La jornada 13 de La Liga nos dejó un encuentro más bien olvidable entre el Mallorca y el Atlético de Madrid, donde un solitario gol de Julián Álvarez en el minuto 61 fue suficiente para que los colchoneros se llevasen los tres puntos. ¿Fue emocionante? Bueno, podría hablarse de una «experiencia» más que de un «espectáculo». Pero no adelantemos acontecimientos; profundicemos juntos en el partido, las tácticas y lo que realmente significa para ambos equipos.

Un primer tiempo para olvidar

Si alguna vez te has sentido atrapado en un episodio de una serie que prometía más de lo que realmente ofrecía, el primer tiempo del encuentro podría parecerte familiar. Ambos equipos comenzaron el partido mirando al otro casi como si fueran dos gatos en un callejón, listos para atacar pero prefiriendo esperar a que el otro cometiera un error.

¡Causa o efecto! Desde un principio, los jugadores de Mallorca y Atlético se olvidaron de la melodía vibrante del fútbol para enfilar un ritmo más parecido a un balneario en domingo. Las posesiones, según algunos, podrían haber servido de maravilloso telón de fondo para un tráiler de una película de acción. Pero, ¿quién estaba dispuesto a disparar o dar una patada al balón?

El momento más destacado de la primera mitad… bueno, ¡digamos que fue la primera media hora! Eran tiros tan desviados que casi lanza uno el balón a la primera fila del palco. La falta de creatividad ofensiva era palpable, y se notaba que los jugadores parecían estar esperando algún “milagro” en forma de acción individual, porque en equipo, no había mucha química.

Si alguna vez has ido a una reunión con amigos y durante horas solo comieron el aperitivo porque nadie se atrevía a pedir la cuenta para cenar, ese fue el primer tiempo. La primera oportunidad no llegó hasta el minuto 42, un cabezazo de Larin que maniató Oblak. Y dirás, «¿Eso fue emocionante?», a lo que podría responder con un sonoro «¡No!».

Un segundo tiempo con chispas (o no)

La segunda parte comenzó con un aire de optimismo. Tal vez el entrenador de Atlético, Diego Simeone, había lanzado un discurso inspirador entre bastidores, como si les hubiera dicho: «¡Salgan ahí y jueguen como si fueran los héroes de una película de fútbol!».

Pero, al parecer, las palabras del «Cholo» no lograron encender la chispa necesaria. El momento clave llegó cuando Oblak, el portero esloveno, lanzó un pase largo. Tal vez inspirándose en los jugadores de baloncesto que hacen asistencias desde la línea de tres, Oblak envió el balón directamente a las botas de Giuliano, que decidió hacer caso al viejo refrán: «el que no arriesga, no gana». Su pase a Julián Álvarez, proveniente de Argentina, terminó en el fondo de la red. ¡Gol!

Y aquí es donde podríamos entrar en un debate sobre el “más efectivo que estético”. Puedo imaginar a más de uno pensando que el Atlético no dominó, sino que simplemente esperó a que el Mallorca cometiera ese error. Pero en el fútbol, así como en la vida, a veces no se trata de cómo se viste uno, sino de cómo se realiza la jugada. ¿No te parece?

Gol de Julián Álvarez

La reacción de Mallorca: un horizonte lleno de dudas

A pesar de que el Mallorca se vio empujado a buscar el empate, la verdad es que sus intentos fueron tan ineficaces como mi intento de seguir un plan de dieta estricto. El equipo pareció intentando jugar al “busca el error”, cuando el fútbol también es sobre crear oportunidades.

Incluso hubo ocasiones en las que el Atlético parecía dispuesto a ceder la victoria. Por ejemplo, me atrevería a señalar la imprecisión de Witsel al intentar despejar el balón, que dejó a Abdón Prats cara a cara con Oblak. Sin embargo, el esloveno volvió a hacer gala de su capacidad de reacción, como un gato (pero sin la curiosidad). Aún así, el Mallorca no logró concretar ninguna de sus oportunidades.

Reflexiones finales: más que un simple marcador

¿Realmente estos tres puntos significan tanto? Para el Atlético, tal vez sí. La victoria eleva su moral y les otorga un aire de confianza al afrontar el parón internacional, con cuatro victorias consecutivas en la bolsa. Pero, ¿serán capaces de mantener esta tendencia en los próximos partidos? La continuidad podría ser una preocupación.

Para el Mallorca, el desafío será superar lo que se siente como una oportunidad perdida. Jugar contra un rival de la talla del Atlético es una prueba, pero el aplomo con el que enfrentaron el partido podría ser un punto de inflexión. A veces, el deporte tiene un extraño sentido del humor; ¿quién no se ve enfrentado a adversidades en su vida diaria?

Reflexiones sobre el fútbol en sí

Me gustaría dejarte con esta pregunta: ¿qué es lo que realmente valoramos en un partido? ¿Es el resultado final, o las lecciones aprendidas en el camino? Esta vez, el Atlético se llevó los tres puntos, pero tanto ellos como el Mallorca parecen tener mucho por aprender y mejorar. Así como en la vida, el proceso importa tanto como el destino final.

Así termina el capítulo de la jornada 13 de La Liga, con un Atlético que se mantiene firme y un Mallorca que debe aprovechar el parón para reajustar y reflexionar. Al final del día, el espectáculo siempre debe continuar… Pero la próxima vez, ¡esperemos que sea un poco más emocionante!