Cada vez que abrimos las noticias, es como adentrarse en un juego de mesa donde las reglas cambian en cada turno. ¡Y quién no ha tenido esa sensación, verdad? Imagínate a ti mismo, tratando de jugar Monopoli y encontrándote con que la hipoteca de Park Place de un día para otro vale menos que un paquete de galletas. Sin embargo, esta es la cruda realidad que enfrentamos, no solo en juegos de mesa, sino en la vida real, y en este caso, en el panorama fiscal de España.

La crítica constante de Valentí Pich, presidente del Consejo de Economistas de España, resume perfectamente la situación. Su señalamiento sobre el caos fiscal recuerda a un mal chiste sobre el gobierno, donde parece que los impuestos se imponen y eliminan en función de la manera en que las cartas se juegan en el Congreso. Pero, ¿hasta qué punto esto nos afecta a nosotros, los ciudadanos comunes? Aquí exploramos el jardín marchito del sistema tributario en el país, los giros inesperados y lo que podríamos esperar en el futurible.

Caos o estrategia: ¿qué hay detrás de la política fiscal actual?

No estamos hablando de un cambio cualquiera en la política. Hablar de política fiscal en estos tiempos es entrar a una montaña rusa que, honestamente, parece más bien un tiovivo descontrolado. Varias medidas fiscales han sido implementadas con poco tiempo de antelación y en momentos críticos, provocando incertidumbre y frustración tanto en el ámbito empresarial como en el ciudadano.

Por ejemplo, el reciente impuesto a la banca con cambios de última hora ha dejado a muchos atónitos. ¡Imagina que eres un banquero y, de un día para otro, pagas más por un juego de Monopoly que tus propios clientes deben también afrontar! ¡Es una locura! Este cambio se materializó en un marco de 72 horas y en medio de interrogantes sobre la equidad de la carga que recae sobre cada sector.

¿Y qué hay de los nuevos impuestos sobre los dispositivos de vapeo? Inicialmente, se esperaba que entraran en vigor el 1 de enero, pero ¡sorpresa! Se retrasó hasta abril. Este tipo de cambios, ya no son novedad y aunque el gobierno presente su maniobra como un alivio, lo cierto es que muchos en la industria se sienten como si estuvieran atrapados en un juego de a ver quién logra ajustarse más a las reglas que cambian. ¿A alguien más le suena esto como un esfuerzo por salir de un laberinto?

Estrategias con sabor a presión política

Volviendo a Valentí Pich y sus reflexiones, es evidente que los cambios están dirigidos a mantener la paz entre los partidos políticos en el Parlamento más que a crear un sistema fiscal lógico y sostenible. Pero, ¿de verdad es eso lo que necesitamos? ¿Un juego donde el que tiene más aliados en la política puede hacer y deshacer a su antojo? Este tipo de incertidumbre claramente crea una sensación de inseguridad jurídica, generando un ambiente en el que todos, desde microempresarios hasta grandes corporaciones, desconfían sobre el futuro de sus actividades.

El lazo de los impuestos y los intereses de la economía

Un análisis reciente del Registro de Asesores Fiscales (Reaf) nos deja ver que no solo hablamos de giros inesperados. También encontramos temas clásicos de confusión que se repiten año tras año. La prórroga de límites de facturación para acogerse al sistema de estimación objetiva alrededor de la última semana del año es una clara evidencia de la improvisación. ¿Quién puede tomar decisiones estratégicas a largo plazo cuando el gobierno no proporciona claridad y seguridad?

La presión de compensar déficits y de no «no dar la cara» ante la oposición parece estar empujando a los responsables políticos a soluciones temporales que podrían concluir en más problemas futuros en lugar de las soluciones esperadas.

Una calamitosa historia de devoluciones fiscales

Uno de los episodios más inquietantes en todo este drama es el tema de devoluciones fiscales. El jolgorio que se vive con la confianza de que el dinero que se pagó de más volverá pronto en realidad se ha transformado en un cuento de hadas detrás de un muro de ladrillos. La transformación de las leyes fiscales ha llevado al gobierno a posponer las devoluciones que le costaron al estado más de 1.325 millones de euros. Esto puede parecer un número gigante, pero es solo la punta del iceberg de lo que realmente está en juego. ¿Y si esa fuera tu propia fortuna esperando a ser devuelta? Sabemos que eso genera ansiedad.

Lo chistoso es que ahora se plantea que las devoluciones se distribuyan en años, como si de alguna manera eso hiciera que la espera no fuera tan amarga. No creo que muchos ciudadanos estén contentos con esta secuencia que prolonga la incertidumbre. ¿Qué concepto de justicia es este?

La sombra de sentencias judiciales

No sólo son cambios improvisados, los responsables deben cuidar de no provocar un efecto dominó con las decisiones que toman. En este sentido, hemos visto las repercusiones de la anulación de algunas medidas fiscales del Gobierno anterior (de Mariano Rajoy). Todo un valioso tesoro de impuestos que, de golpe, se convierte en un agujero de 2.700 millones de euros. El Tribunal Constitucional es la sentencia de responsabilidad detrás de todo esto y, honestamente, genera más dudas que respuestas sobre cómo los diferentes gobiernos manejan la modestia de sus propias decisiones.

Como nos recuerda el Reaf, la incertidumbre generada, en lugar de fomentar confianza en el sistema, ha llevado a un malestar generalizado en el sector empresarial. Estas situaciónes son el reflejo de decisiones que se toman sin pensar en las consecuencias a largo plazo. ¿Es que nadie se detiene a pensar en cómo esto afectará a las pequeñas empresas y a los trabajadores a nivel individual?

Buscando la serenidad en medio del caos

Como los economistas siguen planteando soluciones y refrendando sus críticas al gobierno, es evidente que muchos sienten que se necesita un cambio en la forma en que se manejan estos problemas. La inestabilidad y el miedo son ingredientes que no deberían formar parte de una economía saludable.

En este sentido, es vital que nos unamos como ciudadanos y busquemos una voz en esta maraña fiscal. Es en nuestra capacidad de cuestionar y, sobre todo, de exigir un sistema más justo y predecible, donde residirá la esencia de nuestra democracia fiscal.

Al final del día, nos gustaría creer que se puede avanzar en la transparencia y la estabilidad, sin más movimientos bruscos que nos lleven a un callejón sin salida. Es hora de que se pase de la política del momento a una política que realmente engendre beneficios a largo plazo para todos.

Así que, ¿qué opinas? ¿Es este un juego de tanto timo y estrategia como lo parece? Si los cambios fiscales continúan de esta manera, nunca se podrá estar tranquilo al abrir el boletín de noticias.


Como podemos ver, la tensión entre lo que el gobierno cree que es necesario hacer para mantener la balanza electoral y lo que realmente necesita el país es un tema complejo. En tiempos donde la precariedad en todos los ámbitos se siente más fuerte que nunca, el poder del ciudadano se vuelve crucial.

Sin duda, este mundo fiscal es un lugar donde deseamos ver más armonía y menos caos. A ver si el próximo año se nota un poco más de paz, o al menos que se nos permita jugar a nuestros propios juegos sin que alguien cambie las reglas en medio de la partida.