¡Hola, amigos y amigas! Hoy nos adentraremos en un tema que, como dice el refrán, “el que bebe no come, pero ríe”. O, en nuestro caso, el que bebe, a veces también se da una sacudida a los recuerdos. Pero, más allá de las bromas y anécdotas sobre esa vez que todos prometimos no beber más y terminar con la cara en el plato de paella de la abuela, quiero explorar con ustedes el fascinante y cambiante panorama del consumo de alcohol en España.
Desde brindis en celebraciones hasta el auge de la sobriedad entre los jóvenes, es un viaje lleno de matices, estadísticas y algo de humor. Así que, siéntense, relájense y preparen una bebida (sin alcohol, si lo prefieren) mientras hacemos un recorrido por esta historia que tenemos en la copa.
El lugar del alcohol en nuestra cultura
Primero, hablemos de la rica tradición que tiene el alcohol en España. ¿Quién no ha brindado por la salud de un amigo en una terraza soleada o ha destapado una botella de vino en una comida familiar? En nuestra cultura, el consumo de alcohol ha sido tan normal como pedirle al camarero que llene el vaso con más sangría.
La realidad es que, de la noche a la mañana, tener el bar lleno de botellas parece la tradición más segura del mundo. Sin embargo, los hábitos de consumo están cambiando, y las estadísticas reflejan una caída del consumo per cápita de alcohol en nuestro país. En un tiempo en que el vino y la cerveza dominaban nuestras noches, ahora parece que las cosas están tomando un giro. Pero, ¿realmente estamos dejando atrás nuestras costumbres, o solo estamos adaptando nuestra forma de celebrarlas?
La sobriedad al alza: ¿una tendencia o una moda?
El término “sober curious” ha surgido en los últimos años como una especie de banderín de enganche para aquellos que eligen un estilo de vida sin o con bajo consumo de alcohol. Aunque algunas personas piensan que esta es una tendencia pasajera, es difícil negar que está teniendo un impacto significativo, especialmente entre los más jóvenes.
Recuerdo esta conversación con una amiga sobre cómo la escena de las citas ha evolucionado. Antes, la primera pregunta siempre era “¿Te invito una copa?”. Ahora, parece que muchos optan por un café o una comida sin alcohol. En Tinder, más del 25% de los usuarios de la Generación Z admiten que beben menos durante sus citas, ¡y casi el 72% asegura que ni siquiera lo hacen! Eso me hace preguntarme: ¿hemos pasado a ser más saludables, o simplemente más creativos en nuestras citas?
Además, la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España muestra que, aunque los intoxicaciones etílicas entre los jóvenes han disminuido, el 47,4% de los estudiantes de 14 a 18 años aún participaron en botellones en el último año. ¡Es como si los adolescentes jugaran un eterno tira y afloja con el alcohol!
¿Estamos bebiendo menos, o bebiendo diferente?
Pongámonos serios por un segundo y hablemos de los números. A pesar de que el consumo de alcohol per cápita ha disminuido de 14,2 litros por persona en 1990 a 10 litros en 2017, sigue existiendo un notable número de personas que, al menos, se reúnen alrededor de una mesa para celebrar.
¿Y qué hay del binge drinking? ¡Ese monstruo que aparece cada fin de semana! Mientras que el consumo habitual de alcohol se reduce, el formato de fiesta cambia. En lugar de beber diariamente o regularmente, muchos prefieren el “atracón” ocasional. Según un informe de Sanidad, la prevalence de binge drinking entre adultos se ha incrementado notablemente. En 2003, solo el 5,3% de la población adulta se identificaba con este comportamiento, mientras que en 2017 la cifra subió a ¡un asombroso 15,1%!
Así que, en lugar de disfrutar de una copa de vino tinto como nuestros abuelos, parece que hemos preferido el enfoque de “me quedaré en casa y me embriagaré de severo binge drinking alológico como los personajes de un dramático reality show”.
Una mirada interna: el impacto de la cultura y la regulación
No se puede negar que el marco legal también ha jugado un papel crucial en esta transformación. Con políticas más severas sobre el consumo de alcohol, especialmente en conductores, y restricciones sobre publicidad, parece que la sociedad está tomando conciencia del problema más que en años anteriores.
Por ejemplo, en los años 80 se prohibió la publicidad de bebidas alcohólicas durante ciertos horarios y se establecieron límites de edad para la compra de alcohol. ¡Dios mío! No me imagino creciendo en una década donde comprar una botella de vino requería una carta de consentimiento de mis padres. Pero, ¡aquí estamos!
Las campañas de concienciación han aumentado, y cada día se tiende a normalizar la idea de que “beber responsablemente” es la nueva tendencia. Sin embargo, la perspectiva de los jóvenes hacia el alcohol parece, en su mayoría, influenciada por sus pares más que por la ley. Es curioso ver cómo la percepción de una vida saludable también se ha vuelto más atractiva que un vaso de vino.
La llegada de nuevas bebidas y el auge de la cerveza sin alcohol
A medida que navegamos este río cultural, se observa el auge de las cervezas “sin” y bebidas alternativas. Me acuerdo de la primera vez que probé una cerveza sin alcohol. Me sentí como si estuviera en un capítulo de un programa de TV de cocina donde todo está iluminado, y cada sorbo se vivía con intensidad. ¡Pero ahora me pregunto si sería más satisfecho simplemente con agua con limón!
Según datos recientes, las cervezas sin alcohol han crecido su producción en un 13% en un solo año a nivel europeo. Esto refleja cómo los consumidores están cambiando su paladar. Y bueno, si no es culpa del alcohol, al menos lo disimulan con una apariencia de cerveza.
En 2022, el consumo de cerveza representó el 70,4% de todas las ventas de bebidas alcohólicas en España. El vino, que en algún momento fue nuestro rey, ha caído a un humilde 23,4%. ¿Quién diría que un día íbamos a tener una armada de cervezas sin alcohol ocupando el barco?
Reflexiones finales: ¿hacia dónde vamos?
En resumen, el mundo del alcohol en España está pasando por un cambio significativo. Los jóvenes están explorando nuevas formas de celebraciones y, aunque el binge drinking todavía existe, hay un claro esfuerzo hacia una vida más saludable en muchos círculos sociales. Como en todos los cambios, hay luces y sombras, y no podemos obviar que el alcohol sigue presente de alguna manera en nuestra cultura.
Es un momento en el que nos enfrentamos a un dilema: ¿festejamos con una copa de vino como nuestros abuelos, o nos unimos a esta nueva ola de sobriedad? Personalmente, creo que ambos mundos pueden coexistir. La clave puede estar en encontrar un equilibrio, en saber cuándo brindar por la vida y cuándo simplemente disfrutar de la compañía de nuestros amigos sin una bebida en la mano.
La vida se trata de disfrutar, de crear recuerdos, y aunque el alcohol puede formar parte de esos recuerdos, a veces lo más valioso es el tiempo que pasamos juntos, no importa si es con una copa de vino o un café. Así que, ¿quién se anima a hacer un brindis por la vida, en todas sus formas? ¡Salud!