La lucha por la igualdad de género en el mundo laboral ha sido un tema candente en los últimos años. Si bien se han logrado avances significativos, todavía queda un largo camino por recorrer. En España, el escenario es mixto, con logros esperanzadores en representación femenina en cargos directivos, pero también con realidades frustrantes que evidencian un techo de cristal aún presente. Así que, ¿dónde estamos ahora y hacia dónde vamos? Vamos a explorar más sobre este tema.

Avances significativos, pero insuficientes

Hablemos primero de los números que todos aman ver. Según el XIII Informe sobre Mujeres en los Consejos de Administración del IBEX 35, más de un 40% de los asientos en los consejos de administración de las empresas más grandes de España están ocupados por mujeres. ¡Hurra! Sin embargo, si miramos de cerca, este crecimiento se ha producido en parte gracias a leyes que exigen esa representación. Pero, ¡cuidado! La pregunta es: ¿se trata de una medida real de empoderamiento o simplemente un arreglo legal?

Este año, en España, la representación femenina en los consejos de administración alcanzó el 41,22%, subiendo de 176 a 183 mujeres en un año. Es un avance, seguro, pero cuando miramos a las empresas fuera del IBEX 35, ese porcentaje desciende al 36,34%. Un indicativo de que la paridad no siempre es sinónimo de poder.

Los números no cuentan toda la historia

Hablando de datos y porcentajes, es fácil perderse en ellos. La experiencia humana detrás de estas cifras es lo que realmente importa. Hace un año, una amiga me contaba sobre su experiencia tratando de obtener una promoción en su trabajo. Tenía todas las credenciales: educación, experiencia y un historial de logros increíbles. Sin embargo, a la hora de la verdad, se le dijo que no tenía «la actitud adecuada». La actitud. Esas palabras que a menudo usan cuando no quieren admitir que simplemente no encajarías en el molde tradicional de un líder.

A medida que exploramos este tema, el nuevo informe del Women in Business 2025 de Grant Thornton revela que el número de mujeres en puestos directivos ha disminuido del 40% al 38.4%. Pensé que eso no era posible, pero aquí estamos. Además, la cantidad de mujeres que ostentan el título de CEO ha bajado de un alarmante 7% en un solo año. Es como si cada paso adelante que damos, tropezáramos dos pasos atrás. ¿Es esto un camino hacia la igualdad o solo un juego de ajedrez?

El tamaño importa, pero no como pensamos

Interesantemente, en el sector de Tercer Sector, donde las mujeres constituyen el 74% de la fuerza laboral, la situación se complica. Cada vez que una mujer logra alcanzar un puesto de liderazgo, se enfrenta a una verdad incómoda: ¡gobierna con casi un 41% menos de presupuesto que sus homólogos masculinos! ¿Y si empezáramos a mirar lo que realmente significa equidad en lugar de igualdad numérica?

El mito del «síndrome de la impostora»

Uno de los datos más sorprendentes proviene del Observatorio de la Mujer Profesional en España, donde el 45.2% de las profesionales encuestadas afirmó que nunca ha ascendido, incluso cuando el 68% desea hacerlo. Uno podría pensar que hay un «síndrome de la impostora» acechando en las sombras, un monstruo que, por desgracia, muchas mujeres enfrentan en su camino profesional. ¿Cuántas veces nos hemos sentido menospreciadas, incluso en nuestras propias cabezas? La verdad puede ser aplastante.

Veo a tantas mujeres que, a pesar de sus capacidades, se cuestionan constantemente su valía. A menudo escucho frases como «no estoy lo suficientemente preparada» o «no quiero parecer arrogante». Y aquí surge la pregunta crucial: ¿qué significa estar ‘preparada’ en un mundo donde los estándares son diferentes según el género?

Una nueva generación con diferentes prioridades

Un dato que resulta inquietante es que un 30% de los jóvenes entre 18 y 25 años no considera importante la equidad de género. Contrastando esto, las personas de 56 a 65 años son las que más valoran la igualdad. Esto me lleva a pensar: ¿qué estamos enseñando a las nuevas generaciones sobre la importancia de la equidad? Si bien es fácil dar por sentado los avances obtenidos, el futuro depende de cuán conscientes sean estos jóvenes sobre las luchas pasadas y las que aún persisten.

¿Es suficiente la representación?

Cuando vemos a mujeres en la alta dirección, es natural asumir que todo va bien. Pero he aprendido que la representación no siempre implica poder. Una mujer al mando puede tener una visión diferente y abordar problemas con sensibilidad, pero si sigue delante de un consejo donde la mayoría son hombres, la influencia puede ser limitada. Es como tener un maravilloso chef en la cocina, pero que deba seguir la receta de alguien más.

La ley de paridad: ¿una solución mágica?

La Ley de Paridad fue un paso valiente para fomentar la igualdad de género en los espacios de toma de decisiones. Sin embargo, es crucial recordar que la ley por sí sola no es suficiente. Necesitamos una cultura que valore realmente la diversidad y la inclusión. La ley debe ser solo el comienzo de un proceso educativo más amplio que aborde las creencias y las actitudes que perpetúan la desigualdad.

Fomentando una cultura de apoyo

Como alguien que ha trabajado en ambientes con escasa representación femenina, puedo decir que el cambio empieza desde la base. Las empresas deben fomentar una cultura de apoyo donde las mujeres puedan ser mentoras y modelos a seguir, no solo colegas. Cuando las mujeres se levantan, levantan a otras mujeres, y así se crea un ciclo virtuoso.

Mirando al futuro

Es evidente que hemos avanzado, pero la lucha no termina aquí. Si bien algunos progresos son alentadores, necesitamos ver cambios estructurales reales. La verdadera paridad no se medirá solo en números, sino en la calidad de las experiencias y oportunidades que se ofrecen a todas las personas, independientemente de su género.

Preguntas finales para reflexionar

A medida que reflexionamos sobre estas cuestiones, vale la pena preguntarse: ¿qué legado queremos dejar a las futuras generaciones? ¿Estamos trabajando por un mundo donde todos tengamos las mismas oportunidades, o solo queremos ver más mujeres en los altos puestos sin cuestionar cómo logramos esa representación?

Imaginen un futuro donde la equidad no sea solo una meta, sino una realidad. Donde el techo de cristal no sea una barrera, sino un antiguo recuerdo del pasado. Eso es posible, pero requiere trabajo, compromiso y, por supuesto, un poco de humor en el camino. Después de todo, si no podemos reírnos de las absurdidades de la desigualdad, entonces, ¿qué sentido tiene todo esto?

Así que, mientras celebramos los logros, no olvidemos que la lucha por la auténtica igualdad de género en el ámbito laboral continúa. Y tal vez, solo tal vez, en unos años podamos mirar hacia atrás y sonreír, no solo por lo que hemos logrado, sino también por la visión del futuro que hemos creado. ¡Vamos a por ello!