En los últimos años, Málaga, una joya de la Costa del Sol, se ha visto atrapada en una encrucijada insostenible: el creciente precio del alquiler y el boom de las viviendas de uso turístico (VUT). Estuve allí hace unos meses, disfrutando de una tapa de espeto en la playa y, al mismo tiempo, escuchando las quejas de los locales sobre cómo las casas que antes eran hogar ahora se rentan a turistas. Es un ambiente vibrante, sí, pero lleno de tensiones que hacen eco en cada rincón de la ciudad. A medida que las viviendas turísticas se multiplican, el panorama de la vivienda se transforma en un laberinto complicado, dejando a muchos malagueños preguntándose: ¿qué pasó con el lugar al que llamamos hogar?
El fenómeno del turismo en Málaga: ¿una bendición o una maldición?
Una de las cosas que todos aman de Málaga es su atractivo para los turistas. Es un lugar donde la solidez cultural se encuentra con una belleza natural deslumbrante. Pero, ¿hasta qué punto este atractivo empieza a perjudicar a sus habitantes? Un estudio reciente realizado por el Instituto Andaluz de Investigación e Innovación en Turismo (IATUR) revela que “el 54% de las variaciones en el precio del alquiler pueden explicarse por la concentración de viviendas de uso turístico”. ¡Vaya, eso es suficiente para que cualquiera sufra de estrés inmobiliario! Pero esperen, ¿cuántas de estas casas están realmente destinadas a los turistas y cuántas son el hogar de los malagueños?
La explosión de las VUT en Málaga
El crecimiento de las VUT en Málaga ha sido absolutamente vertiginoso, creciendo un 1200% desde 2016. Para ponerlo en perspectiva, ¡es como si cada hogar disponible de pronto hubiera decidido convertirse en una boutique para turistas! Antes de 2016, había apenas 800 viviendas turísticas, y ahora estamos hablando de más de 13,000. Eso sí que es un cambio drástico.
Mientras caminaba por el centro de Málaga, noté que la mayoría de los apartamentos estaban divididos en lindas unidades de alquiler a corto plazo. Pero tenía que preguntarme, ¿quién se beneficia de esto realmente? La respuesta, aunque dolorosa, no sorprende: los grandes propietarios y fondos de inversión están ganando a lo grande, mientras que los residentes natales luchan por mantenerse a flote en un mar de alquileres elevados.
La dura realidad del alquiler en cifras
¿Recuerdas cuando podías encontrar un apartamento en alquiler en Málaga sin tener que hipotecar tu alma? La realidad actual es que el precio del alquiler promedio ha aumentado de 10,3 euros por metro cuadrado en diciembre de 2019 a 15,1 euros en diciembre de 2024. Pensemos en esto: una familia trabajadora que intentaba llegar a fin de mes se encuentra ahora luchando contra un monstruo llamado alquiler.
A medida que las viviendas están más orientadas hacia los turistas, los malagueños se ven cada vez más obligados a salir de sus barrios tradicionales, buscando soluciones lejos de su hogar. Si has vivido en alquiler alguna vez, probablemente puedes empatizar con esa sensación de inseguridad que muchos están enfrentando en la actualidad. ¿No es frustrante?
El grito de la gente: Manifestaciones y regulaciones
Uno de los indicadores más visibles de este malestar es la masiva manifestación del 29 de junio convocada por el Sindicato de Inquilinas. La gente salió a las calles, armada de pancartas y un propósito claro: ¡se acabó el tiempo de los abusos! Pero aquí está el problema: ¿cuánto impacto real tienen estas manifestaciones frente a los grandes intereses en juego?
Los investigadores, encabezados por Enrique Navarro, argumentan que el problema no solo es el precio del alquiler, sino la falta de regulación. Y mientras me preguntaba si algún día veríamos un cambio real, llegó la noticia de que, finalmente, el Ayuntamiento de Málaga había decidido implementar nuevas regulaciones. Sin embargo, muchos se preguntan si es demasiado tarde.
La complicada danza entre turismo y vivienda
Málaga no es un caso aislado; ciudades como Sevilla, Jaén, y Teruel están viendo un fenómeno similar. En Sevilla, por ejemplo, los alquileres han aumentado un 48%, mientras que en Jaén y Teruel el incremento ha sido de 32% y 39% respectivamente. Es como una danza complicada donde los bailarines (los propietarios) tienen el ritmo, y los locales, a menudo, quedan fuera del escenario.
El análisis de la situación revela que, a medida que aumenta el turismo, muchas regiones están perdiendo su carácter residencial. He tenido buenas charlas con locales que me preguntan con nostalgia: “¿Dónde iremos a vivir en unos años?”. Y quién puede culparlos, con la demanda de alquiler absorbiendo cada vez más propiedades.
Algo tiene que cambiar
A pesar de que algunas personas ven en el aumento del alquiler turístico una oportunidad de ingresos, cada vez más se puede observar cómo esto afecta a la comunidad. La realidad es que la disponibilidad de alquileres a precios asequibles ha disminuido y muchos malagueños se ven forzados a abandonar sus hogares.
A nivel nacional, se estima que hay 340,000 viviendas dedicadas al alquiler turístico, lo que representa un 10% del mercado de alquiler. La mayoría de estas propiedades están en manos de grandes inversores, lo que nos lleva al meollo del asunto: ¿cómo regulamos esto de manera efectiva?
Las sugerencias de los expertos son claras: la regulación es necesaria. Este es un claro llamado a los responsables, si alguna vez los hubo, para actuar y poner coto a la situación. Pero, a menudo, la realidad es diferente. Las decisiones suelen llegar tarde, y el daño ya está hecho.
Reflexionando sobre el futuro
A medida que continúo reflexionando sobre la vida en Málaga, no puedo evitar sentir un tira y afloja en mi corazón. La ciudad es asombrosamente hermosa, con su vibrante vida cultural, deliciosa comida y encanto inigualable. Pero también veo la tristeza en los ojos de aquellos que luchan por encontrar donde vivir. ¿Es posible que Málaga se convierta en un parque de atracciones para turistas, olvidando y despojando a su propia población de su hogar?
Es un dilema constante en el que todos, tanto residentes como turistas, deben encontrar un equilibrio. La pregunta que me queda es: ¿estamos dispuestos a escuchar el grito de quienes se están quedando atrás?
Mientras tanto, la regulatoria avanza, aunque lentamente. Si algo está claro, es que el futuro de Málaga —su futuro como hogar— depende de cómo se aborde esta situación. Por lo tanto, la batalla por la vivienda asequible en Málaga es una causa que merece toda nuestra atención y arduo trabajo. Al final del día, todos queremos un lugar al que llamar hogar, ¿no es así?