¿Quién no ha escuchado alguna vez el nombre de Bernardo Ruiz en el mundo del ciclismo español? Si no, permíteme hacerte una rápida introducción a este fenómeno. Este hombre, conocido como El Pipa, no solo es el primer español en pisar el podio del Tour de Francia, sino que también ha vivido para contarlo, con todas sus anécdotas y vivencias que parecen sacadas de un libro de aventuras.
La historia del primer ciclista español en el Tour de Francia
Bernardo Ruiz, nacido en Orihuela, se ha convertido en un símbolo del ciclismo, no solo por su trayectoria, sino porque ha conseguido vivir hasta los 100 años. ¡Sí, lo has leído bien! El próximo miércoles, este abuelo del ciclismo cumplirá un siglo de vida.
Pero, más que números, ¿qué hay detrás de su historia? Esta jornada promete ser un emocionante viaje a través del tiempo. Desde sus primeros años pedaleando por caminos de tierra y esquivando la Guardia Civil en su infancia de estraperlo, hasta sus días de gloria subido a su bicicleta en el Tour de Francia.
La infancia y los inicios en el ciclismo
Imagina a un niño de 11 años con una bicicleta cargada de 50 kilos de comida, en una época donde apenas había qué comer. Esa fue la vida de Bernardo, un niño que no conocía la palabra «rendirse». Desde que ganó una carrera de aficionados con un premio de 25 pesetas, decidió que el ciclismo era su camino. ¿Quién no querría ganar más que lo que su padre llevaba a casa al mes?
¿Te imaginas esa sensación de atravesar el campo, sintiendo la libertad que solo una bicicleta puede ofrecer?
A lo largo de su carrera, no solo se enfrentó a duras condiciones de carrera, sino que también fue testigo de momentos históricos en España. Pasó por tres reinados, una república, una guerra, una dictadura y finalmente la democracia. Una vida llena de cambios que, de alguna forma, modelaron su carácter y su pasión por el ciclismo.
El podio y más allá
En el año 1952, Bernardo subió al podio del Tour de Francia. Fue un momento crucial en su carrera, ya que se convirtió en el primer español en conseguir un tercer lugar detrás de leyendas como Fausto Coppi y Stan Ockers. Pero, más allá de los trofeos y las victorias, lo que realmente importa es cómo esos logros han influido en generaciones posteriores de ciclistas.
Su vida como ciclista fue un ciclo interminable de retos. Desde vencer etapas en el Giro de Italia hasta ser un pionero en la Vuelta a España, Ruiz acumuló un impresionante currículum que incluye tres campeonatos nacionales de ruta.
¿Alguna vez has sentido la emoción de cruzar la meta después de una larga carrera? Para Bernardo, esos momentos han sido un verdadero testimonio de su perseverancia.
Una anécdota que siempre me hace reír es el famoso «secreto» de Bernardo para nunca pinchar: inflar los tubulares nuevos y dejarlos colgar como chorizos en su casa durante dos años. ¡Eso sí que es un truco! A veces me pregunto si, en lugar de ser un ciclista, debería haber sido un maestro de la charcutería.
Pero, lamentablemente, el tiempo no perdona. A medida que avanza la vida, Bernardo ha enfrentado desafíos de salud que lo han mantenido dentro de casa, donde se deja cuidar por dos chicas que se aseguran de que esté bien. Sin embargo, eso no significa que haya perdido su espíritu. ¡Olvídate de que eso lo frene! Este hombre sigue siguiendo las carreras por televisión con el mismo fervor que cuando era un adolescente.
La vida después del ciclismo
Bernardo no solo ha sido un ciclista exitoso, sino también un director de equipo ejemplar. Él fue quien vio el potencial en Angelino Soler, quien se convirtió en el vencedor más joven de la historia de la Vuelta a España. No puedo evitar reírme al imaginar a un joven Soler enfrentándose a un anciano Ruiz, quien probablemente lo miraba con esa mezcla de orgullo y desafío.
Lo que es aún más impresionante es que, después de su larga carrera en el ciclismo, decidió abrir un negocio en su ciudad natal, vendiendo motos y bicicletas. Esa es otra lección que nos da: siempre hay un camino, siempre hay una nueva aventura esperando ser vivida.
Enseñanzas de un centenario
En el año 2013, a Bernardo se le homenajeó en la Vuelta a España por su octuagésimo aniversario. Ahí, este gran ciclista reflexionó sobre cómo ha cambiado el ciclismo con el tiempo. Como él mismo dice: «el ciclismo de mi tiempo era más entretenido». Imagínense, esas carreteras repletas de baches y el polvo de los caminos sin pavimentar, lo que realmente forjó la tenacidad de los ciclistas de entonces.
¿No es curioso cómo la tecnología puede hacer que las cosas sean más fáciles, pero a veces deseamos la emoción de lo ‘difícil’?
Bernardo también ha hecho pronósticos sobre el futuro del ciclismo español, advirtiendo que después de la retirada de grandes ciclistas como Alberto Contador y Alejandro Valverde, enfrentamos un periodo de sequía en el ciclismo. Una visión que merece ser reflexionada, especialmente considerando que hemos visto a muchos grandes despedirse del deporte sin que haya un claro sucesor.
Un legado que perdura
Ahora, con sus hijos, nietos y hasta bisnietos a su alrededor para celebrar sus 100 años, es fácil concluir que Bernardo Ruiz ha dejado una huella imborrable no solo en el ciclismo, sino también en su familia y la comunidad de Orihuela. Como diría cualquier abuelo, los recuerdos son el verdadero oro. Para alguien como El Pipa, cada trofeo en su pared cuenta una historia, cada fotografía una lección.
Podemos aprender tanto de su pasado como de su presente. Su vida es un recordatorio de que podemos superar dificultades, ya sea en una carrera o en nuestra vida diaria.
Reflexiones finales
El 8 de noviembre, el hogar de Bernardo se llenará de risas, historias y recuerdos compartidos. La celebración será un reflejo de su rica vida y de todo lo que ha representado para el ciclismo en España. Con una copa en la mano y una sonrisa en su rostro, seguramente nos recordará que el ciclismo no se trata solo de velocidad, sino también de perseverancia, comunidad y, sobre todo, amor por lo que hacemos.
Así que la próxima vez que te subas a tu bicicleta, piensa en Bernardo Ruiz. Piensa en todos esos momentos, en las risas, y en cómo, incluso a los 100 años, uno puede seguir pedaleando por la vida con la misma pasión y determinación. Después de todo, si El Pipa puede hacerlo, ¿qué excusa tenemos nosotros?