El pasado 12 de octubre algo más que el espíritu festivo marcó la jornada en Madrid, fue un verdadero diluvio que transformó la Fiesta Nacional en un evento memorable no solo por los desfiles, sino también por el espectacular aguacero que nos hizo recordar que, a veces, la madre naturaleza tiene sus propios planes. Así que, abróchense los cinturones, porque este artículo nos llevará por las calles empapadas de Madrid, desde la tribuna hasta los momentos más insólitos del desfile, todo en el marco de un día que, más allá del agua, dejó huella en la memoria colectiva.

La lluvia: la reina de la jornada

Por si no lo sabías, el 12 de octubre se conmemora el Día de la Hispanidad en España, un evento que ha sido tradicionalmente un despliegue de orgullo nacional. Pero este año, el que debería haber sido un día glorioso se convirtió en una carrera por encontrar el paraguas más resistente. Imagina esto: tú, en casa, mirando por la ventana y pensando que tal vez la lluvia sea un mito urbano, decides salir a disfrutar de los desfiles con tus mejores galas. Spoiler: acabas empapado hasta los huesos. ¿A quién no le ha pasado algo parecido en un evento al aire libre? Al menos de vez en cuando, ¿verdad?

Según el informe casi poético de los meteorólogos, el avance de las nubes y la lluvia persistente estuvo marcado por un fenómeno espléndido… ¡En pasta! Tanto que, en lo que se refiere a la asistencia del público, el chaparrón hizo que muchos abandonaran la idea de ser espectadores del desfile militar. Esta tendencia a las meteduras de pata meteorológicas es tan inquietante como esos días de verano en los que piensas que ya no hará frío, y de repente, te llega un viento gélido que te hace replantearte tu elección de ropa.

Sin ir más lejos, la meteorología jugó un papel inesperado en la jornada de este año. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se presentó ante un público que, pese a los inconvenientes, mostró una notable reducción en los abucheos y pitadas que suelen ser su pan de cada día en estos eventos. Y sí, puede que la lluvia haya sido su aliada en esta jornada memorable.

El desfile: entre aplausos y paraguas

Imagina una escena en la que 4,000 soldados marchan al unísono bajo una cortina de agua. A medida que el desfile avanzaba, las unidades, entre las cuales se encontraban la Legión y los Grupos de Regulares, mantenían su disposición a pesar de estar empapados. Como alguien que ha marchado en desfiles escolares (sí, eso incluye ritmos asimétricos y pasos descoordinados), me pregunto: ¿qué tal una formación en la que todos avancen en sincronía, como un único organismo que se desplaza a través del agua?

Este fue, efectivamente, un año atípico. La falta del famoso desfile aéreo y la cancelación del salto de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo (PAPEA) dejaron a muchos con ganas de más acción. Lo cierto es que la exhibición aérea, un elemento icónico del 12 de octubre, se esfumó como un mal recuerdo ante el aguacero que caía sin piedad. Si eres alguien que se emocionaba al ver cómo los aviones dibujaban la bandera de España en el cielo, este año te quedaste con el anhelo de un espectáculo que no pudo ser.

Por otro lado, el desfile terminó siendo una representación que traspasó lo ordinario: soldados luciendo mangas de camisa, secuelas de un entrenamiento en supervivencia. Imagínate a esos soldados pensativos, diciendo: «Si sobrevivo a un desfile bajo la lluvia, sobrevivo a cualquier cosa». Al final del día, si no puedes ser fuerte en un desfile militar, ¿dónde más podrás demostrar tu temple?

Los protagonistas: en el ojo de la tormenta

Pasemos a una figura central en este desfile: Pedro Sánchez. No sólo tuvo que lidiar con la lluvia, sino también con una de las jornadas más tensas de su mandato. Si te dijera que todos los años desde 2018 ha tenido que soportar pitadas y abucheos, pensarías que es una especie de maldición, ¿verdad? Pero este 2023, a pesar del espectáculo de paraguas y abrigos, podría haber sido un momento crucial para su imagen.

Cuando llegó a la tribuna, los gritos de desaprobación fueron más dispersos que en años anteriores, algo que podría atribuirse a las condiciones climáticas que invitaron a la gente a buscar refugio en la distancia más que en la cercanía. Por un lado, resulta curioso cómo la naturaleza, con su cálido regalo de la lluvia, se convierte en una eficaz protectora. Al final, el público no se acercó tanto, y esa fue la salvación del presidente.

La política en tiempos de chalecos y paraguas

Mientras los soldados marchaban y el evento cobraba vida, la situación política seguía su curso. Con el telón de fondo de un escándalo de corrupción y malas decisiones protagonizadas por algunos de los allegados más cercanos a Sánchez, la situación se tornó más complicada. La realidad de un presidente que enfrenta críticas acérrimas y rumores de maniobras políticas es como una tormenta en el horizonte. “¿Me vendrá el chaparrón o solo será un drizzler?”. Las preguntas se acumulan como las nubes: ¿será un nuevo tirón de orejas para el líder del Gobierno, o podrá sobrepasar la tormenta política con el mismo ímpetu que sus soldados en el desfile?

La anécdota de la lluvia puede ser una metáfora perfecta de lo que enfrentan los líderes en tiempos difíciles. En ocasiones, la ejecución es más reflexiva que visceral, y se convierte en un arte de malabares con decisiones que afectan a miles.

En el contexto de esta fiesta, la presencia del president de la Generalitat, Salvador Illa, también añade un matiz interesante. Su asistencia, tras una larga ausencia de líderes catalanes en estos eventos, simboliza un posible cambio en las relaciones políticas. Pero pensando en un enfoque más humorístico, ¿será que lo vieron a él empapado bajo la lluvia con una sombrilla de rayas, fusionando su imagen política con un día de picnic fallido?

Reflexiones finales: el desfile entre el agua y el aire

Al final de la jornada, incluso con el barro en las botas y el cabello empapado, lo que quedó es un sentimiento de resiliencia. El desfile de este 12 de octubre no será recordado solo por sus soldados, ni por las palabras de aliento, ni por los abucheos lejanos. Sería un día que enseñó sobre la adaptabilidad, el ingenio y la forma en que la naturaleza hace una reverencia a la política.

Así que, en este momento en que nos decantamos por mirar la vida con humor, no podemos dejar de ver en la lluvia un toque especial. Como un viejo amigo me dijo una vez, «a veces lo mejor de la vida es la lluvia en una fiesta». Y, aunque la permeabilidad de nuestras expectativas pueda solapar la realidad, los desfiles, los discursos y la historia que se construye en días como estos tienen un trasfondo entre lo lúdico y lo serio, lo que nos hace recordar por qué nos reunimos cada año a celebrar.

Así que aquí estamos: entre el aire fresco y las gotas de lluvia, recordando que, al final, en la vida y en la política, lo único permanente es el cambio. Y si la vida te da limones, recuerda siempre que a veces se pueden transformar en un cocktail ideal para brindar por la resistencia y el pueblo que, a pesar de todo, elige levantarse una y otra vez, incluso en remojones épicos.