A medida que la política se convierte en un espectáculo más dramático que cualquier serie de Netflix, personajes como Begoña Gómez se convierten en protagonistas inesperados; una primera dama cuyo nombre en ciertos círculos puede estar más buscado que el de muchas celebridades. Este artículo no solo busca comentar sobre su reciente comparecencia en la Asamblea de Madrid, sino también reflexionar sobre el surrealismo y las complejidades del mundo político en el que vivimos, salpicando la narración de un poco de humor y anécdotas personales: ¡acomódense y disfruten el viaje!
La llegada de Begoña: ¿estrella fugaz o esfinge eterna?
Era más difícil conseguir una entrada para ver a Begoña Gómez que para asistir a un concierto de Paul McCartney. ¿Se imaginan? Uno puede pensar que lo verdaderamente interesante sería escuchar las canciones de «Yesterday», pero aquí la situación es diferente. La gente anhelaba ver a Begoña, como la comunidad católica anhela la aparición de la virgen en una tostada. La última vez que la vimos, ella estaba ocupando un lugar en nuestro corazón, escondida entre los libros de la Complutense, mientras que el resto de nosotros, simples mortales, estábamos haciendo malabares con nuestras propias responsabilidades.
En una sala de la Asamblea de Madrid que parecía más un quirófano que un recinto político, Begoña decidió transitar su comparecencia con una vestimenta completamente negra. Daba la sensación de que iba a una ceremonia de Halloween, donde ella sería la reina de la noche, muy lejos de los gritos de los opositores que la instaban a dar explicaciones sobre su trayectoria profesional. Es casi cómico pensar que la política se parece más a un episodio de «Game of Thrones» que a un debate racional, donde el honor y la reputación se juegan a cara o cruz.
La magia de la política: un espectáculo digno de un circo
Mientras la diputada del PP, Mercedes Zarzalejo, ametrallaba a Begoña con preguntas sobre su falta de títulos, era casi notable la frialdad de la presidenta. Las imágenes de su rostro imperturbable me recordaban a una esfinge; ¿podrá algún mortal descifrar el misterio que encierra? Begoña, como gran actriz del teatro político, estaba en su elemento, respondiendo a las críticas mientras mantenía esa expresión que desarmaría a quien la juzgue. «Oh, virgen de Begoña», pensé en un momento, «¿nos salvarás de esta locura?»
A lo largo de la jornada, vi a Begoña absorbiendo preguntas como una esponja, pero sin dejar de mostrar esa mirada sombría que evocaba curiosamente frases de Marlon Brando o la melancólica Greta Garbo. De hecho, en algún momento me imaginé que podría empezar a recitar a Bertold Brecht: “Quien lucha puede perder; quien no lucha ya ha perdido”. Pero no, Begoña se mantuvo imperturbable, anotando la cantidad de ironía en cada pregunta como si tuviera un contador secreto en su mente.
El circo de la política: ¿una historia sin fin?
Haciendo recapitulación de los acontecimientos, es sorprendente ver cómo las líneas entre lo personal y lo político se difuminan cada día más. El rostro de Begoña se convierte en un lienzo donde se proyectan las ambiciones, los miedos y las estrategias de varias fuerzas políticas que buscan desmantelar la imagen de su esposo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Me pregunto, ¿realmente necesitamos un circo tan extravagante en un momento donde la política ya es caótica por sí sola? Tal vez lo que nos falta es un poco de claridad. ¿Qué esperaban obtener de una mujer que decidió mantenerse en un segundo plano hasta que las tormentas políticas decidieron arremeter contra ella? Tales comparaciones me llevan nuevamente a la famosa historia de Fernando Arrabal, que, atrapado en sus propias luchas, tuvo que alejarse de la representación teatral para interpretar su vida real.
Ahora, en un entorno volátil como el presente, las críticas van y vienen. Pero, enfoquémonos en una pregunta: ¿es un delito ser esposa del presidente en un país donde los vientos políticos soplan en dirección opuesta? ¿Acaso el nepotismo es un pecado exclusivo de aquellos que son «públicamente visibles»?
La eterna polémica del poder: Begoña y su trayectoria
Por supuesto, no podemos obviar las acusaciones de tráfico de influencias que acompañan a Begoña. Los murmullos que preguntan cómo pudo gestionar una cátedra sin haber completado los requisitos formales son menos un ataque a su carrera y más una estrategia política. Y en este juego de ajedrez, las primeras damas han descubierto que pueden ser utilizadas como fichas.
Al final, no deja de ser irónico que se hable más de su falta de títulos que de su relevancia en la escena educativa. Podríamos plantearnos: si los logros de Begoña provienen de la influencia, ¿cuántos otros actores en el juego político y académico se ven envueltos en un entramado similar? En mi época universitaria, conocía a algunos como Begoña; muchos personajes prominentes en los círculos académicos no tenían titulaciones que justificarán sus ascensos, pero la habilidad de moverse entre las sombras del poder siempre fue un arte que pocos dominaban. ¿No es la política, al fin y al cabo, una representación teatral?
La resistencia a la verdad: ¿quién controlará la narrativa?
A lo largo de la comparecencia, sus únicas palabras fueron escritas por su abogado: un reconocimiento tácito de que en la política actual el realismo mágico es una tendencia popular. “Esto tiene un objetivo político evidente”, dijo, como si se tratase de leer un guión. A pesar de esto, mientras leía su declaración, pensé en un par de frases que siempre resonaron con fuerza en mi vida: “A veces es más fácil olvidarse de la verdad que enfrentarla”.
Pero la narrativa sobre Begoña, como en cualquier otro caso, será escrita no solo por los que preguntan, sino también por quienes cuentan su historia. Puede que no haya sido la protagonista en todo esto, pero la figura de la primera dama aporta un aire interesante y necesario en tiempos de crisis politique. ¿Son realmente nuestros líderes nuestros salvadores, o más bien protagonistas de una historia que nunca cesa?
El futuro de Begoña: renacer entre escombros
Más allá del tumulto, ya sea que las acusaciones se ciñan a la verdad o sean solo estrategia, Begoña Gómez ya ha dejado su huella en la escena política. Aquellos que están en el poder pueden pensar que el silencio es la mejor respuesta, pero al final del día, los espectadores del circo político recordarán sus actuaciones —ya sean memorables o trágicas—.
Si me lo preguntan, el juego de las sombras seguirá, y un día vendrán nuevos personajes para llenar su lugar. Pero yo, como simple observador, solo puedo sentarme y disfrutar del espectáculo, preguntándome de vez en cuando cuál será el próximo acto. ¿Ves lo irónico? A menudo quienes aplaudimos el circo político somos los mismos que lo criticamos, a la espera de ver si hay más magia o simplemente humo.
Conclusión: entre las sombras de la política y la búsqueda de la verdad
Al terminar este extenso recorrido por la figura de Begoña Gómez, no puedo evitar recordar los días en los que creíamos que la política era un campo más claro y estable. La realidad es que estamos en tiempos convulsos, donde los rostros pueden esconder realidades complejas y, a menudo, es en el silencio donde se encuentran las verdades más profundas.
Incluso en medio de este torbellino, quizás deberíamos tomarlo con un poco de humor. Después de todo, cada vez que prenden las luces del escenario político, es el momento de recordar que todos, en algún momento, seremos “la esfinge” de nuestra propia historia. Al final, vivimos en un teatro donde cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, y nos encontramos a menudo en las primeras filas, listos para ver el espectáculo que la vida nos tiene preparado. ¿Qué les parece todo esto? ¿Ya están listos para la próxima función?