A medida que la política catalana navega por un mar de incertidumbres y tensiones internas, recientemente hemos sido testigos de un evento que podría marcar un punto de inflexión. Fue en una atmósfera cargada de emociones y expectativas donde Catalunya en comú realizó su cuarta asamblea. Para los que no están familiarizados con este partido, supongamos que es un cóctel político donde se mezclan ideales de izquierda, activismo social y, por supuesto, una dosis de desafío a las dinámicas tradicionales de poder. Pero, ¿qué pasó realmente en esta asamblea y qué significa para el futuro de la organización y de la política catalana en su conjunto? ¿Están sentenciados a ser relieves históricos o lograrán conectarse nuevamente con su base?

Un desenlace inesperado: la aprobación del informe de gestión

Como si estuviéramos presenciando un partido de fútbol con una afición en constante agitación, el ambiente se tornó tenso cuando se sometió a escrutinio el informe de gestión del equipo directivo saliente. La respuesta de las bases fue desalentadora: un 46 % de votos a favor, frente a un 36 % en contra, y un 17 % de abstenciones. Y no, no me está temblando el pulso mientras escribo esto, es solo que este resultado podría considerarse una especie de «penalti fallado» en un momento crucial de la política de Catalunya.

De manera honesta, no creo que nadie en la sala esperara estos números, sobre todo en un partido que, desde su origen, ha promovido la participación ciudadana y la democracia interna. Detalles como este generan un eco inquietante: ¿realmente están escuchando a su base o simplemente se están aferrando a una estructura que ya no les resulta funcional?

¿El dilema de la inclusión?

Las intervenciones de algunos militantes fueron contundentes. Un veterano de la organización, quizás con el peso de los años cargado en sus hombros, expresó lo que muchos, incluidos yo mismo, pensamos: “Ya no es que un grupo de la dirección toma las decisiones, es que decide lo que se debate”. Tal declaración me recuerda a situaciones que hemos vivido en nuestras propias organizaciones, donde algunos miembros se sienten como espectadores en su propio espectáculo.

Esto nos lleva a preguntarnos, ¿sabemos realmente cómo funcionan los lugares donde militamos? La crítica sobre la falta de diálogo y la exclusividad en la toma de decisiones no es algo nuevo, pero parece evidente que en Catalunya en comú se siente como un elefante en la sala.

Cambios en el rumbo: la llegada de una nueva dirección

Con la llegada de la nueva dirección, conformada por Candela López y Gemma Tarafa, me pregunté: ¿serán capaces de cambiar la página y reconstruir las relaciones entre la dirección y la base? Esa es la gran pregunta, y la verdad es que el tiempo lo dirá.

En su discurso inaugural, López se comprometió a “mimar a la organización” y a mantener un equilibrio entre la presencia en las instituciones y la conexión con el terreno. “No somos muleta de nadie”, dijo con una convicción que resonó en el auditorio. Al escuchar esto, me pregunté si alguna vez han estado en esa situación, donde te conviertes en el apoyo de otros sin realmente haber acordado serlo. Hay una libertada y un sentido de dignidad que necesitamos recuperar.

Objetivos claros y retos gigantes

Con unos tres objetivos en mente —ser un dique ante la ultraderecha, ser una referencia para las políticas de izquierda e intensificar el trabajo hacia las próximas municipales de 2027— los nuevos líderes parecen tener una hoja de ruta marcada. Pero, ¿será suficiente para revitalizar la organización? Aquí hay un importante dilema:

  • ¿Cómo reconectar con las clases populares y los movimientos sociales?
  • ¿Cómo asegurar que toda la organización navegue en la misma dirección y que no haya voces descontentas en el camino?

Estos son desafíos serios que requieren atención continua.

Del pasado al futuro: ¿qué significa este cambio para Catalunya?

La asamblea no solo reflejó el estado interno de Catalunya en comú, sino que también sirvió como un microcosmos de la política catalana. En un contexto donde la CUP, ERC y PSC son protagonistas, el camino hacia una izquierda sólida es cada vez más empinado. Los nuevos líderes tendrán que marcar la diferencia y cambiar la narrativa para que el partido siga siendo relevante.

Críticas constructivas y alternativas

Más allá de los discursos y las promesas, es esencial considerar las críticas que fluyeron durante las discusiones. ¿Por qué algunas propuestas no prosperaron y por qué se sintieron como propuestas que no reflejaban la diversidad del partido? Muchos militantes expresaron su malestar con respecto al proceso de decisión y la falta de democracia interna. Aquello me hizo pensar en mis propios encuentros en espacios políticos donde las decisiones ya estaban tomadas antes de abrir la sala a la discusión.

Cuando leía algunas de las críticas, me acordé de una frase que dice que “no se puede construir un futuro sólido sobre cimientos débiles”. Si Catalunya en comú aspira a ser una fuerza influyente, deberán tomarse en serio no solo las voces que resuenan en el espacio de la Asamblea, sino también las que quedan en el silencio.

La situación en Catalunya: ¿hacia dónde nos dirigen?

En este clima de cambio e incertidumbre, Jessica Albiach, quien dejará la dirección del partido, continúa siendo una voz fuerte en el Parlament. Su llamada de atención sobre la necesidad de un “cambio de época” en la política de vivienda es realmente notable. En un país donde la accesibilidad de la vivienda se ha convertido en un dolor de cabeza, sus palabras resonaron con aquellos que han sido afectados por la situacion. ¿Debería ser un llamado a la acción para sus compañeros y líderes políticos?

Un viaje hacia lo inesperado

La asamblea terminó, la dirección se ha renovado, pero las preguntas continúan. ¿Estaremos presenciando el resurgimiento de Catalunya en comú o el principio del fin? En un mundo repleto de polarización política, la necesidad de organizaciones que realmente representen a la ciudadanía no puede ser subestimada.

Mi propia experiencia en encuentros políticos me ha enseñado que cuando se trata de decisiones colectivas, la participación activa y el compromiso son claves. Aquí hay un aspecto positivo: a menudo escuchamos discursos grandilocuentes, pero la habilidad de escuchar y la humildad administrativa son rasgos que determinan el verdadero éxito.

Conclusión: el camino por delante

Catalunya en comú está en un cruce de caminos. Con los nuevos líderes, nuevas metas y un océano de desafíos que enfrentar, la pregunta sigue siendo: ¿serán capaces de encontrar el equilibrio entre el activismo social, el fortalecimiento de las bases y la efectividad institucional? La historia nos está observando, y quizás es eso lo que más nos debería preocupar. La próxima gran jugada puede estar a la vuelta de la esquina, pero es esa reconexión con sus bases lo que realmente determinará si son capaces de navegar la tormenta o si quedarán a la deriva.