La libertad de prensa es uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia. Sin embargo, cada vez vemos más episodios que nos hacen cuestionarnos qué tan saludable es el ambiente para ejercitar este derecho. Recientemente, la situación se tornó aún más tensa en el Congreso de España, donde un enfrentamiento entre periodistas y un canal de televisión llamado EDATV ha llevado a que varias asociaciones de periodistas emitan declaraciones alarmantes. ¿Qué ha sucedido realmente y por qué debería importarte? Acompáñame en este viaje.

¿Qué ocurrió en el Congreso?

Todo comenzó durante una rueda de prensa con el portavoz del PSOE, Patxi López. En un giro inesperado, un periodista de EDATV, un canal que ha sido objeto de controversia desde su acreditación, decidió soltar una serie de ataques verbales dirigidos no solo a López, sino también a otros periodistas presentes, persiguiendo un clima de hostilidad. Por si fuera poco, el incidente incluyó acusaciones de «bullying» que simplemente aumentaron la tensión.

Pero, ¿por qué lanzar insultos en lugar de hacer preguntas constructivas? En este caso, el periodista, identificado como Negre, decidió ir por la ruta del escándalo. Sus comentarios estaban más cerca de un espectáculo de mal gusto que de un ejercicio de periodismo saludable. Me pregunto: ¿estamos seguros de que esto es lo que queremos de nuestras instituciones?

Para añadir sal a la herida, el canal emitió reportes que distorsionaron los hechos, afirmando que los periodistas se habían alineado en defensa de López. Un ejemplo clásico de cómo las palabras pueden usarse como armas para atacar la reputación ajena.

La reacción de las organizaciones de prensa

La reacción fue rápida. La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) condenaron vehementemente el comportamiento de EDATV. Dicen que los insultos y la hostilidad provienen de una «minoría exigua de acreditados» que intentan desestabilizar la convivencia entre profesionales. Pensándolo bien, ¿no suena eso a una estrategia de desinformación típica de los tiempos modernos?

Ambas organizaciones resaltaron que la responsabilidad de mantener un ambiente de respeto recae no solo en los periodistas, sino también en los políticos. «Cualquier conducta que obstaculice el ejercicio del trabajo periodístico es un ataque al derecho a la información veraz», aseguran. Se trata de un derecho ciudadano, no de un privilegio de los que cubren noticias desde detrás de un micrófono.

Esto me recuerda de cómo en épocas pasadas, los periodistas eran considerados los «perros guardianes» de la democracia. Sin embargo, en lugar de ladrar, parece que algunos están jugando a morder.

El impacto en la sociedad

La pregunta que queda es: ¿esto realmente afecta a la ciudadanía? La respuesta es sí. Cuando el respeto y la ética se pierden en la dinámica entre prensa y políticos, la ciudadanía se convierte en víctima. La confianza pública en los medios se erosiona, lo que puede llevar a la desinformación y al cinismo. Y en un momento en que estamos constantemente bombardeados con noticias falsas, eso es lo último que necesitamos.

Es alarmante ver cómo, en el medio del caos, hay quienes creen que pueden actuar impunemente en espacios que deberían ser sagrados para el debate civilizado. Cuando un periodista se siente acobardado por ataques que parecen más bien de un matón de escuela que de un colega, surge la pregunta: ¿quién está realmente velando por nuestros intereses?

El papel de las redes sociales

En este episodio, las redes sociales desempeñaron un papel interesante. Negre incluso publicó un video en X (anteriormente conocido como Twitter) donde, según sus palabras, estaba exponiendo la realidad. Pero, como revelaron los representantes del Congreso, su grabación no provenía de la señal oficial. Esto resalta cómo la manipulación de contenidos puede moldear la percepción de la realidad. Otra vez, el viejo adagio cobra vigencia: «una imagen vale más que mil palabras», pero en este caso, se podría argumentar que una mentira todavía tiene más valor.

El hecho de que se hayan grabado discusiones privadas y se hayan presentado como noticias, aunque difusas y distorsionadas, nos muestra que el respeto por la privacidad y la ética periodística se están desvaneciendo. ¿Qué viene después? ¿Entrevistas en la sala de espera del dentista?

La necesidad de normas

A medida que seguimos navegando por estos tiempos confusos, se hace evidente que necesitamos normas más estrictas. La APM ha dejado claro que los profesionales del Congreso deben respetar las normas deontológicas de la profesión periodística. Sin embargo, la pregunta es: ¿quién será el encargado de vigilar el cumplimiento de esas normas?

Cuando las autoridades del Congreso se quedan de brazos cruzados ante actos que «chocan con las propias normas de la cámara», se abre la puerta a numerosos problemas. La falta de acción puede interpretarse como complacencia. Con cada incidente, la confianza entre periodistas y políticos se desgasta un poco más. ¿Podremos recuperar alguna vez esa confianza si no se toman medidas?

Conclusiones

La situación en el Congreso no es solo un simple episodio de un día; es un reflejo de lo que está sucediendo en muchos rincones del mundo. La guerra entre la prensa y los políticos (y viceversa) puede que esté en su punto máximo ahora, pero es crucial que, como ciudadanos, estemos informados y reflexionemos sobre lo que esto significa para nosotros.

Estamos en un momento crítico en que la verdad parece estar perdiendo la batalla frente a la especulación y los ataques personales. La lucha por la ética en el periodismo y el respeto mutuo no solo es asunto de los que trabajan en los medios; es una responsabilidad que todos compartimos.

El futuro de la democracia depende de nosotros: de cómo elijamos informar, escuchar y actuar. Y mientras tanto, los debates entre matones de la prensa y recepcionistas de noticias no deberían ser la norma. Así que, querido lector, ¿te unen estas palabras? ¿Te sientes motivado a caminar hacia una mayor responsabilidad cívica? Porque, seamos honestos, ¡todos necesitamos un poco más de respeto en nuestras vidas!


Al final del día, el caos en el Congreso podría servir como un llamado de atención para que cada uno de nosotros reflexione sobre qué tipo de información consumimos, quién está detrás de ella y, lo más importante, cómo respondemos. ¿Quién sabe? Tal vez, al final, lo que está en juego es incluso más importante que un mal día para un periodista o un mal momento para un político: ¡está en juego el futuro de nuestra sociedad!