El pasado 3 de febrero de 2025, el mundo académico y jurídico de España sufrió una pérdida irreparable: el fallecimiento de Elías Díaz García, un verdadero baluarte del pensamiento democrático y social en nuestro país. Su obra y legado siguen siendo fundamentales en nuestra comprensión de la democracia, el Estado social y el Estado de derecho, principios que la Constitución Española de 1978 consagra y que deben mantenerse vivos en nuestra sociedad. Así que, si alguna vez te has preguntado “¿Qué es la democracia?”, este artículo intentará acercarte a una respuesta que no solo proviene de la teoría, sino de la reflexión honesta acerca de nuestra realidad actual.
¿Qué es la democracia? Una cuestión de identidad
Permíteme que te lleve de viaje a un lugar donde la pregunta “¿Qué es la democracia?” fue lanzada al aire en un evento importante, como un dardo en un tiro al blanco. En el Ateneo de Madrid, durante la celebración de «España en libertad. 50 años», un joven, con toda la frescura de sus veintitantos años, hizo una pregunta que resonó en un auditorio repleto de célebres académicos y políticos. ¿Te imaginas la cara de los asistentes? ¡Imagínate! Era como si alguien preguntara “¿Qué es el aire?” en una conferencia sobre contaminación. Este momento me hizo reflexionar sobre cuánto hemos normalizado conceptos tan fundamentales.
La respuesta a su inquietante pregunta puede encontrarse en el artículo primero de la Constitución Española, donde se establece que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho”. Claro, esto suena bien en teoría, pero ¿cómo lo llevamos a la práctica? Esta conexión entre autoidentificación y principios constitucionales atraviesa la vida de todos nosotros como ciudadanos en este Estado donde la política no debería ser un terreno pantanoso de enemigos, sino un campo de adversarios que discuten ideas y propuestas.
La democracia como sistema de diálogo
La democracia es más que votar cada cuatro años. Significa vivir en un entorno donde los partidos no se ven como enemigos mortales, sino como competidores en un juego donde todos participan de manera justificada. La alternancia en el poder es un ejercicio diario, una danza de ceder y tomar, de negociar y discutir. ¿Quién no se ha sentido alguna vez atrapado en una conversación en la que te animan a escuchar a la otra parte, aunque tu instinto te diga que “tienes razón”? Es una lección que me costó aprender en una animada cena familiar, donde las discusiones sobre política pueden tomar un giro inesperado. ¿No se parece un poco a nuestra política actual?
El Estado social: un derecho para todos
El segundo pilar que nos ofrecería Elías Díaz es que España es un Estado social, comprometido con garantizar que todos los ciudadanos tengan condiciones dignas de existencia. Este es un principio crucial que pone la dignidad en el centro de cualquier política pública. La Constitución nos asegura acceso a vivienda, salud y educación. Suena bien, ¿verdad? Pero aquí es donde a menudo encontramos la brecha entre la teoría y la realidad. ¿Te imaginas tener que luchar cada día simplemente por los derechos que se suponía que deberían ser garantizados?
Recuerdos de la salud pública
Permíteme compartir una anécdota. Recuerdo haber pasado por una situación complicada cuando un familiar cercano necesitaba atención médica urgente. En tiempos de incertidumbre, el sistema de salud español se comportó de manera ejemplar. Sin embargo, en otros momentos, cuando escuchas las noticias sobre las deficiencias en el sistema, te da que pensar acerca de la sostenibilidad de nuestro Estado social.
La pregunta es: ¿estamos haciendo lo suficiente para proteger estos derechos? La respuesta debe ser un esfuerzo colectivo. La educación, por ejemplo, es el principal motor que puede elevar nuestro Estado social a su máxima expresión. Aquí no se trata solamente de que sea gratuita y universal, sino de que también sea de calidad, y eso tiene un enorme impacto en nuestro futuro.
El Estado de derecho: la legalidad y su importancia
El último componente que señala Elías Díaz es el corazón del Estado de derecho. Aquí no se trata solo de tener un conjunto de leyes. Eso sería demasiado sencillo. Es, en cambio, sobre la legitimidad de esas leyes y su origen. Las leyes deben surgir de un parlamento elegido democráticamente, y cada ciudadano tiene la responsabilidad de cuidar de que ese proceso funcione de manera efectiva. ¿Por qué es esto tan importante? Porque el Estado de derecho no se protege solo desde las instituciones, sino desde la conciencia colectiva de cada individuo.
Barreras a la justicia
Así que aquí va otra historia: una vez, me encontré en una discusión sobre justicia con amigos, y uno de ellos, un abogado apasionado, comenzó a compartir historias de pequeñas injusticias a las que se enfrentan las personas cotidianas. Habló de cómo la ley puede ser un arma de doble filo. Aunque tenemos un marco jurídico sólido, las dificultades que enfrentan muchos para acceder a la justicia no son insignificantes. ¿No te ha pasado? Esa sensación de impotencia cuando ves que los derechos tienen la misma fragilidad que un castillo de naipes.
La discusión se intensificó, y me pregunté: ¿cómo podemos proteger mejor nuestro Estado de derecho? La respuesta puede hallarse en una participación ciudadana activa y en un sistema legal que no solo castigue, sino que eduque y reintegre.
Un legado que trasciende generaciones
Elías Díaz no solo fue un académico; fue una voz que resonó entre generaciones. Desde su libro «Estado de derecho y sociedad democrática» hasta su obra sobre el krausismo y su filosofía social, Díaz ofreció un camino de reflexión y análisis que permitió a muchos hacer frente a la realidad política de la España de su tiempo. Su conexión con las nuevas generaciones fue inigualable. Siempre recordaremos su divertido comentario sobre los “odiosos jóvenes”. Esos jóvenes que, aunque a veces sienten que saben más que nosotros, son, en realidad, quienes nos hacen repensarnos y reevaluar.
La importancia de escuchar
Por eso, me gustaría lanzarte una pregunta: ¿cuántas veces escuchamos realmente a las nuevas generaciones? Es fundamental romper con la idea de que la experiencia es superior a la juventud. Cada voz cuenta y cada idea puede ser una chispa que encienda un cambio real. La realidad de hoy es que, aunque estamos en un periodo de crisis política e institucional, no debemos perder la esperanza. Hay un futuro que construir desde los valores que Díaz defendió con tanto ahínco.
Reflexiones finales
Así que aquí estamos, reflexionando sobre los pilares que sostienen nuestra sociedad. Nos encontramos en un momento en que debemos recordar lo que realmente significa vivir en un Estado democrático, social y de derecho. No se trata solo de ceder ante las circunstancias, sino de empoderarnos y actuar. Las palabras de Elías Díaz nos invitan a ser vigilantes y responsables de nuestra democracia. Al final del día, los ideales que defendió no solo pertenecen al pasado, sino que viven en cada uno de nosotros.
Como un homenaje a Elías Díaz Garcia, majestad entre los pensadores contemporáneos, debemos seguir trabajando en el legado que dejó. La tarea no es fácil, pero si cada uno de nosotros hiciese un esfuerzo por comprender, respetar y, por ende, aplicar sus enseñanzas, tal vez podemos contribuir a que este país sea un lugar más justo y equitativo.
Entonces, la próxima vez que veas a un joven en un evento político y te pregunte “¿qué es la democracia?”, recuerda que estás ante la oportunidad de conectar dos generaciones y tal vez, solo tal vez, ir construyendo el puente hacia un futuro mejor.