En el mundo actual, ser padre o madre es una de las experiencias más gratificantes que uno puede tener. Recuerdos como el primer paso, la primera palabra o los invaluables abrazos son simplemente inigualables. Sin embargo, al compartir estas experiencias con amigos, una constante se repite: “¡Criar a un niño es más caro que comprar un coche nuevo!” Y aunque me gustaría poder tomarlo a la ligera, no puedo evitar sentir una profunda conexión con las historias de familias como la de Pepa, una madre de 33 años y cuatro hijos que se enfrenta al drástico aumento de los gastos en la crianza. La reciente publicación de Save The Children sobre el costo de la crianza ha dejado claro que los números son alarmantes, y, para muchos, esta puede ser una razón para replantearse el tema de tener hijos o considerar la posibilidad de ampliarlo.
Un vistazo al informe de Save The Children
La ONG Save The Children ha lanzado un informe titulado El coste de la crianza en 2024, que revela que, en España, el costo promedio mensual de criar a un niño se eleva a 758 euros. ¿La razón? Un incremento del 13% respecto al año anterior, que supera a la inflación general del país (9,4%). Esto no suena bien, para nada. En un vasto contexto económico que ya es incierto, Pepa y padres como ella tienen que ingeniárselas para llegar a fin de mes con los recursos cada vez más limitados.
Pepa y su pareja, por ejemplo, viven en Sevilla y se ven obligados a priorizar alimentos y necesidades básicas. “Comprar carne y pescado es muy de vez en cuando, las verduras también; comemos pasta y arroz”, menciona. Esto lleva a una reflexión inmediata: ¿Deben los padres caer en la trampa de comprar alimentos más baratos pero no necesariamente saludables solo para ahorrar unos euros? Es un dilema angustiante, y la realidad de cada día puede significar la diferencia entre una comida saludable y una sin sabor.
Resultados escalofriantes
El informe también subraya que aquellos que tienen hijos tienen un 70% más de probabilidades de caer por debajo del umbral de la pobreza, que se sitúa en menos de 23.078 euros anuales para una pareja con dos hijos. Es una cifra que hace que muchos se rasquen la cabeza. ¿Cómo es posible que criar a un niño se haya vuelto tan caro? Las necesidades básicas son cada vez más inalcanzables.
Las comparaciones regionales también son escalofriantes. Criar un hijo en Cataluña puede costar hasta un 30% más que en Andalucía. ¿No es curioso que el lugar donde uno vive pueda determinar el bienestar de su familia de tal manera? Ya en mi propia experiencia, he notado que el costo de vida varía significativamente entre ciudades grandes y pequeños pueblos, pero esto va más allá: se trata de las oportunidades y el futuro de nuestros hijos.
Factores de riesgo
El informe muestra inequívocamente que el gasto en vivienda y alimentación es lo que más ha aumentado. La madre de Pepa lo puede atestiguar, pues ella no está sola; muchas otras familias enfrentan la misma realidad. Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de Save The Children, señala que, debido a la inflación, “hay partidas de gastos que se ven más afectadas y son justamente estas las que tienen más carga en las familias con hijos”. Es importante reconocer que esto provoca un efecto dominó: menos ingresos resultan en menos opciones alimenticias, lo que, a su vez, podría impactar negativamente en la salud y el desarrollo de los niños.
Pero, hablemos de la salud. En palabras de Lorenzo Armenteros del Olmos, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, las carencias alimentarias y condiciones de vida inadecuadas pueden afectar el desarrollo físico y emocional de los menores a largo plazo. Es el tipo de información que se queda grabada en la mente de cualquier padre, porque cada uno de nosotros quiere garantizar un futuro brillante para nuestros pequeños. Sin embargo, ¿cómo hacerlo cuando la situación económica parece ir en dirección contraria?
Desigualdades ocultas
La cruda realidad nos recuerda que no todas las familias tienen la misma capacidad para hacer frente a estos desafíos. En 2023, el 34,5% de los niños en España vivía en riesgo de pobreza o exclusión social. Y cuando se mira desde la perspectiva de las familias monomarentales, ¡los números son aún más desoladores! Casi la mitad de estos hogares se encuentra en esa situación. Personalmente, me pregunto: ¿Cuántas historias de lucha y sacrificio quedan ocultas bajo estas cifras abrumadoras?
Un ejemplo vívido es el de Inmaculada, una madre de 39 años que vive en Leganés y cría a su hijo de 12 años con necesidades educativas especiales. Su experiencia ilustra cómo la falta de recursos puede limitar el acceso a servicios que son fundamentales para el desarrollo de su hijo. ¿Por qué debe ser tan complejo encontrar ayuda profesional y terapia adecuada? ¿Por qué, debido a factores económicos, debemos sacrificar el bienestar emocional de nuestras futuras generaciones?
En un tiempo en que todos nos esforzamos por alcanzar la equidad, me pregunto si realmente contamos con un sistema que apoye a todos los padres por igual. La situación de Inmaculada resuena con mucha fuerza en diferentes hogares, y entiendo profundamente el peso que lleva sobre sus hombros.
La inversión en el futuro: ¿necesaria o un lujo?
El informe de Save The Children también plantea una idea audaz: la creación de una prestación universal para la infancia que ayude a cubrir parte de estos costos. Me parece que ahí está la clave. Si se establecieran políticas que aseguren un apoyo más robusto a las familias con hijos, podríamos vislumbrar un horizonte más alentador.
La falta de apoyo gubernamental se vuelve aún más evidente si se considera que España destina solo el 1,5% del PIB a la inversión en infancia. En comparación, la media en Europa es del 2,4%. Es sumamente frustrante y, honestamente, me pone un nudo en el estómago. Hasta donde puedo ver, deberíamos abogar por un compromiso más fuerte hacia las familias y sus necesidades.
¿La solución?
Creo que es esencial que se replanteen las políticas fiscales y redistributivas, y que haya un rediseño del Complemento de Ayuda para la Infancia (CAPI). Esto podría significar la diferencia entre un niño que enfrenta vulnerabilidades y uno que tiene acceso a oportunidades. En esta línea, la educación juega un papel crucial y es el fundamento sobre el que se construye el futuro. Si deseamos que nuestros hijos vivan en un mundo mejor, debemos proporcionarles las herramientas necesarias y, a veces, esto comienza con asegurar que sus padres puedan costear esas herramientas.
Reflexiones finales: ¿un futuro más brillante?
Así que, después de haber explorado todo esto, regresamos al principio: ser padre o madre es una experiencia mágica pero cada vez más desafiante. Si bien el amor, la dedicación y los dulces abrazos son invaluables, la realidad económica pesa mucho más de lo que nos gustaría admitir.
Mientras escucho historias como la de Pepa e Inmaculada, no puedo evitar pensar que podría ser cualquiera de nosotros en esta situación. No se trata solo de un dossier estadístico, sino de la vida cotidiana de millones de personas que luchan por un futuro más brillante para sus hijos.
La verdad es que, a pesar de los desafíos, muchas familias encuentran una increíble capacidad para superar adversidades. ¿No es acaso una forma extraordinaria de resiliencia? Mientras tanto, deberíamos seguir luchando, abogando y visibilizando el costo oculto que implica criar a una familia. Después de todo, ¡cada niño merece tener acceso a un futuro próspero, independientemente del costo!