Desde las primarias electorales hasta el mismo día de la elección, siempre he creído que la política y la economía son como dos bailarines en un escenario, reajustándose constantemente para seguir el ritmo. No sé tú, pero después de ver las oleadas de cambios que están marcando el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, admiro cómo las grandes corporaciones parecen bailarinas expertas en adaptarse al son de las promesas políticas. ¡Y vaya que han aprendido unos pasos impresionantes!

Las grandes tecnológicas en el ojo del huracán

La victoria electoral de Trump ha dejado a muchos CEO con una expresión similar a la que tengo cuando se me olvida el nombre de un conocido en una fiesta: nerviosos y medio sonrientes. La imagen de altos ejecutivos desfilando por la Casa Blanca sugiere que están más que listos para alinearse con su mensaje de desregulación. Sí, ya lo sé, ¿quién no quiere un cóctel de políticas más relajadas y mayores márgenes de beneficio?

De acuerdo con un artículo reciente de Financial Times, el regreso de Trump podría significar una oportunidad para que las empresas busquen «el máximo rendimiento financiero». Y aquí es donde las cosas se ponen interesantes. ¿Estamos ante un regreso a las viejas prácticas que priorizaban los beneficios sobre la sostenibilidad? Muchos parece que están diciendo «sí».

Una mirada a las nuevas políticas tecnológicas

No sé si eres tan fanático de las noticias como yo, pero la reciente «muskinización» de Mark Zuckerberg me dejó rascándome la cabeza. Vamos, que este tipo ha lanzado un nuevo enfoque en la moderación de contenidos para Meta, que se asemeja más al escueto sistema de X. ¡Qué tiempo para vivir! En vez de estar abrazando la diversidad y la inclusión, parece que las empresas han optado por deshacerse de todo aquello que suena «demasiado progresista».

Es un fenómeno fascinante, de verdad. Desde que Trump empezó a mostrar sus cartas electorales, varias empresas tecnológicas dieron marcha atrás en sus compromisos con la diversidad y la sostenibilidad. Y es que, según Richard Edelman, director ejecutivo de la empresa de relaciones públicas Edelman, la idea ya no es garantizar resultados, sino «seguir comprometidos con la diversidad y la inclusión», pero de una forma más laxa. ¿No les gustaría haber sido parte de la historia de la humanidad hace 200 años? ¡Imaginen las historias!

El proyecto DOGE: desregulación a la vista

Hablemos del proyecto DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) y de cómo figuras como Elon Musk y Vivek Ramaswamy se han posicionado como sus abanderados. Este proyecto promete eliminar regulaciones que las empresas han tenido que cumplir y que, en sus propias palabras, les cuesta «millones de dólares». ¡Vaya cambio! En términos claros, menos reglas, más ganancias.

No me malinterpretes, el argumento de que las regulaciones pueden ser una carga pesada tiene su peso. Sin embargo, ante el riesgo de eliminar la normativa que protege nuestras comunidades y nuestro planeta, me pregunto: ¿realmente vale la pena este «progreso» sin límites éticos?

La paradoja del crecimiento empresarial

Recuerdo cómo, durante la pandemia, el ambiente empresarial era como una montaña rusa emocional. Los directivos estaban luchando por responder a la creciente demanda, pero ahora, tras esos vertiginosos altibajos, la historia de los despidos y recortes es la que está en el centro del escenario.

Empresas como Goldman Sachs se están preguntando ahora qué significa realmente el «crecimiento constructivo» en un nuevo entorno regulatorio. David Solomon, su CEO, mencionó que el mensaje de Trump les brinda «confianza para crecer e invertir». Me hace pensar en cómo algunos de nosotros hemos dejado de tomar café en la mañana, pero aún queremos seguir sintiéndonos estimulados. Suena contradictorio, ¿no? ¿Por qué sacrificar principios por el caviar del beneficio inmediato?

La fábula de la rana y el escorpión

Aquí es donde me gustaría traer la vieja fábula de la rana y el escorpión. Si no estás familiarizado, en ella, el escorpión le dice a la rana que no le picará si le ayuda a cruzar el río. A mitad de camino, el escorpión clava su aguijón, y ambos se ahogan. La moraleja: «Es la naturaleza del escorpión».

Las grandes tecnológicas se asemejan a ese escorpión, aprovechando la apertura que les brinda la administración de Trump para priorizar su lucrativa naturaleza. ¿Es posible que el regreso a las viejas prácticas de beneficio rápido nos lleve al mismo final de la fábula? Quizás, como sociedad, estamos en un río lleno de escorpiones.

La reacción de la opinión pública

Una reacción inevitable a esta movida corporativa ha sido una especie de «despertar social». Muchas de las plataformas que durante años promovieron una imagen positiva de inclusión y sostenibilidad están ahora en la mira. A medida que los consumidores se vuelven más conscientes de estas prácticas, se hacen preguntas fascinantes sobre la autenticidad de los compromisos de las marcas.

¿Realmente podemos confiar en los CEO que, al final del día, solo buscan maximizar sus beneficios financieros? Honestamente, a veces me siento como un pez en un juego de ajedrez, ¡un poco perdido pero intentando jugar mi mejor jugada!

Conclusión: un futuro incierto

Para concluir, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha puesto a las grandes empresas tecnológicas en un camino complicado hacia el futuro. Con menos regulaciones, hay una libertad empresarial que podría interpretarse como una oportunidad para más innovación o, por el contrario, un salto a prácticas más antiguas que priorizan el lucro a cualquier costo, dejando en el camino la responsabilidad social y ambiental.

¿Estamos realmente preparados como sociedad para tolerar este cambio? Las grandes tecnológicas juegan un juego de alto riesgo, que podría tener repercusiones a largo plazo que aún no comprendemos del todo.

Así que aquí estoy, reflexionando sobre cómo las políticas y las corporaciones se mueven en un baile interminable, y a veces me pregunto: ¿quién está realmente al mando, el gobierno o el dinero? Tal vez, solo tal vez, deberíamos leer más sobre esa antigua fábula de la rana y el escorpión antes de dar nuestro próximo salto hacia el futuro.


Espero que te haya hecho reflexionar y, quizás, divertirte un poco en el proceso. Siempre recuerda: en la danza de la política y la economía, ¡la clave es no pisar los dedos de los pies del otro!