El silencio ante el Senado ha resonado más que algunas de las declaraciones que se esperaban. Recientemente, Javier Hidalgo, ex CEO de Globalia y accionista de Air Europa, junto a Cristina Álvarez, asesora de la Moncloa, se enfrentaron a una situación que cada vez parece más un guion de telenovela que los eventos políticos que uno suele seguir. Con sus respectivas comparecencias, han generado un torbellino de preguntas y afirmaciones que merece la pena desmenuzar. Pero, ¿qué fue lo que realmente pasó durante estas tensas y enigmáticas sesiones?

El telón se levanta: La llegada de Javier Hidalgo y el eco de su silencio

Cuando Javier Hidalgo apareció ante la comisión del Senado, la tensión era palpable. Al parecer, la teatralidad no solo se encontraba en los pasillos del Senado, sino también en la forma en que Hidalgo decidió llevar su comparecencia. Al iniciar, sentenció que “comparece voluntariamente”, pero a mí me hace preguntarme: ¿qué significa realmente «comparecer voluntariamente» cuando uno ha sido citado varias veces y no ha aparecido? Es como si tu familia te llama a cenar y tú decides aparecer solo cuando ya se están sirviendo los postres; no tienes que estar muy seguro de lo que vas a encontrar en la mesa.

Hidalgo, con su abogado al lado, optó por realizar una declaración introductoria en la que negó haberse reunido con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, o con su esposa, Begoña Gómez. Aparentemente, su semblante no mostró rastro de preocupación, sino que parecía más bien el maestro que regaña a sus alumnos por copiar en un examen.

“Es falso que me haya reunido con Pedro Sánchez”, insistió. Si hubiera estado bromeando, podría haber mencionado también que nunca había estado en el mismo lugar que la Tierra, para hacerlo aún más dramático. Pero la realidad es que el ex CEO relató un panorama de injusticias, donde la ayuda recibida por parte del Gobierno durante la pandemia se transformó en un “préstamo con condiciones desfavorables, las más desfavorables de Europa”. ¡Chica, por favor! Eso suena más a una relación tóxica que a un negocio.

La estrategia de Cristina Álvarez: un silencio ensordecedor

Por otro lado, tenemos a Cristina Álvarez que, a diferencia de Hidalgo, decidió activar su derecho a no declarar, respaldada por una excusa que al menos es creativa: “el caso está judicializado”. Esa respuesta dejó a muchos senadores (y a nosotros, los espectadores curiosos) en un estado de confusión e incredulidad. ¿Acaso no deberían los ciudadanos tener respuestas claras sobre el papel que desempeñan los asesores que son pagados con los impuestos de todos?

La cantidad de preguntas que le hicieron fue como un festín para un niño hambriento: no se limitaba a los correos y las reuniones, sino que también se adentraba en el oscuro mundo de quién estaba pagando realmente por su presencia allí. ¿Podemos detenernos un momento a pensar en eso? Si una asesora se niega a revelar quién se hace cargo de los gastos legales de su abogado, ¿realmente sabe ella qué está haciendo con su vida?

El senador del PP, Alfonso Serrano, no tardó en interrogarla, cuestionando si al recibir un salario público ella estaba en realidad trabajando para los intereses de Begoña Gómez. La típica discusión que uno ve en los almuerzos familiares sobre a quién corresponde qué parte de la torta. ¡Qué comedia!

Las comparaciones son odiosas: ¿Air Europa y su rescate?

La presentación del alegato de Hidalgo resultó ser, sin duda, un momento estelar. Comparó su situación con la de Iberia, afirmando que este último recibió un rescate mucho más favorable en un tiempo limitado. Es curioso, verdaderamente. En la escuela siempre nos dicen que no comparemos nuestras vidas con las de otros, pero parece que los CEOs tienen un libreto diferente que les permite hacer comparativas en cada esquina.

Pese a las acusaciones de haber recibido un trato preferencial, Hidalgo reafirmó que su empresa había sido maltratada. “No entiendo de dónde sale el trato de favor que recibimos… son bulos”, exclamó con un tono que bien podría haber sido utilizado para una película de acción. ¿Qué podemos sacar de esto? Quizás el hecho de que independientemente de la posición que uno tenga en una sociedad, siempre puede haber un “peor” en la secuela de la situación.

La verdad es que estos eventos representan una minuciosa y compleja danza entre el poder y la ética. ¿Hasta qué punto pueden los actores políticos ejercer su influencia? ¿Dónde está la línea divisoria entre el apoyo legítimo y los favores poco transparentes? Uno podría pensar que estas son preguntas que todos deberíamos hacernos. Pero en el mundo de la política, estas reflexiones parecen guardarse en un cajón sellado.

La batuta del poder: el juego de palabras en el Senado

Mientras que la cámara del Senado servía como telón para este complicado drama, las palabras que fluyeron fueron tan duras como una mala película de sábado por la tarde. Un senador del PSOE incluso se atrevió a declarar que lo que estaba sucediendo era como una “cacería” en contra de Pedro Sánchez. A mí me hace llorar de risa… o llorar de desesperación, no estoy seguro. La lucha política es algo que, a menudo, se transforma en un juego de palabras donde todos luchan por salir airosos, como si se tratara de un torneo de just dance.

Los senadores se lanzaron acusaciones y defensas como si fueran dulces voladores. De un lado, se afirmaba que se estaba tratando de sostener un “proyecto de futuro” para el país, mientras que del otro se criticaba ferozmente la gestión actual. Lo que se vivió allí fue simplemente un clímax de quejas y negaciones que, francamente, cualquiera que haya asistido a una reunión familiar tensa se sentirá familiarizado.

Conclusiones: La política es como la vida misma

Así que, ¿qué podemos extraer de este lío? La política, al igual que la vida, a menudo está construida de verdades y mentiras solapadas, donde cada quien tiene su perspectiva y su versión de los hechos. Mientras que Hidalgo acusa al Gobierno de maltratos y Álvarez elige guardar silencio como si estuviera en una reunión de “testigos protegidos”, los ciudadanos deben lidiar con el eco de sus palabras.

La realidad es que el vuelo de Air Europa con destino a la claridad de la política sigue siendo incierto. Así que, como ciudadanos, la pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo podemos ejercer nuestro derecho en este escenario? En última instancia, aunque estemos todos enfrascados en el drama político, el verdadero desafío es mantenernos informados y críticos. Porque al final del día, todos desean tener la oportunidad de volar alto, pero, ¿cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar por ello?


Si algo aprendemos de esto, es que, en la política, como en un buen cóctel, se necesita una mezcla equilibrada de ingredientes. Así que, ¿te atreverías a brindar por un futuro más claro en este panorama turbio?