A veces, mientras escucho a mis amigos hablar de sus viajes, me sorprendo recordando mis propias visitas a Roma, una ciudad que, como una abuela con mil historias, me ha dejado fascinado cada vez que la he explorado. Pero en los últimos años, algo ha cambiado. Mi última aventura por las calles de la capital italiana fue como intentar navegar en un mar de turistas mientras todos luchan por saborear la misma lasaña. Y ahora, con el gran jubileo de 2025 acercándose, la situación es más frágil que nunca.

¿Te imaginas a Roma, la ciudad eterna, llevada al borde del colapso debido a la avalancha de visitantes? No es solo un mal sueño; es una realidad muy cercana. Permíteme guiarte a través de este laberinto de turistas y obras de construcción mientras desentrañamos juntos lo que depara el futuro para esta icónica metrópolis.

El turismo desbordante: entre luces y sombras

Cada año, Roma recibe alrededor de 50 millones de visitantes, ¡una cifra que dejaría atónito a cualquier hotelero! Al principio, me parecía increíble pensar que una ciudad puede recibir a tantos turistas. Imagínate tener a toda la población de España haciendo fila para entrar a la Capilla Sixtina. Pero lo que realmente me impactó, y estoy seguro que te hará sonreír (aunque con un toque de tristeza), fue la manera en que esta afluencia se ha convertido en un sálvese quien pueda.

Con el gran jubileo a la vuelta de la esquina, se estima que Roma podría ver un incremento de cinco millones de visitantes. Pero, ¿quién está contando? En este punto, ya no está claro si estamos hablando de turismo o de un asedio a la ciudad. Las calles, que solían ser un encantador serpenteo de historia y cultura, ahora son un bullicio que podría dar miedo a un gladiador. Y es que hay momentos en que me arrepiento de no haberme traído un par de cascos y un escudo.

Un mar de obras y andamios

Con el aumento del turismo, también llegan las obras. A cada rincón donde mires, hay andamios, y los monumentos emblemáticos parecen estar en una etapa de renovación extrema. Lo cual, en un principio, parece una buena idea, ¿no? Al final, todos queremos ver a la Piazza Navona en su esplendor. Pero cómo duele ver cosas que solían ser maravillas, ahora envueltas en lonas.

Recuerdo un día que intenté disfrutar de un café con un hermoso telón de fondo de mi lugar favorito, el Arco de Constantino. Pero, en su lugar, obtuve un imponente pantano de metal y tela. Por un momento, deseé ser un arquitecto. “¡Miren, el futuro de Italia!” diría, mientras tomaba fotos de lo que en realidad parece un campo de batalla de proyectos de construcción. Sin embargo, cada vez que miraba hacia arriba, solo podía imaginar cómo sería el lugar sin esas interrupciones.

La lucha por el espacio: el dilema de los romanos

Mientras los turistas luchan por cada milímetro cuadrado de la ciudad, los habitantes de Roma están sufriendo una especie de extinción del espacio. Es curioso, pero he hablado con varios locales que me han contado que están tan hastiados que han decidido mudarse a los suburbios. ¿Por qué? Porque los alquilados turísticos han hecho que los precios se disparen. Imagine un joven romano, cansado de vivir en un garaje convertido en apartamento, viendo cómo un grupo de turistas paga precios exorbitantes para pasar una semana en el corazón de la ciudad. No es exactamente lo que uno espera de la “ciudad eterna”.

Con el aumento de los alquileres, también ha surgido un mercado clandestino. Una especie de mercado negro de arrendamientos, en el que los romanos buscan desesperadamente una vivienda que no signifique salir a la calle y encontrarse con 50 turistas que intentan tomarse selfies con su café. La gentrificación está poniendo a prueba la resistencia de los verdaderos romanos, y ya es un cambio que se siente.

Los beneficios económicos: ¿un mal necesario?

