Un cambio que sacude los cimientos de la televisión pública española

La reciente aprobación del real decreto que redefine las mayorías necesarias para el nombramiento del Consejo de Administración de RTVE ha abierto un nuevo capítulo en la relación entre el Gobierno español y los medios de comunicación públicos. Sin duda, estamos ante una decisión trascendental que, más allá de los juegos políticos, plantea preguntas complejas sobre la independencia mediática, la transparencia y el pluralismo en España.

Si has estado bajo una roca (o simplemente disfrutando de una desconexión digital), quizás no estés al tanto de que este real decreto ha proporcionado a Pedro Sánchez y su equipo un control prácticamente absoluto sobre la televisión pública española durante los próximos seis años. ¡El tiempo vuela, y el poder también!

La sombra de la BBC y el dilema español

Siempre he sentido una pequeña envidia de la BBC británica. Esa imagen de independencia, ese aura de neutralidad que parece envolver a sus presentadores y programas. En cambio, RTVE ha estado en una búsqueda constante de legitimidad que, aunque necesaria, nunca ha conseguido replicar por completo. Y aquí es donde entran en juego las negociaciones políticas y las mayorías parlamentarias, lo que, en términos más simples, es como intentar encontrar una pareja que cumpla con tus estrictos requisitos para salir a cenar, pero que, al final, acabas eligiendo a alguien que, aunque no lo creías, tiene un buen sentido del humor y sabe preparar una pasta deliciosa.

ZP, como muchos lo llaman, parecía tener una fórmula que daba cierta legitimidad a RTVE. Sin embargo, con este nuevo decreto, ¡adiós a esa apariencia de equilibrio! ¿Ahora qué? Nos queda una RTVE que no solo se enfrenta a la posibilidad de ser un ente partidista, sino que también podría convertirse en un «Telefrankenstein», un monstruo políticamente alimentado, cuyo relato estará controlado por los mismos actores que deberían garantizar su independencia.

Un gobierno que juega sus cartas

La manera en que se ha estructurado el Consejo de Administración cambia dramáticamente: pasar de seis a once miembros elegidos por el Congreso – y cuatro por el Senado – es un movimiento que no puede tomarse a la ligera. Este cambio no solo parece favorecer al Gobierno actual, sino que también establece un escenario donde los próximos gobiernos, ya sean del PP o de cualquier otra coalición, se verán obligados a lidiar con una RTVE que parece ya comprometida con una agenda.

Imagina el escenario: un nuevo gobierno del PP tras unas elecciones. Tendrán que sacar su mejor sonrisa y convivir con una RTVE que será una especie de sparring político entrenado por el Gobierno. Un panorama bastante complicado, por decir lo menos.

El rol de los socios y sus implicaciones

La entrada en el Consejo de sus socios de gobierno – que van desde ERC hasta Bildu – podría dar lugar a un espacio donde la narrativa mediática en RTVE se ajuste a sus intereses. Esto no debería sorprendernos, pero sí provoca una profunda preocupación. Si los ciudadanos pensaban que el contenido de RTVE era neutral, podrían estar en un viaje emocional que no esperaban.

Haciendo un paralelismo, esto me recuerda a esas veces que te unes a una conversación sobre el último fenómeno viral de TikTok y terminas conversando con un grupo de amigos que, en lugar de compartir tu entusiasmo, comienzan a criticarlo. Te quedas ahí, sintiendo que RTVE podría convertirse en el TikTok de la política, donde todo está minuciosamente seleccionado y editado para mostrar solo lo que agrada. ¿Dónde queda el objetivo de informar y educar?

La legalidad y el espíritu de la prensa libre

Con este nuevo enfoque, el real decreto en cuestión también parece violar el razonamiento detrás del Reglamento Europeo de Libertad de Medios de Comunicación. ¿Acaso no debería garantizarse la independencia de los medios públicos? Este reglamento, que establece la necesidad de salvaguardar el pluralismo, suena, por desgracia, más a un eco lejano que a una regla en acción.

Y aquí es donde llegan las preguntas: ¿Qué independencia se puede esperar de un organismo tan alineado con la mayoría parlamentaria de gobierno? ¿Es esta una señal alarmante para el futuro de la democracia en España?

Algunas voces críticas sugieren que el PP debería adoptar una posición más activa, más que simplemente denuncias. El debate se ha intensificado y, dentro de este escenario político tan polarizado, parece que la lucha por RTVE es solo una batalla más en la guerra interminable entre los diferentes campos de la política española, mientras el espectador queda atrapado en el medio.

Consecuencias para la democracia y el deterioro de la calidad

Es crucial destacar que una RTVE de partido, financiada por los impuestos de todos los ciudadanos, pone en riesgo no solo la calidad del contenido que se ofrece, sino que también amenaza la esencia misma de una democracia saludable. La percepción internacional sobre la calidad democrática de un país se basa, entre otras cosas, en la independencia de los medios. ¡Hablamos de lo que se dice sobre nosotros en los almuerzos diplomáticos!

Por otro lado, comparaciones con regímenes como el de Viktor Orbán son inevitables. The Economist ha expresado sus temores sobre los desafíos que enfrenta España, y tras el asalto a RTVE, es difícil no sentir que se está acercando a una línea muy peligrosa. Aunque, seamos claros, desde Bréxit hasta los Grammy, el mundo ha demostrado que no estamos nunca demasiado lejos de un buen drama.

La necesidad de crítica constructiva

Es esencial que, en este contexto, surja una voz crítica dentro de la sociedad civil. La política mediática no debería ser un objetivo para ningún gobierno en una democracia liberal. En lugar de eso, deberíamos abogar por una RTVE que no solo informe, sino que también eduque, entretenga y estimule el pensamiento crítico.

¿Cómo se logra esto? Poseer una diversidad de voces en las pantallas, dar espacio a historias y relatos no convencionales, y permitir que los ciudadanos se sientan representados de manera justa. Así como los ingredientes de una buena cocina tienen que equilibrar sabor y textura, RTVE debe equilibrar información y entretenimiento.

Reflexiones finales: ¿Dónde vamos desde aquí?

Es claro que el futuro de RTVE nos enfrenta a grandes desafíos. La gestión que se está llevando a cabo no es solo una cuestión de cambios administrativos; es una cuestión que impacta en la percepción pública y en la confianza que los españoles depositan en su televisión pública.

La historia nos ha enseñado que los medios de comunicación libres son un pilar fundamental de la democracia. Si dejamos que este pilar se tambalee, es posible que terminemos atrapados en un ciclo vicioso de desconfianza, manipulación y polarización.

Así que aquí quedamos, esperando que, en lugar de salir corriendo en este laberinto, encontremos un camino hacia una RTVE que pueda ser un verdadero reflejo de nuestra sociedad plural. Porque al final del día, queremos que nuestras historias se cuenten con la variedad y el color que nos merecemos, sin filtros ni manipulaciones. ¿No es eso lo que todos deseamos?