La dimisión de Íñigo Errejón y el posterior cese de Loreto Arenillas en Más Madrid han marcado un punto de inflexión en la política española. Esta situación ha sido presentada como un caso de crisis dentro de una de las formaciones más relevantes del panorama político actual. A medida que nuevas denuncias de agresión sexual emergen, los líderes de este partido se enfrentan a preguntas difíciles: ¿cómo afecta esto a la credibilidad del partido? ¿Están haciendo lo suficiente para abordar el problema del acoso en sus filas? Vamos a desglosar lo sucedido, entender sus implicaciones y reflexionar sobre la gestión de la crisis y su contexto social.

¿Qué pasó realmente?

Todo comenzó cuando las redes sociales se inundaron de denuncias anónimas contra Errejón, que se hicieron públicas en un hilo de Twitter en junio de 2023. El revuelo inicial pasó desapercibido, pero tras la reciente dimisión del político, el eco de estas declaraciones resuena con fuerza. Una chica acusó a Errejón de haberla tocado intimamente y apuntó a Arenillas como cómplice silenciosa en un intento por mediar para que el asunto no saliera a la luz.

El no tan paciente lector podría preguntarse: ¿Estamos hablando de un episodio anecdótico o de un patrón que ha quedado expuesto? La respuesta es clara; lo que comenzó como un susurro se ha transformado en un grito colectivo. Loreto Arenillas, hasta la fecha portavoz en asuntos de Mujer, se ha visto empujada al centro de una tormenta mediática, resultando en su destitución por parte de Más Madrid tras una reunión donde el partido acusó su comportamiento de encubrimiento.

El dilema de la «campaña de mentiras»

Loreto, en su defensa, se presenta como una víctima más de fake news. Según su versión, ella nunca encubrió comportamientos inadecuados y siempre ha luchado contra la violencia machista. Es decir, se ve atrapada en una especie de juego de «te lo digo yo, te lo digo yo», donde unas palabras pueden tener mucho más peso, dependiendo de quién las pronuncie.

¿No te resulta irónico cómo las redes sociales, cuyo propósito original era conectar a las personas, pueden también actuar como tribunal? En este caso, las acusaciones se disparan y las verdades son sujetas a interpretaciones. Arenillas clama su inocencia, mientras Más Madrid admite que «no hemos hecho las cosas bien». Esto nos lleva a cuestionar: ¿Dónde están los límites en el sonido atronador de los debates en línea?

¿Y ahora qué?

El futuro de Más Madrid es incierto. ¿Se convertirá este desencadenante de crisis en una redefinición del partido o caerán en el olvido, como tantas otras formaciones que se encuentran atrapadas en escándalos? El hecho es que, desde la salida de Errejón, su firmeza como grupo político ha sido puesta en tela de juicio. Pero esto no es exclusivo de ellos.

Recordemos que en el contexto actual, muchos partidos se encuentran en una posición en la que deben lidiar con las demandas de responsabilidad social y ética. Con cada nueva revelación que se produce, la confianza del público se erosiona, y surge la pregunta: ¿deberían los partidos políticos exigir más a sus miembros? Está claro que sí.

La manifestación del malestar social

Cada vez que un caso de acoso o violencia de género sale a la luz, se reaviva la conversación sobre cómo las instituciones responden a estas graves acusaciones. Históricamente, las respuestas han sido, en el mejor de los casos, deficientes. Pero se espera que la sociedad ha evolucionado mucho desde entonces. La gran batalla feminista de la actualidad exige que ya no se pueda mirar hacia otro lado.

En estos tiempos, es importante no convertirse en una mera espectadora. ¿Cuántos de nosotros hemos sido testigos de situaciones incómodas y no hemos tomado acción? La política es solo un reflejo de lo que ocurre en la sociedad. Así, los partidos deben adoptar un rol proactivo. Partidos como Más Madrid, por ejemplo, deben establecer protocolos claros de actuación donde la transparencia y la prematurez sean pilares fundamentales.

El peso de la verdad en la política

En tiempos de crisis, la honestidad es la mejor carta que pueden jugar. La respuesta de Más Madrid ha mostrado una falta de dirección clara. La falta de comunicación efectiva ha llevado a enfocar a Arenillas como «chivo expiatorio», lo que en sí mismo es un gran desafortunado error.

Seamos sinceros, trabajar en política es difícil. Pero en ese mismo sentido, ¿no es su función, en parte, ser un ejemplo de comportamiento y ética? Si no pueden ser responsables de sus prácticas, ¿cómo pueden esperar liderar? Hay que considerar cómo se siente el público cuando ve que sucesos como estos pasan sin consecuencias específicas.

Reflexiones personales: La lucha de todos

Muchos de nosotros hemos tenido conversaciones con amigos sobre este tipo de situaciones. Me remonto a una charla hace poco en la que un amigo -más bien enérgico en su opinión- insistía en que el feminismo había ido demasiado lejos. Le miré, con un poco de escepticismo. “¿Cómo se puede ir demasiado lejos en la lucha por los derechos de las mujeres?», pensé. No hay que ser un genio político para darse cuenta de que resulta fundamental escuchar todas las voces, pero sobre todo aquellos que han vivido experiencias que no comprenden.

Es aquí donde la empatía juega un papel crucial. Recuerdo un momento en el que me encontré aturdido en una discusión sobre el tema. Mi mente se agitaba, mientras las historias de mujeres que conocía me rondaban. Las declaraciones de Arenillas sonaban familiares, pero debemos aprender a diferenciar entre responsabilidades y acusaciones.

La conclusión: Hacia dónde vamos

La política en España, como en muchos lugares del mundo, tiene Momentos de convulsión constantes. Lo que ocurre con Más Madrid podría ser solo otra línea en el tejido complejo que compone nuestra realidad política. ¿Pero no es importante que aprendamos de ello? Los partidos tienen el deber de asegurarse de que se respeten sus propios valores. Más Madrid, y otros como ellos, deben evolucionar y mirar hacia la acción, porque no se trata solo de salvar una reputación, sino de proteger a las personas que confían en ellos para liderar.

El caso de Errejón y Arenillas ha enfatizado la necesidad de cambiar narrativas en la política y, más allá de eso, dentro de nuestra propia sociedad. El cambio no vendrá solo con palabras; requerirá acción y voluntad de derribar muros.

Tal vez la pregunta más relevante ahora sea: ¿estamos listos para actuar? ¿Estamos preparados para ser la generación que cambie las cosas? La respuesta debe venir desde adentro y resonar en cada rincón de esta sociedad. Con esto, la responsabilidad no solo queda en el ámbito de los partidos, sino en todos nosotros. Así que, a la próxima vuelta que hagas por las redes sociales, recuerda: detrás de cada tweet hay una historia. ¡Hay que escucharlas!