La escena era digna de un espectáculo de Broadway: Donald Trump apareciendo en una pantalla gigante durante el Foro Económico Mundial (WEF) de Davos. Sería un conflicto, una reflexión, un destello de viejas promesas. Con una mezcla de nostalgia y audacia, Trump hizo lo que mejor sabe hacer: promover su visión del futuro económico de Estados Unidos, elogiando lo que él denomina la «era dorada» del país. Pero, ¿qué significa realmente este discurso para la economía global y por qué deberíamos prestar atención?
La promesa de una «era dorada»
Cuando Trump afirma que la «era dorada de EE.UU. ha comenzado», es difícil no pensar en la misma retórica que utilizó durante su campaña presidencial. En su estilo característico, repleto de confianza, se deshizo de los años que consideró un desastre bajo la administración de Joe Biden. Es un poco como cuando prometes a tus amigos que esta vez no te excederás en la fiesta de fin de año, pero terminan encontrándote en la pista de baile a las tres de la mañana con un sombrero de fiesta en la cabeza.
Trump explicó: «Con la Administración Trump, no habrá mejor lugar en el planeta para crear empleos, levantar industrias o hacer crecer una compañía que aquí en el viejo EE.UU.» Aquí hay que detenerse un momento para reflexionar: ¿realmente se puede volver a lo que una vez fue? Esa es la pregunta crucial. ¿Estamos hablando de un resurgimiento genuino o simplemente de retórica llamativa?
La política comercial de Trump en el año de su reintegro
Uno de los temas candentes que surgió en Davos fue la política comercial bajo la administración Trump. Recapitulemos un poco: durante su campaña, propuso un enfoque agresivo hacia el comercio internacional, con aranceles que harían que a cualquier importer le temblara el pulso. Un 10% adicional sobre todas las importaciones, un 25% para nuestros amados vecinos de Canadá y México, y un asombroso 60% para China.
Sin embargo, lo que parecía un goloso buffet comercial en la campaña se ha vuelto más bien un tentempié cauteloso. En su primer día de mandato, en lugar de un festín de aranceles nuevos, firmó un centenar de órdenes ejecutivas —sin tocar el tema de los aranceles. De hecho, era como si estuviera en una dieta y decidiera solo mirar los pasteles: anunció que sí, que los aranceles prometidos para Canadá y México seguirían, pero con un giro inesperado que dejó a muchos en la sala un poco confundidos.
¿Es posible que el exceso de confianza de Trump se encuentre finalmente con la realidad?
Joules en la grilla: quejas y relanzamientos
Aunque Trump dejó claras sus quejas sobre Europa, denunciando que «la Unión Europea nos trata muy injustamente,» faltó un detalle crucial: la forma en que sus palabras podrían impactar a las economías locales —en especial a países como España.
Su observación sobre que Europa no compra productos agrícolas ni coches estadounidenses era casi como la frase de un padre decepcionado en el colegio. ¿No comprenden la grandeza de EE.UU.? En su discurso, hay un claro llamado a la acción. Si bien se sentía muy emocionado por las contribuciones de la OTAN, también dejó caer hilitos de retórica que, sin duda, han dejado a varios líderes mundiales en una delicada posición de equilibrio.
Y aquí es donde entra la pregunta: ¿Está la política de Trump realmente orientada a mejorar las relaciones comerciales, o simplemente está buscando más atención?
La guerra en Ucrania y la diplomacia de un hombre de negocios
La guerra en Ucrania es un tema que ha generado, y sigue generando, múltiples conversaciones sobre la paz, el petróleo y la economía global. Trump tomó una postura algo naif cuando expresó que podría acabar el conflicto «en 24 horas» si se reuniera con Putin. Si bien admiramos su optimismo, hay que ser honestos: lograrlo no será tan fácil como un apretón de manos en la sala de juntas.
En conclusión, su enfoque de pedir a Arabia Saudí y a la OPEP que bajaran el precio del petróleo para, aparentemente, restablecer la paz en Ucrania, fue una idea algo… ¿descontextualizada? Después de todo, los precios del petróleo son el termómetro de muchas economías, y no es simplemente un interruptor que se puede apagar o encender.
¿No sería mejor buscar una solución más estructural que simplemente andar pidiendo favores?
Intervención inesperada: Ana Patricia Botín
Un momento particularmente interesante ocurrió cuando Ana Patricia Botín, presidenta de Santander, se dirigió a Trump con aplausos y halagos. La ejecutiva no solo truena cuando entra en una sala; sabe cómo manejar el juego. Con su habilidad para convertir desafíos en oportunidades, generó un momento que resonó con Trump, quien respondió con elogios a su banco.
La presidenta de Santander dejó claro que su entidad tenía millones de clientes en todo el mundo y una vasta presencia en EE.UU., lo que es una gran carta de presentación ante el presidente. Es un poco como asistir a una reunión familiar y mostrar con orgullo tus diplomas mientras que tu primo juega en el sofá.
¿Qué lección se puede aprender aquí? Parece que la empatía comercial tiene su valor, y también el arte de honrar a quienes podrían ser aliados estratégicos.
Últimas reflexiones sobre su presentación
El discurso de Trump en Davos es un microcosmos de lo que representa en términos más amplios: amor por EE.UU., desconfianza hacia otros países, y la idea de que todo es posible si se tiene el enfoque correcto. La «era dorada» quizás no sea más que un regreso a su propia forma de ver el mundo, que tanto admiradores como detractores se esfuerzan por comprender.
Es un juego de ajedrez que involucra liderazgo global, cambios en el comercio internacional, y la diplomacia se vuelve tan volátil como un mercado de valores en crisis. Entre las promesas, los halagos y los reclamos, surge una pregunta esencial: ¿Estamos participando en una nueva era de colaboración global o simplemente avanzamos hacia otro ciclo de aislamiento?
Aquí se abre un debate mucho más amplio. La historia ha demostrado que los conflictos rara vez se solucionan a través de un «se acabó». En lugar de ver las cosas como una competencia, ¿podríamos considerar crear una narrativa de colaboración? Puede que eso sea lo que el mundo realmente necesita. En definitiva, el discurso de Trump nos deja más preguntas que respuestas. Pero así es el juego de la política: un constante tira y afloja, donde todos buscamos nuestra parte del pastel —sin importar cómo eso puede afectar a los demás.
Así que, la próxima vez que oigas que Estados Unidos está en camino de una «era dorada», recuerda invertir en un buen par de lentes de sol. Podríamos necesitarlo para ver todos los brillos y sombras que vendrán en este nuevo capítulo.