La celebración de la Constitución y un balance personal
Cada año, el 6 de diciembre, se convierte en un día de conmemoración y reflexión en España. Recuerdo que en una de esas fechas, me encontraba con amigos en una terraza, café en mano, debatiendo sobre la importancia de la Constitución. Uno de ellos, con un humor que hacía sonreír incluso al más serio del grupo, afirmó que la única Constitución que le interesaba era la de un buen cóctel. Aunque la risa fue contagiosa, la seriedad de la conversación no se hizo esperar. Y es que, si hay alguien que ha vivido y respirado la Constitución española como pocos, esa es Carmen Calvo.
Carmen, que me recuerda a una tía abuela que siempre lleva un libro bajo el brazo, ha pasado más de cuatro décadas sumergida en el tejido social y político de España. De hecho, en una reciente entrevista, ella misma afirmaba, “Cuando llega el día de la Constitución pasa siempre igual; te quedas deshuesada de tantos actos y conmemoraciones”. Esta declaración no solo revela su dedicación, sino también el agotamiento de una vida entregada al servicio público, donde los compromisos son tantos que a veces uno puede sentirse abrumado.
La historia tras la historia: una Constitución viva
El 6 de diciembre de 1978, un abrumador 87,87% de los españoles votó a favor de una nueva era de democracia. Carmen, en ese momento apenas con 21 años, era ya consciente de la importancia histórica de aquella fecha, y no es para menos. La Constitución no es solo un documento; es una creación viva que debe adaptarse a los tiempos.
Calvo ha estado siempre en el centro de este proceso de evolución. Ella menciona que “en el Derecho Constitucional decimos que la mejor manera de honrar una constitución no es no tocarla nunca, ni lo contrario, revisarla continuamente como si fuera una ley normal y corriente”. Esta visión es esencial en una democracia que se nutre de diversidad y pluralismo.
Reformar la Carta Magna: un debate necesario
Uno de los asuntos candentes en la actualidad es la reforma de la Constitución. Carmen Calvo está en medio de un proyecto que busca actualizar la Carta Magna, junto a otras figuras relevantes del feminismo y la política española como Paquita Sauquillo y María Luisa Balaguer. Como quien planea una cena exquisita, sabe que para una buena conversación se necesita una mesa bien servida. El plan se presentará en 2028, coincidiendo con el 50 aniversario de la Constitución, lo que significa que hay mucho trabajo por hacer.
La necesidad de actualizar la Constitución se hace evidente cuando Carmen menciona que «hay algunas cuestiones unánimes: no aparece Europa, ni las Comunidades Autónomas”. Esto podría sonar a que la introducción de pimientos rojos en una receta que antes solo permitía verdes, pero la realidad es que necesitamos abrir el menú de nuestras leyes para incluir todos los ingredientes necesarios.
El dilema del consenso: ¿huevo o gallina?
En su entrevista, Carmen se enfrenta a preguntas difíciles sobre la viabilidad de alcanzar un consenso en la actual situación política. «Esto es un poco como el huevo y la gallina», dice. A menudo, la incertidumbre sobre cómo llegar a un acuerdo puede generar enojo, como cuando esperas a alguien en la puerta del cine y se retrasa…
Es un hecho que la dinámica política en España es compleja. Sin embargo, Carmen cree firmemente que “debemos hacerlo”. Ella invita a una conversación pública intergeneracional, donde los jóvenes también se conviertan en protagonistas. ¿No es emocionante pensar que puedes ser parte de la historia? Esos relatos de nuestras abuelas que siempre compartían anécdotas sobre las «guerras de almohadas» parecen cobrar vida, y ahora los jóvenes tienen la oportunidad de escribir su propia historia.
La diversidad como valor
Uno de los temas que Carmen toca con énfasis es la diversidad. En una época donde a menudo se escucha que “la diversidad es un problema”, ella tiene una opinión muy clara y valiente. “La diversidad no es un problema, sino un valor.” Este punto de vista es refrescante y esencial para forjar una sociedad más unida y coherente.
