La memoria puede ser corta, y el tiempo parece volar, ¿no es así? Dentro de unos meses se cumplirán cinco años desde que el mundo enfrentó una de las crisis más grandes de la historia moderna: la pandemia del COVID-19. Mientras leía un informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la revisión del Producto Interno Bruto (PIB) en España, me encontré reflexionando sobre el esfuerzo ímprobo que se realizó para sacar adelante al país durante esos tiempos inciertos. Y mientras reflexiono, me doy cuenta de que la historia de la economía durante esta pandemia es una narrativa de ficción que ha ocultado más de lo que ha revelado.

La danza de cifras y decisiones

Como economista, no puedo evitar ponerme un poco filosófico. Imaginen que están en una fiesta y, de repente, toda la música se apaga. La gente comienza a murmurar, se siente la tensión en el aire. Así estaba el ambiente en los primeros días de la pandemia; una gran incertidumbre azotó a todos, incluido el INE, que de repente se encontró en un escenario completamente nuevo y aterrador. Con los datos fluyendo en tiempo real y la economía cerrándose, la estimación del PIB para 2020 fue como intentar predecir el resultado de una película de ciencia ficción en la que todo se desarrolla de manera surrealista.

En esos momentos críticos, las decisiones que tomamos pueden parecer correctas o incorrectas según la luz del día, pero lo importante es que esas decisiones se tomaron con la mejor voluntad. Después de todo, ¿quién sabía que un pequeño virus iba a cambiar la forma en que vivimos y trabajamos? Aún así, las decisiones que se tomaron, desde el duro confinamiento hasta la gestión de la comunicación, son dignas de un análisis más profundo.

La nebulosa del PIB: ¿realmente un indicador fiable?

Al leer el informe, me vino a la mente una anécdota de mi juventud. Recuerdo una vez en la que traté de medir cuántos amigos tenía en una fiesta. En lugar de simplemente contarlos, pensé que podría hacerlo basándome en la cantidad de veces que me preguntaban si quería más bebida. Spoiler: el método no funcionó y terminé contándolos dos veces, ¡quedé peor que al principio! Así es como me siento al reflexionar sobre las mediciones del PIB durante estos años: ¡una gran confusión!

Los primeros trimestres de 2020, en medio de un cierre casi total, llevaron a errores de estimación. El PIB se estimó de forma asimétrica, y en un momento había más preguntas que respuestas. Las variaciones en la productividad, por ejemplo, carecían de sentido. ¿Cómo podías tener una economía que parecía crecer mientras la gente se quedaba en casa viendo maratones de series? Los datos sobre empleo y recaudación fiscal apuntaban a una realidad diferente de la que reflejaba el INE. Todo esto creó un escenario en el que las decisiones y políticas económicas se basaron en datos poco confiables.

La importancia de la comunicación

Uno de los mayores errores que se cometieron fue la gestión de la comunicación. Durante años, los disclaimers que se ofrecieron respecto al impacto de la pandemia en las estimaciones no lograron aportar claridad, como si intentáramos explicar a nuestro gato por qué es malo comer papel higiénico. Todo un reto.

La función del INE no es académica, es institucional. Esto significa que debería rendir cuentas de manera transparente y comprensible. Las diferencias con instituciones de otros países, como el Reino Unido o los Países Bajos, son alarmantes. Mientras en otros lugares se brindaron explicaciones claras y comprensibles, aquí parecían hablar en código secreto. ¿Acaso los datos no deberían ser claros y accesibles para todos?

Un llamado a la acción: qué podemos aprender

La reflexión no debe quedarse en el pasado, sino servir como un llamado a la acción. La crisis del INE debería ser un aviso para todos. En tiempos de crisis, es vital que nuestras instituciones estén equipadas y sean adaptables. La necesidad de recursos, la modernización de la gobernanza y la apertura a la interacción con otras instituciones son cruciales para el futuro.

Esto también se aplica a otras áreas de nuestra administración pública, donde muchos organismos y universidades enfrentan un funcionamiento anquilosado. A medida que el mundo avanza, nuestras instituciones deben evolucionar con él. De lo contrario, corremos el riesgo de enfrentar fallos sistémicos en otros sectores críticos, ya sea en la atención primaria o en los juzgados.

La realidad es que, si queremos un INE de excelencia y una administración pública eficiente, debemos dotarlos de los recursos necesarios, fortalecer su plantilla y modernizarlos para que puedan responder a situaciones similares en el futuro. Y, por favor, que no se parezca a mi intento de contar amigos en una fiesta, quien no encuentra solución a tiempo termina perdiéndose el mejor momento.

La búsqueda de la verdad en los números

Al mirar hacia atrás, vemos que la revisión del PIB del 18 de septiembre fue un momento crucial. A medida que se revela una verdad más cercana a la realidad, la historia económica de estos años comienza a tomar forma. Pero, ¿qué significa esto para nosotros? ¿Es suficiente con esperar a que el tiempo nos dé respuestas? La verdad es que necesitamos una mayor voluntad de colaboración y transparencia en nuestras instituciones.

Imagínate esta situación: tienes una fiesta en un lugar que parece más una película de terror que un evento social. La música es horrible, la gente está incómoda y el servicio de catering no es tan buena como prometieron. La verdad de lo que ocurrió durante esos años requerirá un análisis profundo y honesto, donde todas las partes interesadas se unan para construir un futuro mejor. Y si podemos reírnos de nuestras torpezas, tal vez podamos encontrar una forma de avanzar.

Conclusión

La década que estamos viviendo se presenta como un gran desafío. La pandemia nos ha confrontado con la fragilidad de nuestras instituciones. Las lecciones aprendidas no deben ser olvidadas en el desván de la memoria; deben ser un faro que guíe nuestros pasos hacia el futuro.

La pandemia nos enseñó que la economía y la estadística son más que simples números en una hoja de papel: son historias que cuentan la vida de las personas. Las decisiones que tomamos a partir de esos números tienen un impacto directo en nuestras vidas. Por eso, es esencial que trabajemos juntos para mejorar y fortalecer nuestras instituciones, asegurándonos de que puedan resistir la próxima tormenta, ya sea sanitario, económico o social.

En resumen, el INE tiene un papel crucial que desempeñar en la economía, pero requiere de nuestro apoyo, comprensión y compromiso. Después de todo, si queremos que el futuro sea más brillante, debemos aprender a contar mejor nuestras historias. ¿No crees que es hora de poner un poco de ritmo en nuestra danza de cifras?