La discusión sobre la tauromaquia en España siempre ha estado cargada de pasiones, opiniones y, por supuesto, controversias. En un país donde el arte del toreo es tanto una tradición como un punto de fricción social, el reciente debate en el Senado sobre la concesión del Premio Nacional de Tauromaquía y el restablecimiento de la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes para este sector nos lleva a reflexionar sobre su lugar en nuestra sociedad actual. ¿Está la tauromaquia a punto de convertirse en un relicario de otro tiempo? Vamos a desmenuzar lo que ha sucedido y lo que podría deparar el futuro para esta emblemática – y a veces divisiva – práctica.

Un episodio en el Senado: aprobaciones y abstenciones

El pasado mayo, el Senado de España aprobó una moción que instaba al Gobierno a convocar el mencionado premio y a restablecer la medalla para el sector taurino, que fue suprimida en 2023. Es curioso observar cómo el Grupo Popular consiguió avanzar esta iniciativa a pesar de la abstención del grupo socialista.
Alfonso Moscoso, portavoz de los socialistas, defendió en sesión plenaria la importancia de la tauromaquia y manifestó su compromiso de «seguir ayudando» al sector. Uno no puede evitar preguntarse: ¿Están los socialistas apoyando una tradición cuya relevancia parece estar disminuyendo en una sociedad cada vez más preocupada por la ética en el trato a los animales?

Recuerdo hace unos años, una conversación con amigos en una terraza madrileña. La discusión sobre los toros se tornó acalorada, pero al final, todos concordábamos en que, aunque la tauromaquia es parte de nuestra cultura, también debemos evolucionar con los tiempos. ¿Acaso no nos debemos a nosotros mismos y a nuestra sociedad un tiempo de reflexión sobre nuestras tradiciones?

La voz en el ministerio

El ministro de Cultura, Ernets Urtasun, no se quedó callado. En una reciente entrevista en RNE, enfatizó que, aunque el Senado es libre de otorgar premios a quien desee, los premios nacionales son de su competencia y él tomó la decisión de suspender el Premio Nacional de Tauromaquía. Según Urtasun, en la actualidad, hay «una mayoría de la sociedad española que tiene mucha sensibilidad por la cuestión animal». Esto, en su opinión, sienta una base para repensar la concesión de dicho galardón.

No sé ustedes, pero esta declaración me hizo reír. ¿Se imaginan a un ministro en la época de Franco haciendo algo similar? Me gusta pensar que vivimos en tiempos diferentes, pero la verdad es que la larga sombra de las tradiciones culturales es difícil de eliminar.

Desde un punto de vista empático, se puede entender la posición del ministro. Vivimos en una época en la que la conciencia sobre el bienestar animal está ganando terreno. Las redes sociales han hecho mucho por la sensibilización, y ya no podemos mirar hacia otro lado. Sin embargo, lo que me preocupa es que esta FDA – «Frente de Defensa Animal» – podría hacer que algunas tradiciones ancestrales se vean amenazadas. ¿Estamos dispuestos a perder partes de nuestra historia cultural?

Un galardón poliquémico

Hablando del último torero en recibir este galardón, El Juli, el acto se tornó más que controversial. Mientras el Rey aplaudía, el ministro de Cultura decidió no sumarse a la ovación. La respuesta de Julián López fue digna de una escena de telenovela: «Señor ministro, usted no aplaude, yo le saludo». ¿No es irónico que, en un acto lleno de protocolaridad, el verdadero protagonismo lo tuviera un gesto de torería?

Uno podría pensar que este tipo de situaciones son solo una anécdota digna de mención en la sobremesa. Pero representan choques de valores que están ocurriendo en nuestra sociedad. La modernidad nos ofrece muchas formas de ver la vida: unas están marcadas por una tradición sólida y otras por una sensibilidad creciente hacia el bienestar animal. ¿Puede haber un equilibrio?

El debate cultural que no cesa

La tauromaquia ha sido, durante mucho tiempo, vista por muchos como una forma de arte, una forma de vida. Sin embargo, el creciente movimiento en favor de los derechos animales ha creado un ferviente debate. Cada vez más personas se identifican con las visiones y preocupaciones de aquellos que abogan por el final de la práctica del toreo. Según algunas encuestas recientes, una parte significativa de la población española se siente incomoda con el sufrimiento animal que ocurre en las plazas.

Lo interesante aquí es que este dilema no es exclusivo de España. A medida que el mundo se globaliza, las tradiciones locales y las prácticas culturales son cada vez más cuestionadas. En cada rincón del planeta hay una batalla cultural similar. Así que, tal vez, no estemos solos en este debate.

Iniciativas y propuestas

La concesión de un premio a la tauromaquia podría ser un camino para dar voz a la cultura, pero también hay quienes están trabajando para diversificar las formas de expresión artística que podamos dirigir nuestra atención. Actualmente, existe un impulso para desarrollar iniciativas que promuevan una mayor visibilidad para las artes y tradiciones que no implican sufrimiento animal.

¿Te imaginas un futuro donde la destreza de los toreros se reconozca a través de la danza, el teatro o incluso la creación de obras de arte en lugar de la práctica del toreo? Podría ser un hermoso punto medio, un espacio donde se reconozcan las habilidades y se respete la vida.

Las implicaciones económicas de la tauromaquia

Una de las aristas menos visibles de esta discusión es el impacto económico que la tauromaquia genera en ciertas regiones de España. Las ferias de toros atraen a miles de turistas cada año, lo que significa que muchas localidades dependen de esta actividad para su economía. Sin embargo, a medida que crece la oposición a la tauromaquia, también crece la necesidad de diversificar economicamente estas zonas.

Me encanta recorrer el sur de España, especialmente durante la temporada de verano. Las ferias y festividades son un espectáculo digno de ver, pero me pregunto: ¿cuánto tiempo más podrán sostenerse como motor económico? ¿Estamos a punto de ver un giro hacia otras formas de celebración que incluyan más el arte, la música y el folclore sin involucrar la tauromaquia?

Conclusión: ¿hacia dónde vamos?

La situación de la tauromaquia en España es más que un simple galardón en un Senado o un gesto de aplauso. Es un reflejo de cómo estamos tratando de equilibrar nuestra herencia cultural con nuestras nuevas sensibilidades sociales. El futuro predice cambios, y la pregunta es si la tradición puede adaptarse a estos tiempos modernos.

Ciertamente hay algo que debemos reconocer: el proceso de transformación nunca es fácil, y siempre vendrán las voces en contra. Pero quizás, este debate en el Senado sea una buena oportunidad para reflexionar y buscar la forma de convivir con nuestras tradiciones, incorporando nuevas formas de expresión que respeten a todos los seres vivos.

Haciendo un ejercicio de honestidad, me gustaría pensar que en el fondo, todos deseamos lo mismo: un mundo en el que nuestras tradiciones no choquen con el respeto y la empatía hacia los demás. ¿Lograremos encontrar ese equilibrio antes de que sea demasiado tarde? Solo el tiempo lo dirá.


Esta conversación puede parecer lejana a nuestra vida cotidiana. Pero, en un contexto donde todos buscamos formas de entender y respetar nuestro mundo y a los que nos rodean, quizás es el momento de preguntarnos a nosotros mismos cómo queremos que se desarrolle nuestro futuro. Y como toda buena conversación, no hay una única respuesta.