La noche del 31 de diciembre en Puerto Rico se suele iluminar con fuegos artificiales, risas y buenos deseos para el año que vendrá. Pero esta vez, muchos hogares de la isla en lugar de pólvora y champagne, estaban siendo envueltos por la oscuridad. ¿Por qué? Porque, como si de una broma cósmica se tratara, un apagón masivo dejó a 1.251.249 puertorriqueños sin luz. Y aquí surge la pregunta del millón: ¿cómo llegó a ser Puerto Rico un lugar donde la electricidad parece más un deseo que una realidad?

Quiero compartir contigo no solo los hechos detrás de este apagón, sino también la sensación palpable de frustración que residía en el aire esa noche. Recuerdo una Nochevieja, unos años atrás, cuando todos esperaban la medianoche con un vaso en mano y las luces parpadeando en un festín visual. Sin embargo, en esta ocasión, lo que predominaba era el sonido de los generadores eléctricos zumbando desde las casas. Un canto de sirena que nos recordaba que más que una fiesta, era otro capítulo de una tragicomedia que perdura desde hace más de cinco años.

Un mal día para la energía: el caos electricidad

El apagón de este 31 de diciembre comenzó a las 5:30 a.m., cuando una avería en la central eléctrica Costa Sur, ubicada en Guayanilla, provocó una reacción en cadena. ¡Es increíble lo que una simple falla puede causar! Es como si estuvieras en un juego de Jenga y sacas la pieza equivocado: todo se viene abajo. De hecho, en menos de una hora, toda la isla se vio envuelta en la penumbra, como si un gran apagón estuviera programado.

La empresa responsable, Luma Energy, había prometido que el proceso de restauración del servicio tomaría entre 24 y 48 horas. ¿Se imaginan la conversación típica de las familias en esos momentos? “Querido, mientras esperas a que Luma encienda la luz, ¿quieres que discutamos sobre nuestras resoluciones de año nuevo a la luz de una linterna?” La ironía no se pierde.

El gobernador, Pedro Pierluisi, intentó ofrecer una dosis de esperanza en redes sociales, argumentando que Luma debía “agilizar el reencendido de las unidades generatrices”. Por otro lado, la gobernadora electa, Jenniffer González-Colón, también usó su plataforma para lamentar la situación y afirmó que había creado un Task Force de Energía que sería prioridad en su flamante gobierno. ¿Una comisión energética en Nochevieja? Claro, eso suena tan festivo como un brunch en la mañana de un lunes.

El eterno ciclo de la frustración

Los apagones no son precisamente una novedad en Puerto Rico. Desde el devastador huracán María en 2017, la situación de la red eléctrica ha ido de mal en peor. Las promesas de mejoras y modernización lanzadas al aire parecen tan volátiles como los fuegos artificiales vespertinos. La privatización del servicio eléctrico, en un intento de resolver problemas crónicos, lejos de mejorar la situación, dejó a los puertorriqueños frustrados y enojados. ¡Es como intentar arreglar un coche descompuesto con un poco de cinta adhesiva!

Durante los últimos años, el calor del sol y el malestar de los residentes se han evaporado, dejando solo el eco de las protestas. La tarifa de la luz ha aumentado sin que se vea reflejado en mejoras tangibles, y así se desata la ira de una población cansada de jugar al escondite con el suministro eléctrico.

La gota que colmó el vaso

En medio de todo este caos, el director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica, Josué Colón, advirtió que levantar el sistema podría llevar varios días. La esperanza de que Luma lograra devolver la energía de manera rápida se desvanecía tan rápido como el vino que se derrama en una celebración.

Este descontento es palpable en cada rincón de la isla. “No podemos seguir con un sistema energético que le falla tanto a nuestro pueblo”, dijo González-Colón en su mensaje. ¿Se han imaginado cómo sería si a los órganos de Gobierno les hicieran un reboot para comenzar de cero? Parece que esto es lo que muchos desean en estos momentos, justo cuando el consumo de electricidad tiende a aumentar por las festividades.

Más allá de la desesperación: buscando soluciones

Es razonable preguntarse: ¿será esta la última vez que Puerto Rico enfrenta un episodio así? La respuesta a esto no es sencilla. Mientras algunos actores políticos llevan su lucha en redes sociales, otros exploran alternativas para tener una infraestructura más robusta y menos dependiente de sistemas obsoletos. ¿Quizá es el momento de virar hacia esas fuentes de energía renovable que todos mencionan en sus promesas? La energía solar, por ejemplo, ha sido un tema recurrente. Pero claro, construir un futuro limpio y sostenible también toma tiempo y recursos.

Es cierto que construir un sistema de energía sólido y confiable es una tarea titánica, que requiere inversión, planificación estratégica y voluntad política. Pero, ¿qué pasa cuando los ciudadanos sienten que sus votaciones han sido en vano? La conexión entre la frustración pública y la política actual no puede ser ignorada.

Conclusión: unas luces en el horizonte

Aunque el panorama parece sombrío, se pueden encontrar pequeños destellos de esperanza en el movimiento social que ha emergido a raíz de estas crisis. La lucha por un sistema eléctrico más estable se ha convertido en un símbolo de resistencia para muchos puertorriqueños. Se trata de la búsqueda de justicia en un sistema que ha fallado, no solo en términos de provisión de electricidad, sino también en calidad de vida.

Si hay algo que podemos aprender de esta odisea eléctrica es que la unidad puede ser una fuente de energía. Cuando la comunidad se une, puede lograr cambios. Tal vez, solo tal vez, la próxima Nochevieja no solo veremos fuegos artificiales, sino también un avance hacia una energía sostenible y confiable.

Los años venideros necesitan ser un recordatorio de que Puerto Rico, además de luchar con su inestabilidad eléctrica, tiene la capacidad de transformarse y buscar soluciones creativas. ¿Quizá es hora de escribir una nueva historia? En lugar de “feliz año nuevo”, tal vez deberíamos empezar a decir “feliz era renovable”. Al fin y al cabo, siempre hay una luz al final del túnel, aunque a veces haya que encenderla uno mismo.