La Feria de Sevilla no es solo un evento; es una experiencia que encarna la esencia de la cultura andaluza. Desde las casetas decoradas con flores hasta el aroma de las tapas que invaden el aire, todo está dispuesto para que la diversión y el buen ambiente prevalezcan. Sin embargo, la reciente decisión de cambiar el formato de esta festividad ha generado un hervidero de opiniones, especialmente entre los caseteros. En este artículo, exploraremos las implicaciones de este nuevo modelo, las reacciones de los involucrados y las anécdotas que nos llevan a reflexionar sobre lo que está en juego.

Un giro inesperado en la tradición

Como buen sevillano, recuerdo mi primera Feria. Era una mezcla de can’ticos flamencos y el chasquido de las palmas en la noche. Pero ahora, en un giro inesperado, el Ayuntamiento ha decidido que a partir de 2025 habrá un cambio en el modelo de la fiesta. Aunque las decisiones políticas son tan usuales como la lluvia en primavera, esta ha colmado el vaso de la controversia.

El referéndum realizado en abril arrojó resultados a favor del modelo largo, lo que podría haber supuesto un respiro. Pero el vaticinio ominoso de que el nuevo modelo corto se implemente hace que muchos sientan el sudor frío de la incertidumbre. ¿Por qué se arriesgarían a alterar algo que ha impulsado tanto el turismo y la economía local? ¿Es simplemente por un cambio de aires, o hay algo más detrás de las cortinas?

¿Menos días, menos ganancias?

Si hay algo que se ha repetido en las discusiones de los caseteros es que menos días equivalen a menos ganancias. La asociación de caseteros de Andalucía, encabezada por José David Martín, ha sido clara en su postura: “A más días de Feria, más ganancias”. Esta frase se podría sellar en un marco, porque tiene más peso que un barril de vino.

Imaginemos la situación. El año pasado tenías un flujo constante de clientes, desde el primer sábado hasta el miércoles siguiente. Este año, según los cálculos de los caseteros, perderán oportunidades estratégicas. El primer domingo, que siempre fue un día dorado, se convierte en un domingo de preferia, es decir, nada que festejar. Como comenta Martín, “no es lo mismo que sea un domingo de preferia”. ¡Y qué verdad! Si has estado en la Feria, sabes que un domingo lleno de gente es lo que realmente comienza a calentar el ambiente festivo.

La matemática de las pérdidas

Los caseteros no son solo rostros sonrientes esperando la llegada del público. Son empresarios con tablas de cálculo y proyecciones. Han estimado que sus ventas podrían caer un 25% comparadas con los años anteriores. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué significa esto para el catering y la industria local?

Lo que está en juego aquí no es solo una fiesta; son empleos, proveedores y la economía local. Cada litro de vino, cada tapa de jamón que vendan, representa no solo una alegría para el paladar, sino sostén para muchas familias.

Cambios que afectan a todos y cada uno

Es bastante evidente que los caseteros no son los únicos que se verán afectados. También los camareros saltan a la palestra de la preocupación. «Los camareros van a perder muchos días de trabajo”, insiste Martín. Si cada año había problemas para encontrar a trabajadores en el Real, ¿cómo será el próximo mayo? A veces, uno se pone a pensar en qué sería del evento sin ellos.

Mi amigo Manuel, camarero en la Feria, cada año contaba las historias más divertidas de su experiencia. Desde el grupo de amigos que intentaban hacer un «flamenco» improvisado en medio de la caseta hasta el cliente que intentó pagar con un par de colas de pescado. Cada anécdota de Manuel era un recordatorio de que detrás de un evento amplio y ruidoso hay historias que hacen que todo cobre vida.

Pero, con menos días, también se pierden menos historias. ¿Dónde quedan las oportunidades de reírse y disfrutar del bullicio si la gente simplemente decide cambiar de aires y visitar la playa?

Proveedores: el eslabón olvidado

Lo que muchos no comprenden es que la economía de la Feria no solo fluye a través de las casetas. Existe toda una cadena de proveedores que dependen de la feria para su negocio. Mire, si hay menos días, simplemente se venderá menos. Desde la carne hasta la fruta, cada vendedor siente el impacto. Es una especie de dominó donde una caída puede resultar en un efecto en cadena, afectando a todos.

La ansiedad por el futuro se siente palpable. ¿Alguna vez has tratado de hacer un plan financiero basado en variables incontrolables? Es como intentar bailar flamenco en una ladera resbaladiza; definitivamente, no todos pueden hacerlo.

El ciclo político y la esperanza de un resultado favorable

Hoy, el nuevo modelo aún no ha sido oficializado. Está en fase de alegaciones y espera pasar a un pleno en el próximo mes de enero. No obstante, previo a este proceso, se necesita una mayoría. Esto significa que el resultado dependerá de la reacción de las fuerzas políticas de la oposición, lo que añade otra capa de incertidumbre.

¿Afectará esto a las elecciones locales que se aproximan? Tal vez.

Desde fuera, parecería que estamos en una partida de ajedrez en la que cada movimiento puede cambiar el curso no solo de un evento, sino del futuro de miles de personas que dependen de él.

Un llamado a la reflexión

Como curiosos observadores de la vida, el cambio del modelo de la Feria de Sevilla nos lleva a preguntarnos algo fundamental: ¿Qué valor damos a nuestras tradiciones? ¿Estamos dispuestos a sacrificar la continuidad de lo que nos hace únicos en aras de algo nuevo? Es un dilema que no tiene respuestas fáciles, pero lo que es indiscutible es que cada uno de nosotros tiene su papel en este drama cultural.

Para muchos de nosotros, la Feria siempre ha sido una celebración brillante, llena de risas, amor y camaradería. Pero, como recientes acontecimientos muestran, cada celebración viene acompañada de sus desafíos. Solo espero que, al final del día, se tomen decisiones que beneficien no solo a unos pocos, sino a toda la comunidad.

Para cerrar, es importante recordar que lo que está en juego en esta celebración no es solo un cambio de fechas; es la herencia cultural y el sustento de muchas familias. Espero que podamos encontrar un camino que reconcilie esas disyuntivas.

Así que, amigos lectores, cuando se aproximen las fechas de la Feria, hagamos un esfuerzo consciente por disfrutar, pero también por apoyar a quienes están detrás de las escenas. Porque detrás de cada risa, cada baile y cada bocado disfrutado hay historias de trabajo duro y dedicación.

¡Nos vemos en la Feria!