En la actualidad, uno de los temas más candentes, y que despierta pasiones, es el acceso a la vivienda digna. Si eres estudiante o has sido uno, seguramente recordarás las noches en las que entre libros y apuntes, además de café, había que planificar el presupuesto mensual. Si alguna vez te has preguntado por qué todo parece más complicado cuando se trata de encontrar un lugar donde vivir, especialmente para los jóvenes, este artículo te va a interesar.

La situación en España, especialmente en ciudades como A Coruña, se ha convertido en una verdadera montaña rusa emocional, donde la especulación inmobiliaria parece llevar la voz cantante. Múltiples estudiantes y profesores se congregaron la semana pasada en el emblemático Obelisco de A Coruña para exigir su derecho a una vivienda digna, y no estoy hablando solo de sueños utópicos. Hablamos de una realidad que se ha vuelto cada vez más inalcanzable. La plataforma gallega Erguer lideró esta manifestación, impulsando un cambio que muchos consideran urgente.

La voz de los jóvenes: Bruno Fariñas y la realidad del alquiler

Bruno Fariñas, un estudiante que ha estado en el ojo del huracán, comentó durante la manifestación que “conseguir una vivienda para simplemente estudiar es un privilegio.” Si alguna vez te has sentido así, no estás solo. La lucha de Bruno es reflejo de la herejía que enfrentan muchos estudiantes. ¿Quién no ha experimentado la agonía de ver cómo los precios de los alquileres suben más rápido que la inflación? Es como si el mercado inmobiliario decidiera que el alquiler es un deporte extremo y nos arrastra a todos.

Bruno compartió su experiencia personal durante la protesta, donde mencionó que le habían subido 150 euros en su alquiler a lo largo de tres años. ¡Madre mía! Esos 150 euros podrían haber sido utilizados en tantas cosas: material de estudio, una buena cena, o al menos un par de cervezas con amigos para bajar el estrés. Pero no, se suman a la lista de gastos que parecen devorar tu presupuesto a lo largo del mes.

En la actual crisis de vivienda, no nos sorprende que la especulación inmobiliaria y el uso de plataformas como Airbnb estén afectando a los estudiantes que buscan un lugar donde vivir. Al parecer, aquellos que alquilan espacios a corto plazo parecen haber olvidado las necesidades de los que realmente quieren establecerse. La verdad es que muchas veces parece que estos espacios se convierten en una forma de explotar la demanda, en lugar de responder a necesidades reales.

Estudiantes alzando la voz: ¿una nueva generación de activismo?

La concentración en A Coruña no fue un evento aislado; fue la culminación de un mes de campaña que involucró a los principales núcleos urbanos gallegos: Santiago de Compostela, Pontevedra, Vigo, Ourense, Lugo y Ferrol. La respuesta de los estudiantes fue abrumadora, con un 95% de seguimiento en la huelga convocada. Impresionante, ¿verdad?

La organización Erguer ha tomado el timón en la lucha estudiantil, y su mensaje es claro: «El problema de la vivienda es un problema de fondo del propio sistema.» No se trata solamente de precios altos, sino de un modelo que prioriza las ganancias sobre las necesidades humanas básicas. Pregúntate, ¿cuándo un derecho conquistado se convirtió en un privilegio reservado para unos pocos?

Mis amigos siempre dicen que alguna vez pensaron en dejarlo todo por un estilo de vida nómada, pero ¿acaso ese deseo de libertad no se ve opacado por nuestra necesidad de un hogar al que volver después de un día duro de estudio? Esa lucha interna entre tu deseo y la realidad es complicada.

Demandas de los estudiantes: más que un simple grito

Las demandas de los estudiantes van desde la creación de más plazas en residencias públicas hasta la regulación de alquileres que parecen haberse escapado de control. La realidad es que no se puede dejar la carga del costo de la vivienda únicamente en manos del mercado. Debería ser un asunto de política pública.

Como si entráramos a un parque de diversiones lleno de monstruos, es cada vez más normal ver a nuestros jóvenes enfrentándose a situaciones en las que realmente tienen que decidir entre su educación y su bienestar financiero. Algunos, lamentablemente, optan por renunciar a su carrera soñada solo porque no pueden permitirse vivir en una ciudad donde puedan estudiar.

Y aquí es donde muchos de nosotros nos unimos, desde la distancia, a la lucha estudiantil. ¿Cuántas veces hemos recordado nuestra experiencia en la universidad y cómo navegar en un mar de despropósitos económicos nos forzó a ser creativos por necesidad? La mayoría de las universidades deberían ser un faro de conocimiento, pero de vez en cuando se sienten más como instituciones de deuda constante.

A Coruña: economía y vivienda, un tira y afloja constante

Si bien el problema de la vivienda no es nuevo, la crisis actual trae consigo un contexto completamente diferente. Mientras que en tiempos pasados el ser estudiante era sinónimo de “café instantáneo y comida rápida”, ahora se ha convertido en un juego de supervivencia financiera, donde los alquileres se disparan dejando a muchos con una sola opción: permanecer en casa de los padres o buscar alternativas extremas.

La combinación del aumento de precios y la escasez de soluciones habitacionales hace que muchos estudiantes se vean atrapados en un ciclo interminable de angustia. Y es que, ¿quién no ha soñado con mudarse a una ciudad vibrante, llena de oportunidades, solo para sentirse desilusionado al buscar un lugar asequible en el que vivir?

Los estudiantes que asisten a universidades en ciudades como A Coruña deben afrontar no solo el reto académico, sino también el reto vital de encontrar un espacio que les brinde la estabilidad que necesitan para concentrarse en sus estudios. A este paso, me imagino que muchos se preguntan si sus títulos serán el salvavidas que esperan.

Reflexiones finales: el futuro de nuestros estudiantes

Lo que está en juego es más que una simple griega en la balanza del mercado inmobiliario; se trata del futuro de generaciones enteras. El activismo estudiantil está empezando a ganar terreno y a dar voz a una realidad que muchos preferirían ignorar.

El futuro parece incierto, y la lucha por una vivienda digna es fundamental. Ya es hora de que tanto las instituciones educativas como el gobierno tomen medidas concretas. Como dice el joven Artai Gavilanes, desde la plataforma Erguer, «un derecho fundamental no debería ser un privilegio,» y en esta lucha todos tenemos algo que perder y ganar.

Así que, la próxima vez que te sientas desanimado por la presión de los alquileres o la carga de un presupuesto escaso, recuerda que estamos en un momento de transformación. A veces nos encontramos en un lugar inesperado, pero si unidos alzamos nuestras voces, el cambio puede surgir de nuestras propias manos.

En resumen, el clamor por la vivienda digna no sólo resuena en A Coruña, sino en toda España. Si logramos entender esto como un llamado a la acción, podemos correr el riesgo de reimaginar lo que significa vivir y estudiar. La respuesta está en nuestras manos… literalmente.