Es imposible ignorar la ironía de la situación. Mientras que el turismo desmedido asfixia la vida cotidiana en Roma, también inyecta enormes sumas de dinero en la economía local. La historia nos dice que el jubileo de 1950 fue un punto de inflexión para la ciudad, llevándola a un renacimiento después de la Segunda Guerra Mundial. La gente de Italia se unió para construir un futuro brillante.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿podría el próximo jubileo ser un “bocado demasiado grande”? Si bien los ingresos derivados del turismo proporcionan recursos para la restauración y la limpieza de la ciudad, la pregunta es si los romanos están dispuestos a sacrificar su calidad de vida a cambio de un par de euros en el banco.

¿Realmente se puede restringir el acceso a una ciudad tan inmensa y rica en historia solo porque esté plagada de turistas? Es un dilema moral que parece estar teniendo un diálogo acalorado en las mesas de café de toda Roma.

La resistencia romana ante el turismo masivo

La resiliencia de Roma es digna de admiración. A lo largo de los siglos, ha enfrentado ataques y desafíos de todos los colores y sabores. Desde la invasión de los cartagineses hasta los intentos de Napoleón de reescribir la historia, la ciudad ha resistido. Pero, en un giro un tanto irónico, parece estar luchando con el ejército pacífico de los turistas.

Mi amigo Marco, un comerciante de souvenirs que alguna vez tuvo una pequeña tienda en el centro histórico, me compartió su opinión: “Es frustrante ver cómo mi tienda, que solía ser un lugar adonde los romanos venían a comprar, se ha convertido solo en un punto de parada para las fotos de turistas”. La autenticidad de la vida terraza romana está en riesgo, y no es difícil percibir la desilusión en su voz.

Como broma entre amigos, le sugerí que comenzara a usar camisetas que decían “Solo romanos, por favor”. Después de todo, ¿habría algo más romántico que imaginar que los verdaderos habitantes de la ciudad puedan volver a disfrutar de la Piazza di Spagna sin tener que sortear hordas de turistas?

Un año jubilar con significado espiritual

El gran jubileo seguramente atraerá a un número elevado de fieles católicos en busca de sus indulgencias plenarias. Es un punto capital en la historia de Roma y el Vaticano. Mientras oigo sobre las jornadas mundiales de la juventud y los eventos programados, no puedo evitar preguntarme cuántos turistas disfrutarán realmente del arte y la espiritualidad que la ciudad tiene para ofrecer.

La espectacularidad de la Basílica de San Pedro es magistral, y el corazón de la ciudad late fuerte con religiosidad. Entre ruidos de turistas y selfies, ¿quién realmente escuchará el susurro de la historia que impregna los muros de Roma? El desafío es enorme: conseguir que tanto la ciudad como los visitantes conecten de una forma significativa, no solo a través de los globos de helio y las instantáneas en las redes sociales.

Conclusiones: ¿un futuro esperanzador para Roma?

Así que aquí estamos, enfrentando preguntas difíciles. ¿Puede Roma encontrar un equilibrio entre la afluencia de turistas y la vida cotidiana de sus residentes? Y, más importante aún, ¿puede la ciudad eterna adaptarse, resistir y prosperar en este nuevo ambiente donde el turismo es un arma de doble filo?

Lo que es seguro es que no hay una respuesta fácil. Mientras tanto, lo único que podemos hacer es esperar y ver cómo se desarrolla esta gincana turística hacia el gran jubileo de 2025. Y, en el proceso, recordar la importancia de disfrutar de cada visita —ya sea un cappuccino en la terraza o un paseo por la historia que ofrece Roma— sin perder de vista el patrimonio que hace de esta ciudad, un lugar verdaderamente excepcional.

Así que la próxima vez que planees un viaje a Roma, recuerda no solo disfrutar de las maravillas de la ciudad, sino también dar un momento para ser un «turista responsable». ¡Siempre hay espacio para un poco de humor y empatía en el camino! Nuestros amigos romanos se lo merecen. Y, quién sabe, quizás encontraremos un rincón especial en el “caótico refugio” que siempre ha sido Roma.