¿Qué tiene de especial un desfile militar en una fría mañana de octubre en Madrid? Para muchos, podría ser solo un evento más en el calendario. Sin embargo, el desfile del 12 de octubre es una tradición repleta de simbolismo y, este año, se vio salpicado por la inclemencia del tiempo, la controversia política y un carismático borrego llamado Killo.
Un desfile cubierto de paraguas
La mañana del 12 de octubre de 2024 comenzó como en los cuentos de hadas: ¡con lluvia! Así es, la Guardia Real, ese joven grupo que, aunque vestido de gala, debió estar pensando: “La que está cayendo”, llegó a la Plaza Cánovas del Castillo con sus uniformes completamente empapados. Yo no sé ustedes, pero yo preferiría un desfile seco y soleado donde, en lugar de ver a los uniformados empapados, pudiera disfrutar de la elegancia del evento sin la necesidad de un paraguas.
La llegada de los asistentes fue un espectáculo digno de la temporada de tormentas. Las tribunas parecían una marea de paraguas multicolores, pero a esta fiesta nacional los paraguas no les quitarían el frío ni el agua. Aunque claro, había algunos que decidieron hacer un homenaje a su amor por el agua, quedándose a ver el desfile en primera fila, a riesgo de acabar convertidos en esponjas humanas. ¿Alguien se anima a dar un paso al frente?
La llegada del presidente y los abucheos
Entre las caídas de agua, la figura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, emergió como un faro de… descontento, diría yo. A su llegada, los abucheos resonaron con fuerza: los asistentes no dejaron pasar la oportunidad de expresar su descontento con el clima y, de paso, con la situación política del país. Sánchez, envuelto en un abrigo que parecía más una capa de superhéroe que un atuendo casual, notó cómo la lluvia no solo caía del cielo, sino que también lo acechaban las críticas. ¡Menudo día para ser presidente!
A su lado, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se sumaban a la escena. La situación no estaba hecha para los débiles de corazón: la lluvia caía y los rostros de los asistentes reflejaban un torrente de emociones. Aunque, claro, siempre hay espacio para un poco de humor. Un amigo mío, un ferviente observador de la política, bromó: “La lluvia debe ser un nuevo estilo de protesta”.
Un desfile representativo de la política actual
El clima no fue el único protagonista en esta festividad. Durante el desfile, que ha pasado a ser un campo de batalla para los partidos políticos, surgieron las sombras de escándalos como el Caso Koldo, que ha mantenido a Pedro Sánchez en el ojo del huracán. En este tumulto político, parece que el país recuerda la importancia de mantenerse unidos, uniendo tanto a los patriotas como a los antipatriotas en un abrazo inconsciente en medio de la lluvia.
Mientras tanto, el rey Felipe VI, elegante y sereno, tomó su lugar junto a la reina Letizia y la princesa Leonor, quien destacó con su uniforme azul de la Armada. Este año, se notó la presencia del President de la Generalitat, Salvador Illa, un guiño a la inclusión que muchos esperaban, aunque, sorprendentemente, otros presidentes no dieron la cara. ¡La política española no deja de sorprenderme!
Un gesto real en medio de la tormenta
En un momento clave del evento, la lluvia arreció de tal manera que hasta los más altos mandos se preguntaron si el desfile podría continuar. En un acto que retrata la esencia de la monarquía, el rey Felipe VI se puso de pie, lo que llevó a algunos a pensar que se trataba de una señal, acaso un equilibrio entre el deber nacional y la preocupación por su pueblo. ¿Serán esas gotas de lluvia un símbolo de la emoción que siente por su país, o simplemente un recordatorio de que hoy no es un buen día para un desfile?
La acción del rey provocó un instante de tensión en la tribuna. La elite política se miró entre sí, como un grupo de estudiantes viendo si el maestro está decidido a darles cucharadas de deberes o si los iba a dejar escapar con una tarde libre. Por suerte, las nubes decidieron suavizarse y el desfile continuó en medio del agua.
Fiesta nacional y homenaje a los caídos
Otras mentes pensantes podrían ver el desfile como una mera exhibición de poder, sin embargo, este evento también es un homenaje a aquellos que han servido y han perdido la vida en el cumplimiento de su deber. A continuación, desfilaron desde Harley-Davidson hasta caballos, pero no puedo evitar sentir que el verdadero protagonista del desfile fue Killo, la cabra de la Legión que ha hecho de cada desfile un momento memorable. ¿Qué sería de un desfile sin este peculiar animal que se pasea como si realmente supiera que es un espectáculo?
Más que una simple cabra, Killo representa la conexión entre lo militar y lo cotidiano, lo que hace que este evento no solo celebre la fuerza del ejército, sino también la camaradería, la valentía y hasta un poco de humor en momentos serios. ¿No suena esto un poco como la vida? Uno puede salir a la calle y ser atrapado por una fuerte tormenta de problemas, pero en medio de toda la adversidad, siempre hay espacio para reír con los amigos.
Reflexiones finales: ¿qué nos deja el desfile?
Al llegar el momento de la despedida, en la carretera esperaban los coches de lujo para llevarse a los dignatarios, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, aguardaba bajo su paraguas negro, pero con su vestimenta roja tan brillante como su compromiso. Fue una jornada intensa, donde la lluvia, las tensiones políticas y una cabra contribuyeron a una representación multifacética de la vida nacional.
La democracia no es perfecta, pero gracias a momentos como el desfile del 12 de octubre, podemos observar cómo la historia, la política y un poco de frenesí se entrelazan en un tejido que a veces parece desgastado, pero siempre logra resistir. En el fondo, este desfile es más que un evento militar; es una celebración de la identidad española en toda su complejidad.
Así que, ¿qué recordaremos del 12 de octubre de 2024? Tal vez la nueva vestimenta de la princesa Leonor, el aguacero que hacía parecerse al evento más a una lucha épica que a una celebración patriótica, y, por supuesto, la inconfundible presencia de Killo, la estrella del desfile que, sin duda, tendrá que ser invitada a los siguientes eventos.
¿Hasta cuándo tendremos que lidiar con lluvias metálicas de escándalos y políticas grises, o quizás, podremos encontrar unos días soleados donde el pueblo celebre sin miedo al trueno y la tormenta? Como suelo decir, después de la tempestad, siempre llega la calma, y con cada desfile, la esperanza de que un futuro mejor es posible. ¡Sálvese quien pueda!