Recuerdo claramente un debate acalorado en un aula universitaria donde un compañero, con la gracia de un elefante en una cristalería, defendía su posición sobre la política actual en España. «La historia está por escribirse», dijo, mientras yo, medio bromeando, le respondía: «Sí, pero no con un bolígrafo de odio». Hoy más que nunca, estos debates han cobrado relevancia, y el escándalo que ha rodeado al presidente del Parlament balear, Gabriel Le Senne, se ha convertido en uno de los últimos episodios que nos llevan a cuestionar cómo recordamos nuestro pasado. La bipolaridad política en España nunca ha estado tan presente, y a veces, el deseo de “pasar página” puede conducir a olvidos peligrosos.

Un gesto que desafió la memoria

Le Senne ha estado en el centro de una tormenta política tras romper un retrato de Aurora Picornell durante un debate en el Parlament sobre la derogación de la Ley balear de memoria democrática. Su argumento es que fue un acto accidental, un «folio» que se rasgó en pleno debate, pero la imagen de una figura histórica que representó a las mujeres fusiladas por el franquismo no puede ser tratada como un simple papel en una carpeta de informes. ¿Acaso hay algo más simbólicamente poderoso que un retrato desgarrado? Especialmente cuando se trata de mujeres que, como las ‘Rojas del Molinar’, fueron objeto de la vileza del régimen franquista.

En una era donde la memoria histórica se discute acaloradamente, parece que no es solo un «folio» lo que se rasga, sino toda una narrativa sobre el dolor, la injusticia y los derechos que deben ser defendidos. Y mientras que Le Senne se muestra satisfecho por exponer su versión de los hechos, preguntémonos: ¿realmente el episodio fue accidental, o refleja un desprecio profundo hacia lo que esas imágenes simbolizan?

Las implicaciones de un acto improvisado

El suceso no solo se limita al ámbito de la anécdota política; está cargado de consecuencias. Le Senne se enfrenta a múltiples querellas por delitos de odio y por impedir el ejercicio de los derechos cívicos de los descendientes de las víctimas del franquismo. En su declaración, lejos de mostrar remordimiento, argumentó que esos retratos no debían estar en el hemiciclo, sugiriendo que su acto fue casi un servicio público.

Pero aquí viene la pregunta del millón: ¿se puede alegar que uno está «preservando la neutralidad» mientras se humilla a quienes han sufrido las consecuencias de un régimen violento? Sería algo así como argumentar que al quemar un libro de historia se está protegiendo la biblioteca. Una lógica bastante retorcida.

El abogado del colectivo ‘Estimada Aurora’, Sebastià Frau, no se detuvo en el uso de palabras suaves al afirmar que rasgar la imagen no solo fue un acto desafortunado, sino que, en su opinión, debería ser considerado como injurias colectivas. La memoria histórica es sagrada, y los intentos de despojarla de su significado pueden tener graves repercusiones.

El juego político en medio del escándalo

Como si se tratara de un auténtico drama político, los actores sobre el escenario no son pocos. El PSIB-PSOE ha sido particularmente vocal, tildando la situación de «vergüenza nacional». Iago Negueruela, como un caballero con armadura brillante, ha criticado a la presidenta del Govern, Marga Prohens, por permitir que esto suceda. Hablar de la política actualmente es hablar de movimientos oscuros y decisiones dudosas.

Imaginemos a Prohens en su oficina, mirando la creciente indignación pública, mientras escucha a su asesor murmurar: “Tal vez deberíamos haberlo pensado dos veces antes de salvar a Le Senne.” ¿No da un poco de miedo pensar que ciertos gestos, aparentemente insignificantes, pueden tener ecos en la historia?

El portavoz del Govern balear, Antoni Costa, se ha mantenido en una línea de respeto absoluto a la justicia. “Perdió los papeles”, dijo. Claro que sí, se podría hacer una película sobre eso. Quizás titulada “Perdidos en la polarización”.

¿Quién pagará el precio?

Detrás de este escándalo, se despliega un paisaje más amplio de tensión política y social. Las repercusiones de las acciones de Le Senne van más allá de su persona. Los grupos que han presentado querellas lo hacen en nombre de un paisaje colectivo de memoria, verdad y justicia. Como un invitado no deseado a una fiesta de recuerdos, Le Senne se ha visto envuelto en las sombras de un pasado que muchos preferirían ignorar. ¿Vale la pena correr el riesgo de olvidar?

Además, la decisión del Partido Popular de abstenerse en la votación para el cese de Le Senne se puede ver como un intento de mantener el equilibrio de poder, y que algunos podrían interpretar como un pacto de silencio. Después de todo, la política a menudo requiere de estos delicados equilibrios. Pero en medio de todo esto, hay una pregunta que todos debemos hacernos: ¿Qué tipo de liderazgo queremos en nuestra sociedad?

Reflexiones finales: El precio de ignorar la historia

La historia no es solo un conjunto de eventos del pasado, sino una serie de lecciones que deben ser aprendidas. Al rasgar un retrato, Gabriel Le Senne no solo quebró papel; abrió una herida histórica que aun no ha sanado del todo. Así como en mis días universitarios, donde discutíamos el valor de la historia, hoy nos vemos envueltos en una situación que ejemplifica el dolor de un pasado no olvidado.

Lo que vemos es más que un episodio de política local; es un recordatorio de la fragilidad de la memoria histórica y de lo que significa ser parte de una sociedad que ha sobrevivido a períodos oscuros. La lucha por el reconocimiento y la justicia no es solo cuestión de hechos. Es un testimonio de la perseverancia de aquellos que, a pesar de la adversidad, se niegan a ser olvidados.

En conclusión, en un mundo donde la política parece estar guiada por el odio y la desinformación, debemos ser los guardianes de nuestra memoria. Lo que pasó con Gabriel Le Senne debe servir como una lección y un llamado a la acción para todos nosotros. Así que la próxima vez que pensemos que un “folio” no importa, recordemos que cada papel tiene su historia y cada historia, su significado. Y recordemos que en la lucha por la memoria y la verdad, todos somos responsables.