Cuando se habla de los empleados públicos, a menudo nos encontramos con una mezcla de admiración y, sí, una pizca de confusión. ¿Cuántos de nosotros realmente entendemos la magnitud de lo que significa trabajar para el Estado? Si alguna vez has consideradio el sector público como una solución segura y empleos con una vida laboral tranquila, ¡bienvenido al mundo de los funcionarios! Pero, ¿qué sucede cuando esas esperanzas chocan con la dura realidad económica? El sindicato CSIF se ha convertido en la voz de estos trabajadores, y en las próximas semanas, planean hacer que se escuche.

¿Por qué ahora?

Es comprensible pensar que, tras una pandemia global y una crisis económica, uno podría esperar un poco de paz negra entre gobiernos y sus trabajadores. Sin embargo, el presidente de CSIF, Miguel Borra, se prepara para la batalla. “El plazo de cortesía ha terminado, es el momento de pasar a la acción”, dijo. ¿Te imaginas tener que esperar sentado por un aumento salarial que parece un unicornio en un bosque encantado?

Las convocatorias de protesta

En las próximas semanas, habrá movilizaciones a nivel nacional. La primera de ellas tendrá lugar el 11 de noviembre, frente al Ministerio de Hacienda en Madrid. Mientras tanto, las subdelegaciones del Gobierno en todas las provincias también estarán en el punto de mira. Para que conste, no se trata de un simple día de campo; es una demanda de justicia salarial para los empleados que sienten que han sido olvidados.

Pero la historia no acaba ahí. Los funcionarios que se sienten traicionados por sus representantes sindicales desean un acuerdo más robusto, uno que no se quede atrapado en las garras del silencio administrativo. ¿Cuántas veces has pedido un aumento y sólo has recibido una sonrisa nerviosa a cambio?

¿Cuál es la causa de la frustración?

Hablemos de números. Hasta ahora, las subidas salariales han sido prácticamente un juego de “me quedo con las migajas”. El acuerdo firmado por CCOO y UGT para un aumento del 3,5 % en 2022 y un 2,5 % en 2023 dejó a muchos con un sabor agridulce. La realidad es que, desde la firma de ese acuerdo, el poder adquisitivo de los empleados públicos ha caído un 5%. Lamentablemente, no es suficiente para vivir con dignidad, especialmente para quienes han sentido el peso de los recortes de 2010.

En ese entonces, los funcionarios experimentaron una merma salarial que ascendió a 4.721 millones de euros solo en la Administración General del Estado. Lo que significa que las palabras “crisis” y “reclamo salarial” son más que meros titulares; son hechos que marcan vidas.

La comparación de salarios

Al examinar la situación actual, hay un hecho que salta a la vista: la equiparación salarial. ¿Por qué alguien que trabaja en la Administración General del Estado debería ganar, de media, 8.000 euros menos que un compañero en una comunidad autónoma o un ayuntamiento? Aparentemente, todavía hay una montaña de trabajo por hacer en este aspecto, y por ello, CSIF ha exigido que el Gobierno asigne 1.487 millones de euros en los próximos tres años.

A medida que estos números se hacen evidentes, la frustración crece. ¡Es como descubrir que tu amigo ha estado hablando mal de ti en tu ausencia! ¿Por qué se les niega a estos trabajadores lo que les corresponde?

El llamado a la acción

Es evidente que los funcionarios están en modo de emergencia. Cuando Borra afirma que “no descartamos medidas más drásticas”, se refiere a «paros parciales» y posiblemente incluso una huelga global en las administraciones públicas. Todos podemos entender la necesidad de levantar la voz. ¿Quién no ha sentido que es hora de quejarse cuando el servicio no es el que se espera?

Mientras tanto, los funcionarios también enfrentan otros problemas que van más allá de las simples subidas salariales. Las ofertas de empleo público están en un limbo que pende de un hilo. Hay presión para que se elimine la tasa de reposición, y en este contexto, la reactivación de la negociación parece más crucial que nunca. Con un 60% de la plantilla lista para jubilarse en la próxima década, hay una crisis de recursos humanos en marcha. ¿Quién cubrirá todos esos puestos vacantes?

Las prioridades que importan

Al final del día, estas protestas no son solo sobre salarios. La mejor salud laboral, una jornada de 35 horas y la mejora de la asistencia sanitaria son elementos que también quedan dentro de la conversación. En el mundo actual, donde la salud mental comienza a tener más visibilidad, la calidad de vida en el trabajo es un tema candente. Al reflexionar sobre este tema, yo mismo he pasado por periodos de estrés en mi trabajo, y no puedo evitar preguntarme: ¿por qué no cruzamos esas barreras y peleamos por algo mejor?

Lo que se viene

La línea entre el deber y la necesidad de los empleados públicos está muy marcada. Este 2023 está destinado a dejar huella y formar parte de un movimiento que busque mejores condiciones laborales. Después de todo, ¿no se merece una recuperación económica justa el sector que sostiene el país en momentos críticos?

A medida que nos adentramos en el mes de diciembre, es vital recordar que los gritos de protesta y las concentraciones no son solo ruido en el aire. Cada pancarta y cada grito clama por respuestas. Las condiciones laborales no son meras letras en un documento; son fundamentales para la vida diaria de millones de españoles.

Las esperanzas pueden no ver la luz del día tan pronto como nos gustaría, pero la determinación de grupos como CSIF puede cambiar el rumbo de la historia. ¿Nos uniremos a ellos o seguiremos siendo meros espectadores de este drama, mirando cómo se escribe el futuro de las administraciones públicas?

Conclusión

La lucha por una mejor calidad de vida para los empleados públicos en España se intensificará en los próximos meses. Con movilizaciones programadas y un sindicato dispuesto a pelear, hay un profundo interés por parte de la sociedad en cómo se resolverán finalmente estas demandas. Aunque a menudo vemos a los funcionarios como el engranaje que mantiene la máquina gubernamental en funcionamiento, son mucho más que eso: son seres humanos con necesidades y expectativas legítimas.

Así que, la próxima vez que escuches sobre huelgas y protestas, recuerda esto: la lucha de los empleados públicos afecta a todos. ¿Cómo te gustaría que se resolviera esta situación? Porque, al final del día, todos estamos en el mismo barco, y se necesita remar fuerte para llegar a buen puerto.

Termino este artículo con un deseo de que pronto se encuentren soluciones y se restauren los derechos que estos trabajadores merecen. Al fin y al cabo, como dicen, “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. ¡Y que le digan a nuestro Gobierno que es hora de actuar!


Y así, de cara a un 2024 que promete más desafíos, esperemos que este llamado a la acción lleve a un futuro más brillante para todos los empleados públicos en España. No olvidemos que, en la lucha por la equidad, todos ganamos.