Imaginemos a España como una paella. Cada ingrediente cuenta: el arroz, el marisco, incluso ese toque chulapo que los españoles consiguen. No se puede ignorar la importancia y la riqueza que aportan las diferentes regiones del país. Carmen lo sabe y aboga por un Estado que refleje precisamente esta pluralidad.
Feminismo y política: un camino de evolución
Un tema en el que Carmen Calvo ha batallado incansablemente es el feminismo. Ella ha cometido el “pecado” de abogar por una tabla de igualdad en el marco político español, y eso a veces puede ser un camino lleno de espinas. De su experiencia se desprende una evolución notable: “La evolución ha sido espectacular”, dice Carmen, al referirse a la influencia del feminismo en los partidos políticos, especialmente en el PSOE.
Al hablar de su hija, de 16 años cuando ella empezó a ocupar cargos políticos, es innegable el dilema que se enfrenta cada mujer: el equilibrio entre la maternidad y la carrera profesional. ¿Quién no se ha perdido en esa encrucijada alguna vez? Carmen reflexiona que la maternidad “debería haber tenido un gran debate social y político”. Como si se tratara de un partido de fútbol, la maternidad no puede ser una cuestión de “¿quién tiene más que perder?”.
Un debate honesto sobre diversidad de género
En su intervención sobre las teorías relacionadas con el género, Carmen se expresa con una sinceridad impactante. Habla sobre el dilema entre la teoría queer y el feminismo, un choque de titanes en el que se pelea no solo por nombres, sino por identidades y derechos. Ella sostiene que hay que insistir en la igualdad de trato, independientemente de cómo se identifique alguien.
Es preocupante que aún tengamos que estar discutiendo sobre estos temas, ¿no? Pero lo más chocante quizás sea que tantas voces se alzan desde ambos lados, clamando por ser escuchadas. “Los hombres también deben estar presentes en el debate. Esta lucha no es solo de mujeres; es un esfuerzo colectivo”, subraya.
Relaciones políticas y la disciplina de partido
Carmen ha tenido que enfrentarse a decisiones duras. Su abstención en la votación de la conocida como ‘ley de género’ fue un momento clave en su carrera. ¿No es fácil decir que no, especialmente en un mundo político que a menudo parece una pista de patinaje en hielo? Aún así, ella se mantiene firme, valorando más su pertenencia al socialismo español que cualquier otro cargo.
La anécdota de su multa por ‘saltar la disciplina de voto’ es una de esas historias que las futuras generaciones contarán. Paradójicamente, esas situaciones, aunque difíciles, son las que forjan el carácter político, mostrando que, a veces, la mejor decisión implica un sacrificio personal.
Un respiro necesario
Finalmente, Carmen comparte su deseo de tener tiempo para una vida más sencilla y tranquila: “Mirar el cielo, caminar por la calle sin prisas…” Sin duda, algo que todos podemos anhelar. En su mundo, donde cada minuto se mide y cada compromiso es crucial, esta búsqueda de la calma es como encontrar un oasis en medio de un desierto caótico.
Un futuro incierto, pero prometedor
Como Carmen Calvo se enfrenta a las múltiples facetas de la política y la reforma constitucional, nos queda a todos nosotros preparar el terreno para los cambios necesarios. La diversidad, el feminismo, y el debate intergeneracional se convierten en las herramientas clave para cimentar un futuro mejor, no solo para las próximas generaciones, sino también para nosotros mismos.
Quizás, lo más importante de todo esto es recordar que cada voz cuenta. Carmen representa a esa voz apasionada que busca un equilibrio entre el claro respeto por la historia y la incansable búsqueda de mejora. Después de todo, ¿no es eso lo que todos merecemos? Un espacio donde nuestras opiniones cuenten, donde la diversidad sea celebrada y donde cada día podamos construir un país más unido.
En este viaje de reflexión sobre la figura de Carmen Calvo, surge una pregunta que todos deberíamos considerar: ¿qué legado queremos dejar para el futuro?