbolitos que planté el verano pasado son arrastrados por la lluvia?» Pero mientras pensaba en mis plantas, miles de personas estaban lidiando con problemas mucho más graves.

Un torrente de llamadas: 19,821 y contando

La Generalitat ha admitido que el 112 recibió un asombroso total de 19,821 llamadas esa tarde. ¡Eso son casi 20,000 razones para estar alerta! De esas, más de 6,527 se produjeron en las tres horas previas a la alerta, mostrando que la comunidad estaba claramente preocupada. Pero me pregunto, ¿realmente se estaban haciendo las cosas bien? ¿Recibieron suficiente información las autoridades?

Imagínate la angustia de una madre llamada a un servicio de emergencias, escuchando al otro lado de la línea que su hijo está atrapado en su coche, rodeado de agua. En ese momento, parece que no hay nada más importante que resolver esa situación. Sin embargo, la vicepresidenta de la Generalitat, Susana Camarero, confesó ante la prensa no saber si toda esta información se trasladó al CECOPI (Centro de Coordinación de Emergencias). ¿Cómo es posible? A veces, las respuestas no son las que nos gustaría escuchar.

Cuatro años de lecciones aprendidas: ¿son suficientes?

De acuerdo con la Generalitat, la cantidad de llamadas recibidas fue similar a episodios anteriores de DANA en la región. ¿Recuerdas la gota fría de Orihuela en 2019? En ese momento, el 112 recibió más de 14,374 llamadas. Con cada evento de este tipo, se espera que aprendamos algo. Sin embargo, parece que cada crisis nos deja con más preguntas que respuestas.

Cuando la juez instructora preguntó sobre la gestión de las emergencias, se descubrió que se habían gestionado alrededor de 4,770 incidencias. Aún así, muchos ciudadanos manifestaban su frustración ante la falta de información o la angustia durante esas horas críticas. Por ejemplo, la llamada de una persona en Catarroja, alertando sobre el desbordamiento de un barranco, llegó a las 18:56. Pero, ¿cuán rápido se respondieron esas alertas? Esas son preguntas difíciles de digerir.

Rescates y respuestas: un trabajo titánico

A pesar de las quejas, los equipos de emergencias realizaron más de 36,000 rescates durante la jornada del 29 de octubre y los días siguientes. Es un número impresionante que habla de un esfuerzo titánico. Pero, de nuevo, surge la interrogante: ¿era suficiente? ¿Realmente existe un plan para estos desastres, o estamos reaccionando sobre la marcha?

Lo imposible a veces se vuelve posible. Viví una experiencia similar hace unos años cuando, tras una nevada inesperada, quedé atrapado en mi casa durante un día entero. Mientras la nieve caía, la única cosa que podía hacer era ver cómo las palomas intentaban volar en círculos, preguntándome si alguna vez aprenderían a volar en esas condiciones.

En este caso, creo que tanto las palomas como nosotros aprenderemos de nuestras experiencias. Pero ¿qué tal si en lugar de improvisar cada vez, diseñamos un verdadero plan de acción?

La importancia de la comunicación

Un aspecto notable que surgió para mí fue la falta de información oportuna. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) fue criticada por no proporcionar suficiente información sobre los desbordamientos de ríos y barrancos. Tal y como dicen, información es poder. Si esa información no fluye adecuadamente, entonces toda la respuesta puede ser como construir una casa de naipes mientras una tormenta se aproxima: inestable y, sin duda, desmoronándose bajo presión.

Aprender de los errores del pasado

De alguna manera, aprender de nuestros errores es lo que nos hace humanos. Aproximadamente 4,770 incidencias y 36,000 rescates son cifras increíbles y merecen reconocimiento, pero, ¿por qué repetir lo que no funcionó en el pasado? Después de eventos como el de octubre, las autoridades deben rebobinar y reflexionar sobre qué salió mal. ¿Quizás invertir en tecnología de alerta? Imagina recibir un mensaje de texto o una alerta en tu smartphone sobre un posible desbordamiento antes de que ocurra, otorgando a las personas tiempo para evacuarse.

Recordando el incidente de Orihuela, donde aprendimos de los errores, podemos aprovechar la tecnología moderna para evitar el caos. Pero, como siempre, esas decisiones requieren un presupuesto, y navegar por el laberinto político puede ser más difícil que salir de un atasco en pleno aguacero.

La empatía: una llamada a la acción

En tiempos de crisis, la empatía se convierte en un lenguaje universal. La gente necesita apoyo emocional y físico. Muchas veces escuchamos el término “somos una familia” en situaciones como esta. Debería ser cierto. Sin embargo, cada vez que enfrentamos problemas como la DANA, me pregunto: ¿realmente estamos listos para asumir la responsabilidad como sociedad?

Nunca olvidaré un episodio en el que recibí la llamada de un amigo durante una tormenta. Su chihuahua se había asustado y necesitaba compañía. ¡Imagínate! Mientras yo estaba preparado para salvar a una persona, terminamos hablando sobre cómo calmar a un perro asustado. Creo que incluso en las peores tormentas, encontrar la conexión humana y la empatía puede ser nuestra aliada más poderosa.

La comunidad se une

La respuesta de la comunidad ha sido notable. Voluntarios se han presentado para ayudar en la limpieza, ofreciendo su tiempo y esfuerzo a los afectados. En momentos de desastre, esa unión hace la fuerza. Pero, ¿por qué esperar a que venga la tormenta para unirnos? Siempre he pensado que deberíamos estar preparados antes de que golpee la tormenta. A veces, una simple sonrisa o un acto de bondad puede hacer maravillas.

Reflexiones finales: el camino a seguir

En resumen, el impacto de la DANA del 29 de octubre no se mide solo en cifras, sino en las vidas que tocaron, las historias que contaron y las lecciones que nos enseñaron. La respuesta del Gobierno y los servicios de emergencia fue admirable, pero aún existe un largo camino por recorrer. La comunicación, la tecnología y la empatía son las claves para construir un futuro resiliente ante estos eventos climáticos.

¿Estamos realmente aprendiendo de estas experiencias? ¿Estamos listos para la próxima tormenta? Aquí es donde todos entramos en juego. Cada ciudadano, cada agencia, cada voluntario: todos tenemos una parte. Lo que necesitamos ahora es no solo sentarnos y esperar a que llegue la próxima tempestad, sino tomar acción y estar listos para enfrentarlo juntos.

Así que, la próxima vez que el cielo se oscurezca, recuerda que tu comunidad está ahí, lista para unirse en un esfuerzo conjunto. Solo hay que estar preparados, y quizás, solo quizás, esta vez las palomas aprenderán a volar en condiciones adversas. ¡Hasta la próxima tormenta!