En la última década, el concepto de la propina ha evolucionado en maneras que a muchos nos han sorprendido. Algunos de nosotros crecimos en la creencia de que dejar una moneda de euro o un billete arrugado en la mesa del restaurante era un gesto amable, más por costumbre que por obligación. Pero hoy, las cosas han cambiado. Si te ha tocado pagar en España recientemente, quizás hayas notado que las propinas ya no son simplemente un detalle, sino que se han transformado en un elemento que, en ocasiones, asoma su coqueta cabeza en nuestros tiques como una “sugerencia” demasiado tentadora.
En este artículo, te hablaré sobre la influencia extranjera, el auge de los pagos digitales y cómo el COVID ha alterado este viejo ritual. Pero no me quedaré en lo superficial; también exploraremos la legalidad de este nuevo fenómeno y las voces que se alzan en la defensa de tus derechos como consumidor. Así que, si te has preguntado alguna vez por qué la cuenta de tu cena en Madrid era tan “excéntrica”, ¡sigue leyendo!
La llegada de las propinas «sugeridas»
Todo comenzó con un video viral en redes sociales. En él, el abogado Andrés Millán y el youtuber Pablo Cabezali denunciaron un tique que incluía una “propina sugerida” de nada menos que 13,7 euros, claramente mezclada con los demás gastos. Esto generó un revuelo que, aunque se convirtió en trending topic en cuestión de horas, destapó una práctica que ya se consolidaba en muchas zonas turísticas de España, especialmente en Madrid y Barcelona.
La cena de un amigo en una famosa arrocería del centro de Madrid se transformó en un debate acalorado sobre la ética de estas prácticas. Un simple plato de arroz se convirtió en “la posibilidad de salir con menos euros de los que entraste”. La frase «esto es una perrada» se convirtió en el grito de guerra de muchos. ¿No es curioso que, en una era de información y transparencia, cada vez sea más fácil confundirnos cuando se trata del precio final de una cena?
Cuando un cliente español ve que debe pagar 150,7 euros en lugar de los 137 euros que realmente costó su comida y bebida, se siente como si hubiera entrado en una especie de juego de magia donde los trucos están bien escondidos. Así que, ¿cuántas veces te has encontrado en una situación similar y has sentido que te estaban tomando el pelo? La respuesta de muchos sería: «Demasiadas».
La influencia de la cultura extranjera
En nuestra querida España, el concepto de la propina ha sido más un capricho cultural que una norma. Mientras que en otros países, como EE.UU. o incluso partes de Alemania, dejar una propina es casi obligatorio, en España siempre ha coexistido con la idea de que es un regalo del cliente hacia el trabajador. La conversación de la propina siempre ha estado conectada a la calidad del servicio, lo que hace que cada vez que se genera controversia como la mencionada, se siente aún más como un puñetazo a ese viejo concepto.
Pero en una era donde el turismo y la afluencia de gente de todo el mundo han proliferado nuestras calles, los modelos de negocios se han adaptado a la demanda. En este sentido, es útil preguntarnos: ¿cuánto de esta influencia extranjera está moldeando nuestras expectativas y hábitos? La respuesta, por supuesto, estaría llena de matices, pero es innegable que la cultura del «tipping» ha encontrado su camino en España.
Además, hay un componente significativo aquí: los restaurantes y bares que normalmente no se preocuparían de añadir una sugerencia de propina están viendo un aumento en las interacciones con turistas que provienen de una cultura donde se espera dar propina. Esto plantea una pregunta que muchos empiezan a hacerse: ¿podríamos estar cambiando nuestras tradiciones por la «alta demanda»?
¿Menos efectivo y más tecnología?
Pasemos a otro aspecto que ha influido en la evolución del fenómeno de las propinas: el uso creciente de medios de pago digitales. Con cada vez menos efectivo en nuestros bolsillos y más pulseras de pago convenientemente colocadas en nuestras muñecas, es cuestión de tiempo que el acto de dejar una propina en efectivo se encuentre en declive. En un país donde más del 60% de la población usaba efectivo en 2023, esa cifra ha comenzado a cambiar.
Una de las cosas más irónicas que he notado es que, en un esfuerzo por adaptarnos a la tecnología, las costumbres tradicionales como dejar propina se han vuelto más complicadas. ¿Quién no ha tenido la experiencia incómoda de mirar fijamente una pantalla de pago mientras el camarero te lanza una mirada interrogante, empujándote a “sugerir” cuánto deberías dejar de propina? Es como si el acto de ser generoso se hubiera vuelto una consulta pública. ¿Alguien más siente que aquí hay algo que no encaja del todo?
