La vida es como una película de Albert Serra: siempre con un giro inesperado, algo de brutalidad y, por supuesto, un poco de esa reflexión filosófica que nos hace cuestionar nuestras convicciones más profundas. Y hablando de giros, reciente el cineasta catalán recibió el Premio EL MUNDO de Tauromaquia 2024, un evento que promete ser tan controvertido como aclamado, y que coincide con la premiere de su última obra «Tardes de soledad». Estrenándose en España el 7 de marzo, la película ya está generando opiniones encontradas, y nosotros, desde aquí, nos sumergimos en las profundidades de su contenido, su contexto y su impacto en la actualidad.
La conexión de Serra con la ética taurina
Serra es conocido por su forma única de ver el mundo; un universo donde la cámara no solo actúa como un ojo, sino como un vigilante que revela lo que a menudo preferimos ignorar. En esta ocasión, se embarca en la travesía del torero Roca Rey. Pero, ¿qué puede enseñarnos la tauromaquia en nuestro convulso siglo XXI? Para Serra, todo. En una entrevista reciente, el cineasta defendió los “valores que componen la tauromaquia”, argumentando que:
“Mi teoría del cine siempre ha sido la misma: la cámara desvela algo invisible al ojo humano”.
¿No es fascinante? Este enfoque invita a preguntarnos: ¿qué es lo que realmente vemos cuando miramos una corrida de toros? Más allá de la brutalidad de la lucha, Serra sugiere que hay “una plasticidad especial, una fotogenia diferente” que eleva el ritual a un nivel casi sagrado.
Un ritual íntimo y sagrado
A veces, me da la sensación de que el torero es un modern-day gladiador, un héroe de nuestros tiempos. Pero, a diferencia de la ciencia ficción donde la violencia es mera diversión, la tauromaquia se enmarca en un contexto de ética y respeto. Serra menciona que “la fiesta de los toros es pudorosa por definición” y, aunque muchos no estén de acuerdo, estos rituales han existido durante siglos como una forma de celebrar la vida y la muerte.
Entonces, surge otra pregunta: ¿dónde está la línea entre el arte y la barbarie? Algunos dirán que este tipo de entretenimiento es primitivo, otros argumentarán que es un arte en sí mismo, cargado de historia y significado. ¿Qué piensas tú?
Roca Rey: un protagonista en conflicto
Roca Rey ha sido un fenómeno en el mundo taurino, pero su participación en la película también ha traído consigo un torrente de opiniones. ¿Qué sucede cuando un héroe se convierte en objeto de controversia? Serra explica que, aunque algunos querrían más “triunfos” o una representación más idealizada del torero, su intención era capturar la realidad tal como es. “Se filma como se vive”, afirma.
Pero, claro, no todo el mundo comparte este punto de vista. Roca Rey no estuvo satisfecho con el enfoque de Serra, que, sin pelos en la lengua, contestó a un antitaurino en la premier:
«Comparar una cosa con la otra me parece tan estúpido que resulta ridículo».
Humor en momentos de tensión, ¿verdad? Sin embargo, esta línea no es sólo provocativa, es profundamente reveladora. Sería fácil descartar la tauromaquia como simplemente una salvajada, pero ¿quién no tiene un poco de ‘bestia’ en su interior, buscando momentos de desafío y ardor?
La muerte como arte
¿Hay algo más poético que la lucha entre la vida y la muerte? Serra lo entiende así y aborda el tema refiriéndose a “la muerte del toro que le confiere el sentido último a su vida”. Aquí, la película se convierte en un comentario social, donde la muerte no es solo un final, sino una celebración de la existencia.
La idea de que la muerte otorga sentido a la vida puede parecer sombría, pero también es liberadora. A menudo olvidamos lo preciosas que son nuestras propias vidas al navegar por la rutina diaria. De hecho, Tardes de soledad puede ser tanto una reflexión sobre la muerte como un recordatorio de abrazar nuestras propias pasiones antes de que se apaguen.
Sonido y diálogo: una nueva dimensión
Uno de los aspectos más intrigantes de la película es cómo el sonido juega un papel crucial en la narrativa. Serra, con su característico estilo innovador, capta diálogos que no solo añaden humanidad a la historia, sino que también introducen un toque de humor. Según él:
“Los diálogos son un hallazgo… desprenden poesía”.
Imagínate a un torero en una situación cómica justo antes de una corrida, bromas de vestuario, esos pequeños momentos de humanidad que, extrañamente, son profundamente conmovedores. Se rumorea que las tres palabras que más se repiten son: cojones, verdad, y cumbre. Quien lo diría, ¿verdad?
La fusión de lo popular y lo político
El hecho de que la tauromaquia sea a menudo vista como un arte popular añade otra capa a esta discusión. Serra no escapa del crisol político que rodea este tema. De hecho, señala la inclinación de los movimientos “woke” hacia la cancelación de todo tipo de expresiones culturales, y se manifiesta en su advertencia:
«La cultura de la cancelación es completamente estúpida, una cosa patética, ridícula, infantil».
Es un comentario que resuena con muchos en esta era moderna, donde la libertad de expresión a menudo se pone en entredicho. Muchos se han preguntado si deberíamos estar tan sensibles a las opiniones ajenas, o si, en cambio, deberíamos fomentar un diálogo más abierto sobre tópicos difíciles.
La vieja Europa y sus valores
Es curioso pensar que la vieja Europa, que ha sido cuna de innovaciones y reformas sociales, ahora se encuentra atrapada en este dilema. La gente está empezando a cansarse; ya no se trata solo de los señores de la Academia o de lo que se acepta socialmente. Hay un deseo palpable de cambiar las cosas.
Serra lo reconoce sin reparos cuando dice:
“Estamos en una encrucijada. Hay algo muy infantil en cerrar los ojos y pensar que los problemas cambian”.
Es un llamado a la acción. La pregunta es, ¿estamos dispuestos a enfrentar nuestras verdades incómodas?
Conclusión: el impacto de «Tardes de soledad» en el actual panorama cultural
Seguramente no todos estarán de acuerdo con lo que Albert Serra nos ofrece a través de «Tardes de soledad». Como en todo arte, la interpretación es un lienzo en blanco donde cada uno de nosotros pinta con nuestras propias experiencias y creencias. Pero aquí reside la belleza de la obra: nos desafía, nos saca de nuestra zona de confort y nos invita a profundizar en lo que significa realmente ser humano.
Al fin y al cabo, el torero no es solo un hombre enfrentando a un animal feroz; es un símbolo de nuestra eterna lucha contra la vida y la muerte, y la historia que contamos a través de ellas. Por lo tanto, la próxima vez que escuches el sonido del clarín en una plaza de toros, piensa un momento: ¿qué historia estás dispuesto a enfrentar?
Así que aquí estamos, al borde de otra ola cultural, y justo cuando pensábamos que podríamos predecir lo que viene, Serra nos muestra que, en la vida, como en el cine, todo puede suceder. ¡Buckle up, amigos, que la función apenas comienza!