En la última década, uno de los temas más preocupantes en el sector de la salud en España ha sido el aumento constante de las agresiones hacia el personal sanitario. Si bien en 2020, la pandemia por COVID-19 puso a todos en casa y, de alguna manera, disminuyó los incidentes, la resume nos ha traído un repunte alarmante de situaciones de conflicto en los centros de salud. En este artículo, vamos a profundizar en las iniciativas que se están implementando para proteger a esos héroes de bata blanca, así como en la cruda realidad que enfrentan día a día.

Un panorama desalentador: las cifras que asustan

Permíteme comenzar con una pregunta retórica: ¿cuántas veces has oído a alguien decir que «los médicos son unos héroes»? Suena bonito, pero ¿te has preguntado alguna vez qué precio paga un médico en la vida real? Según el Ministerio de Sanidad, las agresiones a personal sanitario han pasado de 8.306 en 2017 a 14.749 en 2023. Esto representa un aumento del 77% en solo seis años. ¡Impresionante, verdad?

Lo que es aún más alarmante es que el 78% de esas agresiones han sido dirigidas a mujeres. ¿Es esto una forma de misoginia? Tal vez, pero lo que es indiscutible es que el 80% de los incidentes son agresiones verbales, lo que incluye insultos y amenazas. Se me ocurre que la gente podría beneficiarse de un par de sesiones de manejo de la ira, ¿no crees?

La Consejería de Sanidad toma cartas en el asunto

Con estas cifras en mente, la Consejería de Sanidad ha decidido actuar. A partir de noviembre, se iniciará la primera fase de un programa formativo en cuatro de las siete direcciones asistenciales de Atención Primaria existentes. Este curso está diseñado para 400 alumnos, entre los que se incluyen trabajadores sanitarios de varios centros de salud de Móstoles, Fuenlabrada, Alcorcón y otras localidades cercanas.

El objetivo de estos cursos es claro: dotar a los asistentes de técnicas y herramientas de comunicación para enfrentar situaciones de conflicto y posibles agresiones. Esto suena como una buena estrategia, pero también me pregunto: ¿realmente se puede enseñar a alguien a manejar la locura ajena?

Formación a cargo de expertos

Para impartir las clases, se contará con la colaboración del Cuerpo Nacional de Policía, específicamente, agentes que tienen experiencia en la gestión de situaciones conflictivas. Además, el programa incluirá la figura del Interlocutor Policial Sanitario, quien tiene como misión asesorar sobre medidas preventivas. Su lema, que de por sí es un grito de desesperación, es: «Cuando las agresiones no son denunciadas por los profesionales de la salud, quedan silenciadas y sus responsables impunes». Al principio, te puede parecer que trabajamos en la administración de la justicia, pero la línea es muy delgada.

¿Qué se enseñará en estos cursos?

Una de las partes más interesantes de estos cursos es el contenido. Los participantes aprenderán sobre protocolos de conflictos y el manejo de situaciones críticas. Y, sí, me imagino que habrá ejercicios prácticos. ¡Te puedo ver ahora mismo en clase, intentando salir de una habitación rodeado de furiosos pacientes!

Cuestiones como tener una vía de escape abierta y retirar objetos arrojadizos del alcance del presunto agresor se incluirán. He de decir que estos consejos suenan a una mezcla de cirugía y un episodio de «Miedo Escénico», un programa que nunca quise ver pero que incluye un montón de momentos incómodos. Y cómo olvidarse del botón de pánico. Ideal para esos días en que te das cuenta de que tu día no era tan malo después de todo.

¿Cuáles son las otras iniciativas?

Mientras tanto, el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales también se involucra en la educación del personal sanitario. Como dice el refrán, más vale prevenir que lamentar… o algo así. La realidad es que estos esfuerzos son bienvenidos, pero parecen más un «parche» que una solución de fondo.

En mi experiencia, he encontrado que la empatía puede ser una herramienta poderosa. Como un día que traté de calmar a un amigo que estaba loco de enfado. Le ofrecí una taza de café y una charla, y aunque no solucionamos el problema, al menos conseguimos que la situación no se convirtiera en un campo de batalla.

Empatizando con el personal sanitario

Ser trabajador de la salud en un país como España es un acto de valentía. Imagínate dedicarte a la medicina y, en lugar de recibir agradecimiento, enfrentar estimulantes palabras de odio y posiblemente la violencia física. Es como si cada día basal se convirtiera en un episodio de «Supervivientes».

Los trabajadores sanitarios no solo enfrentan la presión de atender enfermedades y tratar a los pacientes, sino que también están expuestos a un ambiente hostil y peligroso. Y si crees que es fácil controlar tu temperamento cuando estás agotado después de un turno de 12 horas, piénsalo dos veces. Recuerdo aquella vez en la que, después de un largo día por las calles de Madrid, solo deseaba llegar a casa y ponerme mis pantuflas. Sin embargo, el tráfico decidió que eso no iba a pasar.

La voz de los profesionales: ¿qué dicen ellos?

¿Qué piensan los propios profesionales de la salud sobre estas iniciativas? Algunos han comentado que, aunque el curso es un paso en dirección correcta, sería mejor enfocarse en las causas de la violencia en lugar de simplemente afrontar sus consecuencias. Por ejemplo, la falta de recursos y, a menudo, horarios insuficientes. Después de todo, es difícil mantener la calma cuando te lanzan almohadas mientras intentas realizar una consulta.

En una reciente entrevista, un médico de atención primaria expresó su frustración, indicando que «la educación de los pacientes también es crucial. Debemos aprender a mejorar la comunicación y fomentar la empatía en ambas direcciones». Vaya, es como un truco de magia en el que ambas partes tienen que colaborar. A veces, la solución no está en un taller, sino en comprenderse mutuamente.

Reflexiones finales: ¿un ciclo sin fin?

Parece que estamos atrapados en un ciclo sin fin de agresiones y respuestas a estas. La pregunta que queda en el aire es: ¿realmente se puede cambiar esta situación? Mientras continuamos formando a los profesionales de la salud, parece que también debemos trabajar en educar a nuestros ciudadanos. Tras todo, podríamos aprender acerca de la empatía y el respeto, no solo hacia quienes cuidan de nosotros, sino entre nosotros.

Para concluir, el aumento de agresiones hacia el personal sanitario es un tema alarmante que no podemos ignorar. Las iniciativas como los cursos de formación son un buen comienzo, pero es vital abordar las causas subyacentes de esta violencia. Como dijo un famoso filósofo contemporáneo, «la violencia nunca es la respuesta», y con suerte, un día podamos vivir en un mundo donde eso sea una realidad.

Así que, la próxima vez que visites a tu médico o enfermero, recuerda: ellos son los que están cuidando de ti. Y tú, ¿qué harías para aportar a esta revolución de la empatía y el respeto? ¿Te atreverías a formar parte del cambio?


Espero que este artículo te haya dado una visión profunda y reflexiva sobre este doloroso, pero necesario, tema. La salud pública es cosa de todos, y juntos, podemos hacer la diferencia.