El uso de smartphones y aplicaciones de pago como Bizum han sustituido a las monedas y billetes. De hecho, algunas sugerencias de propina ahora se hacen a través de dispositivos móviles o terminales de pago, lo que le añade una capa de tecnología a un acto tan humano como reconocer un buen servicio. Pero, ¿significa esto que la experiencia de la propina se ha vuelto fría y calculada? No se preocupen; aún persiste la opción de dejar esa moneda arrugada si así lo prefieres.
¿Es COVID el culpable de la «sugerencia»?
Aquí es donde entra el elefante en la habitación: el COVID. Durante los momentos más oscuros de la pandemia, el uso de efectivo disminuyó drásticamente. Muchos de nosotros aprendimos a vivir en un mundo de pagos sin contacto. Si bien al principio esto parecía ser parte de un movimiento hacia la modernidad, también trajo consigo una serie de desafíos, especialmente en relación con las propinas.
Los bares y restaurantes comenzaron a implementar sugerencias de propinas en un intento de retener el nivel de gratificación que tenían antes de la pandemia. “¡Claro, querías dejar propina, pero no tenías efectivo en el bolsillo!”, podría decir un gerente de un restaurante. Con esto bien claro en mente, surgieron las «opciones de propina» en la cuenta, acompañadas de emojis para guiar al consumidor. ¿Seamos honestos aquí, quién no se sintió aliviado al ver un emoji sonriente indicando que dejar un 10% era aceptable y divertido? Es casi como si los emojis fueran un atajo que ayuda a suavizar lo que de otro modo podría ser una experiencia incómoda.
Pero, reflexionando sobre esto, aquí hay un dilema interesante: ¿es realmente justo que un restaurante se vea obligado a depender de los clientes para complementar los salarios de su personal? La cultura de la propina es compleja y, en la mayoría de los casos, se basa en la premisa de que si un cliente está satisfecho, debería compensar al trabajador. Pero, dado que en España las propinas no son obligatorias y los sueldos deben ser cubiertos por la empresa, la frontera entre «sugerir» y «obligar» se vuelve difusa.
La legalidad detrás del fenómeno
Es aquí donde entran en juego las palabras de los expertos y las movidas legales. Tanto CEHE como Facua han documentado el mal uso de las sugerencias de propinas, señalando que inducir a error al consumidor es legalmente problemático. Según la legislación española, el precio total de la cuenta debe ser claro y tratarse como un precio final. Proyectar que se debe dejar una propina dentro del precio total está potencialmente violando las leyes de protección al consumidor.
Es igualmente importante mencionar que no todo lo relacionado con las propinas en España tiene que ser un truco. Hay restaurantes que optan por la transparencia y permiten al cliente elegir entre diferentes opciones. Este enfoque “más amigable” puede resolver las mayores críticas que han surgido en torno a las facturas que presentan propinas como parte del total. Entonces, ¿es posible equilibrar lo antiguo y lo nuevo? Es un verdadero dilema.
Conclusión: ¿hacia dónde vamos?
Así que, ¿dónde nos deja esto? El nuevo fenómeno de las propinas en España es, sin duda, un cambio radical que se produce en medio de una serie de factores culturales y tecnológicos. Mientras nos dirigimos hacia un futuro donde el uso de efectivo sigue desvaneciéndose y las interacciones digitales predominan, no podemos evitar sentir nostalgia por esos momentos donde la propina era simplemente un pequeño gesto de apreciación.
En última instancia, la decisión de dejar una propina debería basarse en la calidad del servicio primero, y no en una sugerencia impresa que te mire con ojos exigentes. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿podremos regresar a un enfoque más tradicional y humano en un mundo cada vez más digitalizado y complejo? La respuesta es, probablemente, sí, pero siempre y cuando el equilibrio entre las expectativas culturales, las nuevas tecnologías y la legalidad se mantenga.
Así que la próxima vez que vayas a cenar y el camarero te presente la cuenta, no olvides reflexionar sobre lo que realmente significa tu decisión de dejar una propina. Al final del día, puede que se trate menos de cuánto dejas y más de cómo valoras la experiencia. Después de todo, la verdadera medida de la generosidad reside en el amor por la buena comida y el servicio que la acompaña. ¡Bon appétit!