El pasado viernes 29 de diciembre de 2023, el caos tomó por sorpresa a miles de visitantes en el Real Plaza Trujillo, uno de los centros comerciales más emblemáticos de Perú. En una noche que debería haber estado llena de risas y alegría, un incidente devastador ocurrió: la cúpula del centro comercial se derrumbó, cobrando la vida de al menos cuatro personas y dejando a 79 heridas, de las cuales 11 son menores de edad en estado grave. Esta situación, más que un titular escalofriante en las noticias, nos hace reflexionar sobre la importancia de la seguridad estructural en los lugares donde todos, jóvenes y adultos, buscamos un poco de diversión y relajación.

Un refugio que se convirtió en un peligro

Como ciudadano de Trujillo, me acuerdo de las veces que he paseado por Real Plaza, disfrutando de un día de compras o del agradable aroma de las palomitas en el cine. Lo que una vez fue un refugio para los locales, ahora se convierte en un trágico recordatorio de las deficiencias en la infraestructura y la importancia de la vigilancia constante en espacios públicos. ¿Qué nos dice esto sobre la prioridad que se le da a la seguridad en nuestras ciudades?

La secuencia de un desastre

El desplome se produjo en un horario crítico, pasadas las 20:00 horas, cuando el área de restaurantes estaba repleta. Las víctimas inocentes que buscaban disfrutar de una cena o diversión para los más jóvenes ahora están sumidas en el dolor o la incertidumbre. Hablando de incertidumbre, ¿quién no ha sentido alguna vez el escalofrío de pensar en lo impredecible que puede ser la vida? Este incidente nos recuerda que los lugares donde nos sentimos más seguros pueden, en un abrir y cerrar de ojos, convertirse en escenarios de desastre.

Las imágenes de los escombros inundaron las redes sociales casi inmediatamente. Y cómo no, si la magnitud del suceso hizo que incluso los medios internacionales no pudieran ignorarlo. La llegada tardía de los equipos de rescate es otra pieza de un rompecabezas complejo que revela la falta de preparación ante desastres de este tipo. A veces nos cuestionamos si realmente somos lo suficientemente resilientes como sociedad para enfrentar estas catástrofes.

La historia oscura del centro comercial

La historia del Real Plaza Trujillo no es nueva. Desde su cierre en diciembre de 2023 por deficiencias estructurales hasta su reapertura apenas unas semanas después, muchos comenzaron a preguntar: ¿fue realmente seguro abrirlo de nuevo? Durante la breve clausura, las críticas no se hicieron esperar. Los políticos y diferentes gremios empresariales expresaron sus preocupaciones, pero el centro comercial respondió a las advertencias asegurando que no había peligro inminente. ¿Quién tiene la última palabra en la seguridad cuándo las vidas de tantas personas están en juego?

El exalcalde de Trujillo, Arturo Fernández, que ahora se encuentra prófugo, fue uno de los primeros en advertir sobre la inseguridad del lugar, calificándolo como una «bomba de tiempo». Sus palabras resonarán siempre en nuestra memoria: «No cuenten con este lugar para disfrutar». La realidad nos ha mostrado el lado oscuro de lo que muchas veces ignoramos: la negligencia puede tener consecuencias fatales.

¿Faltaron señales de advertencia?

La condición de la cúpula no debió ser una sorpresa para nadie. La gestión de riesgos y la defensa civil son pilares fundamentales que deben garantizar la seguridad de la ciudadanía, especialmente en espacios públicos donde la cantidad de hortalizas humanas puede triplicar la de una batalla de gladiadores. Es de entenderse que hay términos técnicos que pueden confundirnos, pero la prioridad siempre debería ser la seguridad de los ciudadanos.

Los informes de las inspecciones realizadas previamente señalaron que se centraron mayormente en la estructura eléctrica, dejando de lado un componente tan crítico como la cúpula. Claro, todos conocemos el concepto de «lo que no se ve, no se siente». Pero ¿acaso no deberíamos preocuparnos por lo que no podemos ver, como es el caso de las estructuras?

Investigación en curso y la llamada a la responsabilidad

El Ministerio Público ha comenzado las excavaciones para determinar las responsabilidades detrás de esta tragedia. Se habla de negligencia dolosa o culposa, y todos esperamos que se haga justicia para las víctimas y sus familias. A menudo, la gente se da cuenta de que es más fácil señalar culpables que encontrar soluciones, pero en este caso, la vida de seres humanos no puede ser un mero detalle estadístico.

Lo que sigue es crucial: necesitamos más que un simple aviso de responsabilidad. Esto es esencial para revivir la confianza que se ha perdido en muchas instituciones. Esta tragedia nos empuja a la pregunta: ¿qué debemos hacer como sociedad para evitar que estos incidentes vuelvan a ocurrir en el futuro?

Un llamado a la acción: seguridad en nuestras manos

Es posible que esta tragedia sirva como un llamado a la acción tanto para los ciudadanos como para el gobierno y las empresas responsables. Un cambio en el enfoque hacia la seguridad estructural no debería ser solo un tema de conversación cada vez que ocurre un accidente. Debería ser una prioridad en la agenda nacional. ¿Cuántas más tragedias necesitamos para recordar que la vida es frágil y que cada decisión puede marcar la diferencia?

Los centros comerciales, las escuelas, los hospitales y todas esas edificaciones que frecuentamos son parte de la vida cotidiana de cada ciudadano. Es vitale que el gobierno establezca protocolos más estrictos de inspección y certificación para garantizar que todos estemos a salvo. A su vez, las empresas deben hacer de la seguridad su prioridad número uno, porque sus clientes son también sus vidas y sus familias.

¿Y ahora qué?

La vida continúa, y aunque perdamos el brillo de un sitio que era parte de nuestra rutina, lo que necesitamos es recordar las lecciones aprendidas. La resiliencia de la sociedad se pone a prueba con incidentes de esta magnitud, y es en estos momentos cuando debemos unificar nuestros esfuerzos para promover espacios seguros.

Es inevitable preguntarse: ¿voleré a sentirme tan cómodo en este tipo de establecimientos después de una experiencia así? La respuesta a esa pregunta es una mezcla de esperanza y precaución. La esperanza de que las cosas mejoren y la precaución derivada de lo que ha sucedido. Así, al final del día, es el amor por nuestra comunidad el que nos lleva a exigir cambios y responsabilidad.

Conclusión: Un duelo colectivo

La tragedia en Real Plaza Trujillo no solo es un episodio aislado; es un duelo que todos compartimos. Un duelo por la vida, por los sueños no cumplidos y por esa sensación de seguridad que todos anhelamos al visitar un centro comercial. Es una llamada a fomentar acciones concretas hacia la mejora y el fortalecimiento de nuestras infraestructuras. Si no aprendemos de estas experiencias, entonces habrá valido la pena tan solo por un instante de silencio.

Finalmente, más allá de las estadísticas y los informes, recordemos que detrás de cada número hay una historia, una familia que llora. Por su memoria, hagamos lo necesario para que tragedias como esta nunca más se repitan. Mantengámonos alertas, porque en la seguridad de nuestros espacios públicos está el bienestar de todos. La vida es corta, hagámosla contar.