En el último estudio publicado en The Lancet, se ha lanzado una llamada de atención que no podemos ignorar: seis de cada diez adultos y un tercio de los niños y adolescentes podrían tener sobrepeso u obesidad para el año 2050. Pero antes de que te sientas abrumado, permíteme explorar contigo las implicaciones de estas cifras y cómo podemos, aún a tiempo, revertir esta tendencia.

El panorama actual de la obesidad: una crisis que nos afecta a todos

Cada vez que abro una revista, me encuentro con artículos sobre la salud, y es un tema que me toca de cerca. Recuerdo que hace unos años, en una reunión familiar, uno de mis primos, amante de las hamburguesas y los batidos, me miró y me dijo: «¿Para qué cuidar la dieta? La vida es corta». Lo que él no sabía es que, a modo de broma, estaba hablando de un futuro lleno de complicaciones de salud.

En el estudio mencionado, los datos son claros: la tasa de obesidad en los niños y adolescentes ha duplicado su porcentaje en solo tres décadas. En 2021, se estimó que 493 millones de jóvenes fueron afectados. Es como si estuviéramos sumergiéndonos en un mar de papas fritas y refrescos, y no parece que vayamos a salir a la superficie pronto. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Una mirada retrospectiva a las cifras

Entre 1990 y 2021, las tasas de obesidad han subido estrepitosamente. Por ejemplo, el porcentaje de obesidad en niños ha pasado de un modesto 2% al alarmante 7%. ¡Sí, 7%! Imagínate un aula llena de estudiantes y, de repente, 7 de ellos son diagnosticados con obesidad. Esa es una estadística que debería ponernos a pensar.

Ahora, un dato que se queda grabado en la mente: el 36.1% de los menores en España actualmente presentan un exceso de peso. Sí, lo leíste bien. Casi cuatro de cada diez niños. Esto significa que en un cumpleaños, cuando irrumpe el pastel, tal vez deberíamos pensar dos veces antes de cortar la porción extra grande.

El papel de la obesidad en futuras enfermedades

La obesidad no es solo un tema de estética o de ajustarse a un par de jeans. Es un factor de riesgo para enfermedades como la diabetes tipo 2, hipertensión y hasta ciertos tipos de cáncer. La autora principal del estudio, la profesora Emmanuela Gakidou, del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, no escatima en palabras para describir esta situación como «una tragedia profunda y un fracaso social monumental». Y ¿quién puede discutir eso?

Proyecciones para el futuro: el desolador pronóstico hasta 2050

Hablemos del futuro. Según las predicciones, se espera que las tasas de obesidad continúen creciendo, incluso con un estancamiento previo que se ha notado desde 2021. Esto significa que, aunque sembremos cambios en este terreno, los resultados no aparecerán de la noche a la mañana.

Se prevé que, si no se implementan políticas efectivas, la obesidad aumentará un 47% entre niños de 5 a 14 años y un 77% entre los mayores de 25 años en España. Esto no es solo una estadística; es el futuro de nuestros hijos y de la sociedad. Lo que me lleva a preguntarme, ¿realmente queremos dejar un legado de enfermedades crónicas para las futuras generaciones?

Causas de la obesidad: un enfoque multifactorial

La obesidad es multifactorial. En lugar de un solo culpable, tenemos a una mafia de factores que incluyen desde la alimentación hasta el estilo de vida. Aquí es donde entra en juego el tema de la dieta mediterránea. Ya no es como en los días de mis abuelos, donde sentarse a la mesa y compartir evidencia de buena comida era la norma. Ahora parece que la comida rápida ha entrado en nuestras casas más que el amor por la cocina casera.

Según Marta Castell, coordinadora del Grupo de Trabajo de Gastroenterología y Nutrición de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), es crucial “fomentar un ocio activo y accesible” para los menores en lugar de que estén pegados a una pantalla como si se tratase de un episodio de su serie favorita.

La intervención que necesitamos: ¿es demasiado tarde?

Después de echar un vistazo a las cifras y las tendencias, parece que el futuro no es tan prometedor. Pero aquí es donde entra la esperanza. Aún tenemos el poder de revertir las cosas. Gakidou enfatiza que los gobiernos y la comunidad de salud pública pueden tomar acciones inmediatas para ayudar a las poblaciones más vulnerables.

Imagina que tu comunidad decide crear espacios públicos seguros y accesibles, donde los niños puedan jugar sin preocuparse de los coches. O que las escuelas implementen programas de educación nutricional. Esto no es solo una utopía; son pasos que se pueden tomar y que pueden marcar la diferencia.

¿Cómo podemos, como individuos, contribuir al cambio?

Al final del día, ¿qué podemos hacer nosotros, como individuos? Recordando la historia de mi primo, creo que aquí hay varias acciones que podríamos considerar:

  1. Practica la cocina saludable: Regresar a la cocina no tiene por qué ser una tortura. Puedes encontrar recetas sencillas y deliciosas que volverán a hacer de las comidas familiares un momento especial.
  2. Mueve el cuerpo: No se trata de hacer una maratón todos los días. Encontrar una actividad que te guste, como el baile (¡sí, baile! aunque tus hijos puedan reírse un poco), puede hacer maravillas no solo para tu cuerpo, sino también para tu estado de ánimo.

  3. Desconéctate ocasionalmente: Aquella serie que tanto quieres ver seguirá ahí. Prueba a intercambiar tiempo de pantalla por tiempo en familia.

  4. Sé un modelo a seguir: Si quieres que tus hijos coman más frutas y verduras, comienza tú primero. A veces, la mejor manera de educar es simplemente predicar con el ejemplo.

La esperanza está en nuestras manos

El estudio de The Lancet nos presenta un desafío, pero también nos da una oportunidad única. Aunque los datos son preocupantes, aún estamos a tiempo de cambiar la trayectoria. La obesidad no es solo una batalla personal; es una problemática social que requiere de la intervención de todos.

Así que la próxima vez que estés tentado a ir por esa porción extra de pizza o por ese postre delicioso, piensa en el futuro que deseas para las próximas generaciones. Quiero creer que podemos hacer la diferencia. Al final del día, nos debemos a nosotros mismos y a aquellos que vendrán después. ¿Te unes a la lucha?